Estrategia de triple impacto: provee agua limpia, factura $ 35 millones y cuida al medio ambiente

Con el respaldo de AmCham, Proyecto Agua Segura nació como una solución empresarial a problemas sociales y ambientales en torno a la hidratación, la higiene y la prevención de enfermedades. Desde la provisión de filtros de agua hasta seminarios e infraestructura, un repaso del camino de una de las firmas de triple impacto que más relevancia adquirió en la Argentina.

Médico de profesión, Nicolás Wertheimer eligió desarrollar su vida profesional lejos de los consultorios y hospitales para dedicarse a mejorar los servicios públicos de agua potable en todo el país. Fundó Proyecto Agua Segura en 2015, una empresa que no sólo tiene fines económicos, sino también busca dejar beneficios a las comunidades y al medio ambiente. Se trata de uno de los modelos empresariales de triple impacto más exitosos del país, apoyado por la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina (AmCham) y compañías multinacionales como Coca-Cola. 

Desde la venta y provisión de filtros de agua hasta servicio de consultoría, Proyecto Agua Segura experimentó un franco crecimiento en sus casi cuatro años de existencia y representa uno de los ejemplos que AmCham utiliza para incentivar a las grandes empresas tradicionales ampliar su horizonte de negocios y mutar a un modelo de triple impacto que contemple las consecuencias sociales y ambientales de sus operaciones.

"Me formé como médico acá en Argentina y luego continué un poco afuera. Con tantos desafíos del día a día, no terminaba de poder conectarme con el trabajo social que buscaba desde la medicina", explica Wertheimer, de apenas 30 años, en diálogo con El Cronista.

Nicolás Wertheimer, CEO y cofundador de Proyecto Agua Segura.

- ¿Cómo surgió la idea de Proyecto Agua Segura?

- Trabajando en hospitales, observé que las enfermedades relacionadas con el agua eran bastante comunes entre los pacientes, de hecho a nivel mundial los que padecen este tipo de enfermedades ocupan el 50% de las camas en sanatorios. Todo eso es prevenible, con lavado de manos, con hábitos más saludables y con agua más segura. Por ello pensé que era mejor ir al territorio, arremangarme y trabajar en propagar la información sobre hábitos saludables y prevención de enfermedades. Entonces dejé de trabajar en el hospital, a los 23 ó 24 años, e investigué temáticas de agua, que figuraban como uno de los principales desafíos del mundo. Encontré, como emprendedor joven, tecnología que podía solucionar la problemática del agua, que eran filtros (filtros Lifestraw) estudiados por la ONU y la OMS que podían prevenir las enfermedades de agua en zonas de las más vulnerables. 

Cada dólar invertido en provisión de agua implica 38 dólares de ahorro en medicos, hospitalizaciones, ambulancias y uso de infraestructura. Las enfermedades derivadas de la insalubridad del agua son la segunda causa de muerte en niños menores de 5 años, lo que es algo terrible. Por eso, al tener tecnología y existir la necesidad, pensé en cuál sería el mejor modelo para llevar el proyecto adelante.

- ¿Cuáles fueron los primeros pasos en materia de financiamiento?

- En el contexto mundial las organizaciones estaban planteando unir esa fuerza y conocimiento para generar negocios que encontraron las empresas con la pasión de las organizaciones sociales y con la fuerza de cambio del gobierno, con lo cual nacieron emprendimientos sociales y ambientales. Esto existe hace bastante tiempo en el mundo, acá hace no más de 10 años. Decidí ir por este lado, así que en lugar de fundar una ONG abrí una sociedad anónima y conseguí inversión de impacto.

Los inversores de este tipo tienen otras características porque además de la ganancia busca un propósito. En nuestro caso, resolver la crisis del agua, con un modelo económico sustentable. Con esa primera inversión pudimos trabajar en territorio, ofreciendo la tecnología. La respuesta de las comunidades fue increíble. La primera unidad de negocios comenzó con la ayuda de muchísimas pequeñas ONG que venían de trabajar contra la problemática del agua en el territorio, así que compraban los filtros, pero era que no alcanzaba, porque la tecnología exigía un servicio educativo y de coordinación. Nos fuimos trabajando en una consultora referente en temáticas sociales. A partir de ahí nos encontramos con comunidades que no tenían agua, así que comenzamos a ampliar nuestros servicios a infraestructura. 

 

- ¿Cómo fue el ingreso de Proyecto Agua Segura a AmCham?

- Después de los primeros resultados, empresas radicadas en las zonas se entusiasmaron con los resultados de Proyecto Agua Segura y pidieron sumar el servicio en sus cadenas de valor. Ahí comenzamos a trabajar con empresas más grandes todavía como Coca Cola, que también está en AmCham, o Panamerican Airlines. Una vez que eso se amplificó rápidamente, los gobiernos municipales, provinciales y nacionales comenzaron a colaborar en diferentes escalas. Siempre el servicio se realizaba de forma integral, con la participación de organizaciones sociales, las empresas y las colaboración de los gobiernos de los diferentes niveles estamentales. El tema del agua es tan abarcativo que concierne a varios ministerios como los de educación y desarrollo social y a áreas de agroindustria, por ejemplo. En las empresas también, siempre el uso del agua está involucrado en la producción o en la cadena de valor.

Está naciendo un mercado ambiental donde entramos dentro de la categoría de consultoras ambientales que ya existen. Nacemos con un propósito diferente. El ADN de la empresa no es tener como objetivo la ganancia, como muchas empresas tradicionales. Lo que hoy pasa es que las empresas que tenían ese fin económico están adoptando otros ejes como parte de su propósito. Nosotros nacemos con el fin de triple impacto y otros se adaptan. Aquí en AnCham creo que la intervención es muy valiosa, porque se puede compartir esa gran experiencia empresas tradicionales que tienen el fin económico con empresas como la nuestra que buscan un desarrollo sostenible a nivel socio-ambiental. Hay un mercado muy grande y por ello hay cada vez más inversores atraídos por estos proyectos.

- ¿De qué forma lograron el apoyo de gobiernos locales y provinciales?

Creo que nuestro secreto es que nunca fuimos con intención de exigir ni de demandar al acudir a los gobiernos locales y provinciales, sino con propuestas de trabajo en equipo y de ver cómo cada uno puede generar valor. En las oficinas gubernamentales no podían creer que yo fuera con plata y con capital listo para operar en escuelas y barrios. Tratamos de acercarnos con soluciones al gobierno, no a llevarles problema. Lo hacemos de forma frecuente, a veces intentando articular las acciones con otras empresas. Hay mucho capital para este tipo de proyectos y mucha demanda de emprendedores. El inversor actual tiene otra visión por cuestiones generacionales y por eso tiene un ojo puesto en el medioambiente.

- ¿Cómo es el trabajo en las escuelas?

- La decisión de en qué escuelas empezar es una mezcla de política pública del Ministerio de Educación, que prioriza algunas en función de la vulnerabilidad, con la pertenencia de las escuelas en ciertas cadenas de valor, para que los padres vayan a trabajar y los chicos estén sanos. En las escuelas se mejora la calidad de agua y se introduce el tema con juegos didácticos para mejorar los hábitos de higiene. Por un lado se realizan actividades más amigables con los chicos para que aprendan la importancia de, por ejemplo, el lavado de manos; y por otro lado está el costado más duro, que tiene que ver con el uso de filtros para el agua y la infraestructura. También está la dinámica de que los chicos les enseñen a los padres, que mostraron muy buenos resultados. Por eso las escuelas son un pilar clave para nosotros.

- Si hay alguien que le interese invertir en Proyecto Agua Segura o en algún proyecto de esta índole, ¿por cuáles medios puede hacerlo?

- Hay algunas agrupaciones en Argentina que nuclean a inversores de triple impacto e invitan a interesados a jornadas de información, como si fueran rondas privadas de inversión, pero para invertir en empresas de triple impacto. Hay posibilidades de invertir en proyectos de vestimenta sostenible, o en otros de desarrollo de prótesis de algún tipo. Básicamente lo que tiene que hacer un inversor es entrar al ecosistema social en el que la empresa actúa. Hay varios como Sistema B, Economía Circular o Economía Azul. Los interesados en invertir se tienen que acercar, conocer y hay cientos de proyectos de negocios en estados muy temprano. Hay que ver también qué tipo de inversor quiere ser: semilla con u$s 10.000 o u$s 15.000 para empezar, o alguna inversión más grande. Es un ecosistema chico así que el inversor rápidamente puede tener un panorama de dónde poner el capital. También se puede incentivar a emprendedores para que trabajen en sus ideas. Estamos en una clara transición.

- Dada la multiplicidad de aristas de Proyecto Agua Segura, ¿cuál creés que es su mayor valor agregado?

- Nuestro valor agregado más grande, más allá de la tecnología, es el servicio. Es algo muy innovador, porque parecía que íbamos a comenzar con una solución concreta como un filtro, casi como si fuera una vacuna, y de repente en la comunidad se valoró más el servicio. Por eso fuimos por ese camino. Estamos listos para aprender y desafiarnos a nosotros mismos para poder seguir aprendiendo y creciendo.

Triple impacto, un nuevo modelo de negocios

La promoción de una mirada empresarial que exceda el lucro y apunte también a enriquecer el capital social y ambiental es uno de los objetivos que se plantearon desde AmCham. Por ello, lanzaron la Membresía Triple Impacto, un régimen de promoción para que las empresas incorporen el concepto de sustentabilidad a su agenda.

Florencia Salvi, Gerente de Sustentabilidad de AmCham Argentina, explicó que recientemente la Cámara enfatizó los esfuerzos por ampliar la visión de las grandes compañías que la integran, , en diálogo con El Cronista.

"Empezamos a trabajar en el concepto que llamamos 'Nuevo Paradigma Empresario' que tiene que ver con este nuevo actor económico que son las empresas de triple impacto. Empresas que están convencidas de la creación de valor económico, social y ambiental, pero que van más allá y hacen negocios de una manera disruptiva, a lo que los modelos tradicionales miran con asombro", detalló.

Y añadió: "Se puede ganar plata y generar un cambio social y ambiental muy positivo. Ahí nos animamos a tener una nueva categoría en el premio Ciudadanía Empresaria por el que compiten entre 70 y 80 empresas." 

AmCham promueve la interacción entre empresas tradicionales y compañías de triple impacto con encuentros y seminarios.

"El año pasado hicimos por primera vez un Innovation Impact Day que tuvo como objetivo juntar a empresas tradicionales con firmas de triple impacto para ver qué oportunidades había de innovación en ese ecosistema y cómo una empresa grande puede incorporar una innovación de impacto. Salió muy bien y este año lo vamos a repetir", señaló Salvi, que puso como ejemplos de empresas tradicionales en proceso de reconversión a Danone y a Natura.

Y concluyó: "Intentamos que la membresía de triple impacto sea posible y esté adaptada en términos económicos a lo que una empresa de este tipo pueda afrontar. Creemos que eso es una forma de facilitación. Por otro lado, iremos entendiendo cuáles son las necesidades que van teniendo las compañías. Lo que queremos es experimentar con ellos, trabajar codo a codo y apoyarlos."

 

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