Después del apagón: luces y sombras de Transener

Fundada en 1993, reestatizada parcialmente por el kirchnerismo, la compañía volvió a quedar bajo el foco tras el corte masivo de electricidad del 16 de junio. Por qué Cambiemos quiso volver a privatizarla.

El apagón del 16 de junio colocó en el centro de todos los cuestionamientos a Transener, la firma transportadora de energía eléctrica de alta tensión más grande de la Argentina, luego de que el reporte oficial indicara que el incidente se produjo -entre otros motivos- por una falla en una de las torres de transmisión de la compañía.

En su informe en el Senado, el secretario de Energía de la Nación, Gustavo Lopetegui, anticipó que aplicará multas a Transener por las pérdidas que representó el corte, que afectó casi a 50 millones de personas entre los afectados entre la Argentina y, también, por su impacto en parte de las redes de alta tensión de Brasil y la República del Uruguay.

Las sanciones salpicarán a los dueños de la empresa. El 51% (es decir, la parte controlante) de Transener pertenece a Compañía Inversora en Transmisión Eléctrica (Citelec). A su vez, esta compañía es propiedad, en partes iguales, de Pampa Energía y de Integración Energética Argentina (Ieasa), la sucesora de Enarsa.

En consecuencia, el dominio de la empresa responsable del transporte eléctrico de más del 90% de la red de alta tensión de la Argentina es mixto, entre un accionista privado y el Estado Nacional. En tanto, el 49% restante cotiza en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.

Lopetegui anticipó multas para Transener.

De esas acciones (Clase B), el Estado también mantiene una participación importante, a través de la ANSeS (19,57%) en forma directa e, indirectamente, de Citelec (1,65%). El 27,7% restante está en manos de inversores privados.

Además, Transener tiene una filial en la provincia de Buenos Aires (Transba) y una internacional (Transener Internacional).

El año pasado, el entonces ministro de Energía, Juan José Aranguren, fue la punta de lanza del Gobierno para vender su participación. Pero no hubo consenso dentro de Cambiemos y desistió frente a la oposición de la pata radical. A continuación, un repaso de la historia de Transener, sus cambios de gestión, la evolución de la inversión y la reyerta entre quienes quieren privatizarla y quienes prefieren que el Estado no sólo conserve, sino que incluso amplíe su participación y protagonismo en su gestión.

Cambio de manos

Transener nació en 1993, como resultado de la privatización impulsada por el menemismo, que buscaba modernizar el sistema energético argentino, que, hasta el momento, era controlado íntegramente por el Estado. La flamante empresa salió a la venta por medio de un proceso de licitación que, en ese momento, ganó Citelec.

Los primeros accionistas fueron el grupo Soldati y las firmas estadounidenses Duke y Entergy. En 1997, estos tres inversores les vendieron sus participaciones a Perez Companc y al fondo británico National Grid.

En 2003, Perez Companc le vendió sus activos en el sector energético a Petrobras, entre, ellos su parte de 50% de Citelec.

Debido a su alta participación en el sector energético, la petrolera estatal brasileña debió comprometerse a un proceso de desinversión, que incluía desprenderse de sus posiciones en Transener.

La venta se terminó de concretar en 2007, cuando el Gobierno aprobó la adquisición por parte de la estatal Enarsa y de Electroingeniería, firma que, en cuatro años, había experimentado una meteórica expansión al calor de la obra pública. Esto significó el regreso del Estado a la administración del sistema de transmisión de energía eléctrica.

Previo a esta operación, el ENRE, organismo regulador del sector, frustró intentos de venta a otros fondos privados. Particularmente, a Eton Park, fondo estadounidense que había llegado a un acuerdo con Petrobras pero cuyo ingreso fue vetado por el Ministerio de Planificación. En su momento, Julio De Vido adujo que una empresa "tan trascendente para el sistema vital argentino no podía quedar en manos del sector privado", sobre todo, si se trata de un fondo de inversión. Así, frenó el ingreso de Eton, cuya cara visible era Dirk Donath, quien había sido co-fundador de Pegasus con Mario Quintana.

De Vido frenó operaciones entre privados en torno a Transener.

En cambio, De Vido apadrinó el ingreso al paquete accionario de la compañía de Enarsa y Electroingeniería.

Para entonces, ya había otro accionista privado. En 2004, National Grid le había vendido su 50% en Citelec a Dolphin, el fondo de inversión con el que Marcelo Mindlin empezó a invertir tras su salida de IRSA. En 2007, Dolphin consolidó todos sus activos energéticos en Pampa Energía.

Así, desde 2007, Citelec, estructura controlante de Transener, quedó en poder de Enarsa (25%), Electroingeniería (25%) y Pampa Energía (50%). En 2016, la firma estatal, hoy llamada Ieasa, adquirió la parte de Electroingeniería y quedó conformada la estructura de control actual.

No obstante, la participación de Enarsa desde su ingreso fue bastante limitada dentro del directorio, explican conocedores de la compañía, por lo que, de facto, las decisiones eran tomadas por Pampa Energía y, mientras era propietaria, Electroingeniería. El sostenimiento de esta postura, aun con el robustecimiento de la participación estatal durante la era Macri, generó no pocos contrapuntos dentro de la coalición Cambiemos.

El 49% restante de Transener flota en forma de acciones en el mercado bursátil porteño. El valor de cada acción pasó de valer cerca de $ 8 desde el final del kirchnerismo (período en el cual los consumidores tenían intensamente subsidiado su consumo energético) a superar los $ 60 en enero de 2018, a raíz, en gran parte, a la actualización de las tarifas de energía eléctrica que instrumentó el gobierno de Mauricio Macri. Al cierre de esta edición, el precio se mantiene en torno a los $ 46 y ni el apagón ni el anuncio de las sanciones menguaron su cotización.

Resistencia radical

En noviembre de 2017, luego de su triunfo en las legislativas, el Gobierno firmó un decreto que dictaba la creación de Ieasa, que absorbía a Enarsa, con el fin de catalizar un proceso de reprivatización de su parte en Transener. El propio Aranguren justificó la operatoria por medio de una carta abierta. El objetivo era, según el entonces ministro de Energía, generar un ingreso "genuino" destinado a obras públicas donde el sector privado no participaba.

Por medio de la misiva, el ex funcionario resaltó que el buen desempeño de Transener en los últimos años se debió a que la toma de decisiones estaba en manos de Pampa Energía y minimizó la influencia de la participación estatal en la evolución del servicio.

Aranguren fue el principal impulsor de la reprivatización dentro del Gobierno.

"Transener cuenta con un gerenciamiento de primer nivel, es altamente sofisticada desde el punto de vista tecnológico y sus servicios mantuvieron elevados índices de calidad, aun en las peores circunstancias, cuando se la privó desde el año 2002 de las revisiones tarifarias, No es correcto afirmar que la entrada de Enarsa en el directorio de Transener haya resultado fundamental para mejorar su funcionamiento", remarcó.

Y agregó: "En los hechos, esta compañía ha sido co-controlada por Pampa Energía y Electroingeniería desde 2008, lo que, evidentemente, pone en tela de juicio la importancia estratégica que el Estado le asignó."

Pero la medida no gustó en el radicalismo, que se opuso con firmeza y, luego de un contrapunto que duró todo el año, disolvió las intenciones de privatización de esa mitad.

Uno de los principales opositores al proyecto de venta fue el ex secretario de Energía y ex presidente de Transener Jorge Lapeña, uno de los referentes orgánicos del radicalismo en materia energética.

Jorge Lapeña, ex secretario de Energía y opositor a que el Estado venda su parte de Transener.

En diálogo con El Cronista, el especialista ratificó su postura de que el Estado debe conservar su tenencia de activos de la firma transportadora y abogó por un rol más activo por parte de la parte estatal dentro del directorio.

"Transener y el sistema de transmisión de alta tensión en el que opera son la columna vertebral del sistema eléctrico argentino. En este sentido, el funcionamiento correcto de ese sistema es fundamental para que todo el suministro eléctrico funcione de forma adecuada", señaló Lapeña, actual director del Instituto Argentino de Energía Enrique Mosconi.

Más allá del apagón, y de coincidir con las explicaciones que dio Lopetegui en el Congreso, Lapeña elogió el desempeñó que mostró Transener en los últimos años. Además, estimó que el apagón contribuirá a que el Gobierno vire a una posición más intervencionista y de mayor protagonismo dentro del manejo estratégico de la empresa.

"Confío en que el Gobierno se percate de que sería muy inconveniente vender su participación. Creo que unos pocos funcionarios, pero de altísimo rango, se van a dar cuenta de que sería muy conveniente política, técnica y económicamente en mantener sus activos en Transener y en adoptar además una posición más activa en el directorio de la compañía", comentó Lapeña.

Otro especialista en el sector energético consideró, off the record, que la explicación del Lopetegui no fue satisfactoria al criticar la programación de la generación para cubrir la demanda, llevada a cabo por Cammesa, la administradora del mercado mayorista eléctrico, una sociedad formada por el Estado y las empresas del sector privado.

"La responsabilidad pasa por el modo en el que el Gobierno conformó el despacho, concentrándolo en una sola región oferente, con el objetivo de reducir costos, incurriendo en una modalidad que incrementa el factor de riesgo enormemente en caso de que ocurriera un accidente como, efectivamente, ocurrió", explicó a El Cronista este experto, uno de los más consultados por el sector privado.

Además, elogió el funcionamiento de Transener y resaltó el bajo índice de fallos que ostenta. "No tiene relevancia si el Estado tiene o no participación en Transener. Es una excelente empresa. A nivel internacional, está entre las mejores que puede haber en su rubro. Tuvo un problema, como pudo tener cualquier otra. Tendrá que asumir la multa pero no deja de ser una gran empresa, más allá de que el Estado tenga activos allí", concluyó.

Entre inversiones y multas

En su informe, la Secretaría de Energía relevó las crecientes cifras de inversión de Transener para demostrar que se trató de una falla accidental y extraordinaria.

La inversión anual, tanto de Transener como de Transba,en pesos, ajustados a la inflación de 2018, osciló entre los $ 200 millones y los 700 millones entre 1999 y 2007, año en el que ingresaron Enarsa y Electroingeniería al paquete.

La tendencia no varió demasiado hasta 2016 y, de hecho, entre 2009 y 2012, la inversión promedio anual fue de $ 320 millones. En esa época, el crecimiento de la economía se había detenido y la inflación comenzó a aumentar más vehementemente, sin la adecuación tarifaria.

No obstante, en 2016, con la actualización tarifaria y la compra del Estado a la parte de Electroingeniería, la inversión promedio anual saltó a $ 1445 millones entre 2016 y 2018, año en el que alcanzó el récord, de $ 2663 millones. "La inversión realizada en los últimos tres años triplica la de los 14 años anteriores", destacó el secretario de Energía.

Lopetegui, además, aclaró que el informe presentado es preliminar y que el definitivo estará en dos meses. A partir de allí, la multa que se aplique dependerá del ENRE.

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