Manuel Mantilla, presidente de Mercedes-Benz: "En mercados como la Argentina hay que tener un plan B, que ahora es nuestro plan A"

Tras suspender la producción de la Vito y cancelar el proyecto de su 'pick-up', la alemana se juega a la nueva Sprinter, lanzada la semana pasada.

Es viernes 20, el complejo Juan Manuel Fangio, de Virrey del Pino, produjo, después de 13 años, la última unidad de la segunda generación de la Sprinter. La semana pasada, Mercedes-Benz lanzó a su sucesora, en la que invirtió u$s 150 millones. El modelo estrella se retiró con todos los honores. Gracias a él, cuyo 80% de volumen compró Brasil, la alemana sorteó un 2019 signado por las malas noticias: la salida de producción de la van Vito, la cancelación del proyecto de su pick-up en Córdoba y un mercado interno 50% abajo.

En ese contexto, Manuel Mantilla (46) asumió el volante de la empresa en el país. Al margen de la simbólica presidencia del "Chueco" Fangio, se convirtió en el primer argentino a cargo en los 68 años de historia de la filial.

Lindo año para asumir.

Si bien a nadie le gusta atravesar una crisis, como argentinos, es algo que podemos manejar. Sabemos cómo. No por suerte, sino porque hay una muy fuerte preparación. Nos agarró en una situación muy sólida. Al no depender sólo del mercado local, y tener una fuerte exportación de la Sprinter a Brasil, la estabilidad de nuestra planta se mantuvo, pese a que el mercado doméstico está 50% abajo de lo que fue el año pasado. Eso nos ayudó a mantener la planta sin suspensiones, a dos turnos. Los mercados emergentes no tienen estabilidad. Entonces, hay que tener un buen plan B. Que, ahora, es nuestro plan A.

¿Sin suspensiones? Es una rareza en la industria.

Sí. Es cierto que coincidió con un año de preparación de la nueva Sprinter. Requiere más gente que en una situación normal. Están quienes hacen la versión actual y quienes van siendo entrenados para el arranque de la nueva.

Usted asumió en mayo: era otro país.

Sí. Esperabamos un desarrollo distinto del mercado interno. Pero acá estamos, para pelearla. Tengo 46 años. No vi todas las crisis pero sí algunas. La clave está en mirar hacia afuera y entender que nuestro país (los emergentes, general) tienen sus idas y vueltas. Y estar preparados para esos momentos.

¿Cuál fue el período de más intensas llamadas de y hacia Alemania?

La semana post PASO. Esos días de devaluación y con la Bolsa derrumbándose. Quizás, hubo más llamadas hacia que desde. Porque nos habíamos anticipado a explicar qué podía pasar y qué haríamos. Sin bien no son agradables, las malas noticias son eso; lo que hay que evitar son las malas sorpresas.

¿Qué sorpresa evitaron?

Si bien nadie anticipaba el resultado de las PASO, sí habíamos dicho que, con un triunfo opositor, la incertidumbre sería más alta; eso podría ocasionar una retracción mayor del mercado y el salto del tipo de cambio era un escenario probable.

¿Cuál es la principal inquietud de Alemania?

Hay una atención clara al desarrollo económico. Hoy, el foco principal está puesto en la nueva Sprinter. Se invirtieron u$s 150 millones. Y el momento de la verdad es éste. El otro foco innegable es la coyuntura del país.

¿Fue una mala noticia para la casa matriz la posible vuelta del kirchnerismo?

Si uno mira la reacción de los mercados, no fue buena. Pero no sé si los alemanes están en ese detalle. Sí, en cuáles serán los resultados. Y, ahí, estará la agilidad y el expertise del management local para, sin importar quién esté gobernando, poder ajustar los planes y acomodarse a la realidad que nos toque jugar.

¿Cómo evalúa el acuerdo reciente con Brasil?

La clave es una palabra: previsibilidad. Antes de producir un vehículo, hubo cuatro años de desarrollo, y, luego, se lo fabricará entre siete y 10 años. Todo lo que defina reglas, siempre, es bienvenido. El acuerdo Mercosur está en ese sentido. Siendo Brasil nuestro principal socio, no podía no hacerse.

¿Es un acuerdo bueno para las terminales argentinas?

No sé si hablar de bueno o malo. Es realista, de una situación que tiende a mercados globales. El convenio con la Unión Europea también pondrá presión en toda la industria automotriz para generar competitividad genuina. El acuerdo con Brasil dio reglas para los próximos 10 años. La cancha es esa. Después, uno define si quiere jugar o no. Al incorporar a la UE, el campo, ahora, es mucho más grande. Son señales: dicen que la Argentina no se aislará del mundo. Otro escenario sería impensable.

En la búsqueda de nuevos proyectos, ¿permitió recuperar casilleros que había hecho retroceder la macro?

Si bien siempre buscamos alternativas, todavía estamos en una etapa incipiente.

¿Se descartó la pick-up?

Sí.

¿Por qué?

Lamentablemente, en la cooperación con Nissan, no encontramos un business case positivo. Es tan simple como eso.

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