La heladería Saverio le dijo adiós al histórico local que ocupaba desde 1966, situado en San Juan y Catamarca, en el barrio de San Cristóbal. En su lugar, se construirá un edificio y el negocio se mudará a un espacio más chico en la vereda de enfrente.

En octubre, la cadena ya había cerrado la sucursal de Belgrano, situada en Cabildo y José Hernández. Así, y hasta que se inaugure la nueva ubicación, solo quedó en funcionamiento el local de Caballito.

"Hace tres o cuatro años que hay caída en la demanda. Y en este contexto de inflación, no pudimos trasladar a precios los incrementos en los costos. Aumentó la materia prima y también las tarifas, y las cargas laborales. Ya no hablamos de caída de la rentabilidad, sino de pérdidas", dijo Roberto De Rossi, presidente de Saverio Helados SA.

Según datos de la Asociación de Fabricantes de Helados Artesanales y Afines (Afhadya), en la Argentina se consumen 6,9 kilogramos por persona por año. El año pasado el sector había perdido 4 puntos porcentuales de rentabilidad y tuvo un 10% en la caída de las ventas con respecto a 2017.

En este contexto, De Rossi tuvo que tomar medidas que le aseguraran seguir adelante con el negocio, del que se hizo cargo en 1995, cuando compró la empresa al hijo del fundador Francisco Saverio. Hacía ya tres años que la compañía se estaba sosteniendo con aportes de capital, porque el costo del financiamiento era muy alto.

"Los números del local de Belgrano no cerraban. Aunque tenía mucho movimiento y vendía muy bien pagábamos muchísimo dinero entre alquiler y expensas. Por eso dedicimos irnos de allí en octubre", expresó De Rossi y destacó que esa boca representaba el 12% de la facturación de la cadena.

En 2018, Saverio despachó cerca de 100.000 kilos de helados entre venta al peso y postres, que representan el 20% de su portfolio. Para este año, incluso con una boca de expendio menos, la empresa calcula que mantendrá esos número y que podría llegar a incrementarlos, en parte por el éxito en el segmento de clientes mayoristas, entre los que se encuentran las empresas de catering de líneas aéreas como Air France y British Airways.

En tanto, la sucursal de San Cristóbal, donde también funcionaba la fábrica, se vendió a un desarrollador. La producción se mudó a la provincia de Buenos Aires y dejó de estar en manos de Saverio. El empresario explicó que transfirió parte del personal y la maquinaria a un conocido con el que probablemente firmará un acuerdo de asociación.

Con el dinero de la venta, se cancelaron créditos. Y ya con una estructura más pequeña (se pasó de 30 a 14 empleados), De Rossi cree que están sentadas las bases para poder empezar a crecer.

Por lo pronto, en unos dos meses se inaugurará el nuevo local de San Cristóbal, de cerca de 200 metros cuadrados, que adoptará un look más moderno, con mesas comunales, sillones y enchufes que permitan cargar laptops y teléfonos celulares. Además de la heladería, se hará hincapié en la propuesta de cafetería y pastelería, de manera de amortiguar la fuerte estacionalidad de este negocio.

"Queremos aprovechar toda esta reestructuración para relanzar la marca, que en los próximos meses cumple 110 años. Vamos a redefinir las líneas de copas y postres helados con un diseño más actual", agregó.

El próximo paso, aseguró, es pensar en la expansión a partir de un modelo de franquicias, tanto en la Argentina como en la región. 

"Estamos pensando en módulos chicos, con gastos acotados. Y que el franquiciado sea el que trabaje en la heladería. El helado argentino está muy bien posicionado en la región, así que tenemos una oportunidad allí, porque veo difícil el mercado local para los próximos años", concluyó.