La cátedra de genética de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA) cuenta con un proyecto que intenta recuperar el germoplasma del tomate que se cultivaba en la Argentina a principios y mediados del siglo. El propósito dentro de esa universidad es restablecer el sabor que tenía esa fruta en tiempos pasados.

Fernando Carrari, quien coordina la cátedra de genética, explicó que buscan recuperar ese atributo incorporando las semillas de germoplasma a los sistemas de producción actual. Actualmente, los tomates que más rinden al productor y a la cadena de comercialización son aquellos menos sabrosos. Según un informe de Agrofy, el gusto del tomate “ha ido mutado a la par de la tecnificación de su producción así como también de la alta demanda del mercado .

Las semillas de este germoplasma son difíciles de conseguir en la Argentina, aunque existen colecciones, las cuales son relativamente escasas. Carrari consiguió pocas unidades que fueron traídas de bancos de los Estados Unidos y Alemania, y que ahora están siendo multiplicadas en FAUBA. Allí se busca incrementar el número de semillas de cada una de las 120 variedades diferentes que recibieron de esas instituciones.

Desde la UBA explicaron que los modos de producción son los que han determinado qué tipo de germoplasma se utiliza para el cultivo a escala comercial. Durante el siglo pasado, cuando se estableció la horticultura moderna en la Argentina –a partir del asentamiento de inmigrantes–, se estableció un tipo de germoplasma que era adecuado para ese tipo de producción. En él había mercados más cercanos, una comercialización más rápida y menor demanda, debido a que la población en la Argentina era menor. Al ser necesario cubrir la explosión de consumidores, el proceso del tomate hizo que perdiera su sabor característico.