Pasó más de un año desde que Compañía de Cervecerías Unidas (CCU) y AB InBev acordaron, por pedido de la Secretaría de Comercio tras la fusión de la cervecera belga con SAB Miller, el intercambio de Grolsch y Warsteiner, entre otras, además de un pago de u$s 400 millones en tres años. A partir de mayo, y a pesar de contar con un período de gracia de tres años, la compañía de origen chileno confirmó que comenzará a producir, distribuir y vender estas etiquetas premium, algo que hasta ahora realizaba la dueña de Quilmes como parte del deal.

Según le confirmaron desde CCU a El Cronista, el proceso para asumir este rol involucró un trabajo intenso con los maestros cerveceros de ambas marcas, además de una inversión de $ 65 millones para el trabajo de levaduras y envasado. “Por los calibres y los empaques, tuvimos que adaptar las líneas para que estas pudieran llenar correctamente las botellas. Estas varían según la marca, a diferencia de las latas que son todas idénticas , explica Nicolás Rubino, director de marketing de Cervezas de la compañía.

La producción, que calculan rondará los 350.000 hectolitros por año entre ambas marcas, se realizará en la planta ubicada en Luján. Ahí mismo también se fabrican las marcas Heineken, Schneider e Imperial. “Elegimos esa ubicación – la firma cuenta con plantas en Santa Fe y Salta – porque es la que está más cerca del área de mayor venta de estas marcas, eso nos dará una mejor rentabilidad , afirma el ejecutivo. Según detalla, el 80% de las ventas de Grolsch y Warsteiner justamente se concentran entre Buenos Aires, Rosario y Córdoba.

Además de estas dos, AB InBev le otorgó el manejo de Isenbeck, Iguana, Norte, Diosa y Báltica, a cambio de que la filial argentina de la firma con sede en Las Condes cediera Budweiser.

Las otras marcas de las que CCU posee la licencia, como Amstel, Miller y Sol, son producidas actualmente en la fábrica santafesina. A su vez, también posee la distribución de la estadounidense Blue Moon y la chilena Kunstmann, aunque, en este caso, no son fabricadas en el país. “Somos ‘pro’ producción local, el tema es que esto depende de los dueños de estas marcas y del volumen general del proyecto , expresa. En tanto, Rubino adelanta que lo único que seguirá importándose será la versión swing top de la holandesa Grolsch.

A su vez, CCU invirtió, como parte de su plan de $ 2250 millones para el trienio 2016-2019, en una nueva línea de producción de barriles, la cual busca duplicar. “Ya contábamos con una línea así en Santa Fe y ahora incorporaremos esta en Luján para todas las marcas que se producen ahí porque está creciendo mucho el consumo de cerveza tirada, tipo chopp. Por el momento, los barriles solo representan un 1,5% de nuestras ventas , apunta Rubino.

Para el directivo, el potencial de crecimiento de estas dos marcas es prometedor debido al auge del segmento premium. Según un reporte realizado por la consultora Abeceb para Cerveceros Argentinos, cámara que nuclea a las principales compañías del rubro, este tipo de cervezas le ganaron terreno a las low price, cuyo share cayó del 12% al 5% en la última década. Rubino detalla: “Las premium están creciendo un 20% en el país porque, al tener detrás marcas internacionales, estas invierten mucho en desarrollo e innovación. En algunos países de la región, la suba de este segmento incluso llega al 45% .

En enero de este año, El Cronista adelantó que la cervecera japonesa Asahi, dueña de Grolsch desde 2016, planeaba realizar su lanzamiento en la Argentina. Al respecto, Rubino aclaró que esto no afectará la licencia que tiene fecha de vencimiento en mayo de 2028, al igual que la de la marca alemana.