La historia de la cooperadora del millón de dólares

Es la del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y se mueve con los procesos del mundo corporativo. Gestiona sus propios eventos y gana más que otras asociaciones de otros centros de salud.

Hace cinco años, una abogada y dos popes del mundo corporativo se unieron para transformar la cooperadora del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.

Hoy, tienen 6.500 donantes con tarjetas de crédito; un call center, facers en la vía pública, y todo lo necesario para completar el presupuesto de un hospital municipal que recibe 1.800 consultas diarias.

"Hacemos cosas de todos los colores y nos va muy bien, porque juntamos mucha plata. Pateamos las puertas de todos los que podemos con el solo propósito de lograrlo", dice Roberto Alvarez Roldán, ex número uno de Accenture e integrante de Argencon.

La cooperadora colabora con el centro de salud y le aporta todo lo necesario "para completar" la gestión del Gobierno de la Ciudad, a través de recursos, que se materializan en remodelaciones de espacios físicos, insumos, asistencia social y equipamientos.

Hace un lustro, la cooperadora del Gutiérrez se reinventó, y de ser gestionada con las prácticas de las damas de beneficencia pasó a ser administrada con las mejores prácticas corporativas - desde Compras hasta Procesos- con software en la nube y moderna tecnología, asegura Alvarez Roldán.

"En el pasado, había una actitud más reactiva, pero es verdad que cuando manejás mayores fondos, te ves obligado a ejercer un manejo de mayor calidad. Con volúmenes mayores, tenés que mejorar y perfeccionar los procesos", afirma Alicia Guerra, presidente de la Comisión Directiva.

Cuidan mucho el recurso económico, dicen, y un ejemplo que los enorgullece es la organización "a pulmón" de sus propios eventos de fundraising. Normalmente, este tipo de organizaciones contrata una empresa que se ocupa de todo y le "deja" a la entidad convocante un porcentaje que nunca supera el 30 %. "Si hacés eso, al terminar la noche de glamour, te das cuenta de que te quedaron dos mangos", acota Alvarez Roldán.

"Solo nos permitimos gastar el 20 % de lo que recaudamos, dice Guerra, "un ratio super importante para nuestra performance. Nos ofrecen muchas acciones: desfiles, cenas, pero usan nuestro nombre y termina siendo un negocio para alguien que no es el Gutiérrez".

La cooperadora fue mejorando su branding, y hoy se ha hecho atractiva para grandes y medianos eventos.

"Nuestra filosofía es no aceptar un evento que sea un negocio para otro. Tiene que haber un espíritu solidario y que todo el producido, descontado los gastos, sea para nosotros. Eso también lo aplicamos en la Gala del Colón", completa Carlos Peguet, el tercer integrante del trío.

Al elegir a qué tipo de evento se suman, lo evalúan también desde el branding. "Somos conscientes de la marca", aseguran. Una de las iniciativas interesantes que encararon fue la realizada con la marca Jazmín Chebar, que invitó a su clientela a que acerque un jean usado,a cambio de un descuento para adquirir uno nuevo.

La parte de arriba de la prenda, lo adaptaron e hicieron short para asociaciones de adolescentes en situación de calle, y la de atrás la convirtieron en trapos de piso, cuyo dinero ingresó como donación al hospital. "Fue una acción de marketing, más una idea solidaria que nos generó valor y tráfico y todos ganamos", dice Alvarez Roldán.

El hospital venía con un problema "de chapa" porque se lo confundía con el de Pediatría Juan Garrahan. "Muchos nos confundían, pero trabajamos para tener más presencia como un hospital social, el hospital que ayuda, y así estamos ganando nuestro propio nombre", explica Garré.

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