El plan de supervivencia de la industria del carbón

El proyecto, capturar las emisiones de dióxido de carbono, plantea la duda: ¿la tecnología es más un truco de marketing o la solución al calentamiento global?

En febrero, Peter Coates, director no ejecutivo de Glencore, apareció en un evento en Sidney para hacer una intervención extraña en un líder de la minería: una defensa plena de la industria del carbón, cuya mera existencia está bajo amenaza debido a su papel en el calentamiento global.

"Nuestra industria se permitió a sí misma ser caracterizada como el villano con demasiada frecuencia", dijo Coates, un veterano ejecutivo del carbón. "Hemos permitido el vacío, acerca de qué hacemos y cómo lo hacemos, para ser llenado por científicos célebres y activistas radicales, cuyos propósitos no son encontrar soluciones, sino dividir y destruir".

Seis meses más tarde, la industria decidió tomar acciones para mejorar la imagen del sucio combustible. Coal21 ("Carbón21", en inglés), un cuerpo de la industria en Australia que está respaldado por 26 grupos mineros -entre ellos, BHP, Anglo American y Glencore-, lanzó una nueva iniciativa publicitaria por u$s 4 millones.

La idea central de la campaña es que el carbón puede ser más limpio, al capturar las emisiones de centrales energéticas abastecidas con él y almacenándolas bajo tierra.

Estas "tecnologías de baja emisión", como las describe Coal21, son, ahora, la pieza central de los esfuerzos de una industria u$s 360.000 millones de para asegurar su supervivencia. Según sus críticos, es caro de lavado de imagen.

En tanto el marketing empuja en países como Australia, las tecnologías de captura de carbón también recibieron el apoyo de Donald Trump, quien se comprometió a revivir la industria del carbón en su país, tanto como el Congreso, que le dio exenciones fiscales a aquellos que instalen equipos de captura y almacenaje de carbono.

Pero el lobby del carbón elevó preocupaciones entre los críticos y los inversores, quienes dicen que es una apuesta no sabia el prolongar la vida del carbón en un mundo de energías cada vez más renovables y baratas, como la solar y la éolica. Agregan que las tecnologías para extraer carbono de las plantas de energía son prohibitivamente caras y más ajustables a otros sectores industriales, como la producción de petróleo y de gas.

"Es sólo relaciones públicas. No existe tal cosa como el 'carbón limpio'. Nuestra dependencia del carbón no es compatible con un planeta habitable", dice Brynn O'Brien, directora ejecutiva del Centro Australiano de Responsabilidad Corporativa. "Es una industria en una pelea existencial y hará lo que pueda para sobrevivir".

La tecnología para remover emisiones de carbono y enterrarlas estuvo dando vueltas por unos 40 años y es predominantemente usada en los yacimientos de gas natural.

Mientras las emisiones suben, la tecnología recibió atención renovada como una solución al calentamiento global. Especialmente, de sectores como el acero y el cemento, que son intensivos en uso de energía y difíciles de "decarbonizar" por los materiales que utilizan.

No obstante, muchos en el sector energético no están convencidos acerca de la eficacia de usar la tecnología para el carbón. Analistas de JPMorgan estiman que la energía renovable es más barata que el carbón en la India, China y los Estados Unidos, los tres países más consumidores de ese combustible.

"No es un uso sabio de los recursos", dice Simon Lewis, profesor de la University College London. "No tiene sentido invertir fuerte en una tecnología cara que, en sí misma, es intensiva en uso de energía, para tirar del tubo de gas y bombearlo bajo tierra, sólo para seguir usando carbón, cuando hay alternativas disponibles".

La Asociación Mundial del Carbón, la mayor organización de lobby global de este combustible, defiende la tecnología, argumentando que "se probó en una tasa de captura del 90% del CO2 producido del uso de combustible fósiles en la generación eléctrica y los procesos industriales".

El Centro de Carbón Limpio de la Agencia Internacional de Energía, en Londres, dice que la captura de carbono y su almacenaje son necesarios por el simple motivo que, todavía, hay muchas centrales a carbón en operaciones. Esas generadoras contribuyen, actualmente, en cerca de un tercio de las emisiones de dióxido de carbono y la mitad de ellas tienen menos de 15 años. Agregarles tecnología de captura de carbono "podría, significativamente, reducir o, incluso, neutralizar las emisiones", dice la AEI.

Proyecta que alcanzar el objetivo climático de París, de mantener el calentamiento global "bien debajo" de los 2 grados requerirá que unos 210 gigawatts de plantas de generación a carbón sean ajustados a tecnología de remoción de carbono para 2040.

"Los modelos que muestran la mejor manera de alcanzar objetivos climáticos ambiciosos, como 2 grados o menos, continúan mostrando enormes cantidades de emisiones de carbono en el sector de la energía del carbón", dice Toby Lockwood, analista del Centro de Carbón Limpio.

Cualquiera sea el caso teórico, la realidad es que la industria de energía del carbón está lamentablemente detrás de sus propios objetivos de captura de carbono. Hasta ahora, sólo dos grandes proyectos que eliminan las emisiones están funcionando a escala, lo que significa que se eliminan poco más de 2,4 millones de toneladas de CO2 al año. Eso se compara con los 10.000 millones de toneladas de CO2 emitidas por las centrales eléctricas de carbón el año pasado, según la AIE.

Ubicado en la provincia canadiense de Saskatchewan, el proyecto de captura de carbono Boundary Dam, de 115MW y u$s 1300 millones, se lanzó en 2014 con el objetivo de capturar el 90% de sus emisiones y transportarlas a los campos petroleros cercanos, donde el gas se utiliza para recuperar petróleo. SaskPower, el operador de la planta, dijo que sería el equivalente a sacar 250.000 autos de la carretera. La planta recibió el respaldo de BHP.

El proyecto Petra Nova, de u$s 1000 millones en Houston, es la única otra gran operación. Respaldado por una subvención de u$s 190 millones del Departamento de Energía de los Estados Unidos, captura CO2 de una unidad en la central eléctrica de la estación generadora WA Parish, propiedad de NRG Energy. El CO2 se bombea a través de un túnel de 80 millas al campo petrolífero West Ranch, también en Texas, donde se utiliza para impulsar la producción de petróleo.

Boundary Dam dice que eliminó 2,8 millones de toneladas de CO2 desde su lanzamiento, mientras que Petra Nova informa que, cuando está operando al 100% de su capacidad, elimina el 90% del CO2 en su planta, o 5200 toneladas por día, el equivalente a sacar 350.000 autos de la carretera.

Pero David Schlissel, del Instituto para el Análisis Económico y Financiero de la Energía, dice que las plantas no estuvieron a la altura de sus expectativas. Una captura un poco más de un tercio del total de gases de sólo una de las unidades a carbón y la otra tiene una tasa del 51%. Estima que el costo de agregar captura y almacenamiento de carbono a una planta de carbón estadounidense promedio es cuatro veces el de la energía solar. "Básicamente, es un plan para mantener en funcionamiento las plantas de carbón no económicas. Una fantasía", asegura.

En China, el mayor consumidor de carbón del mundo, donde el sector eléctrico representa alrededor del 40% de sus emisiones totales de carbono, la captura y el almacenamiento no se movió más rápido. Siete pequeños proyectos están planificados o han comenzado operaciones, según la consultora CRU China. Pero capturan menos del 5% de las emisiones de CO2 de las siete plantas.

Glencore, el mayor exportador de carbón del mundo, construye un proyecto piloto de captura y almacenamiento de carbono en la cuenca Surat, Australia, respaldada por dinero de Coal21 y Canberra. Apunta a almacenar 200.000 toneladas de CO2 al año de una central eléctrica de carbón.

Pero también fue presionado por inversores preocupados por el cambio climático. El discurso de Coates llegó el mismo mes en que Glencore acordó limitar su producción de carbón por primera vez, a 150 millones de toneladas al año, un cambio radical para una empresa que había estado adquiriendo minas de ese fósil. En julio, BHP, el grupo minero más grande del mundo, se comprometió a gastar u$s 400 millones en cinco años para reducir sus emisiones y las de sus clientes, y dijo que la captura y el almacenamiento de carbono en el carbón seguían siendo parte de la solución, tanto para el acero como para las centrales eléctricas.

La minera es miembro de Coal21, que está financiado por un impuesto voluntario sobre la producción australiana de carbón. Pero algunos inversores se sienten cada vez más incómodos con la membresía de BHP en grupos de lobby y les preocupa que la industria esté utilizando campañas publicitarias para evitar tomar decisiones difíciles sobre el futuro a largo plazo de sus activos de carbón.

Lauri Myllyvirta, activista principal anti-carbón de Greenpeace, dice que la capacidad de captura de carbono aún no coincide con las emisiones de una gran planta y, mucho menos, la capacidad global estimada, que es equivalente a 2000 plantas a gran escala.

"La razón por la cual las mineras promueven el concepto es para tratar de tranquilizar a los inversores de que el carbón tiene futuro", dice.

Según Coates, no es realista pensar en un mundo sin un uso intensivo de carbón. Sigue siendo la "opción de menor costo y es la fuente de energía elegida por el mundo en desarrollo". Hay más de 2300 centrales eléctricas de carbón en construcción o planificadas en todo el mundo, especialmente en el sudeste asiático, dijo.

"Se usará más, no menos carbón en el futuro", auguró.

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