Una inversión que genera ganancias sustentables

Con el correr de los últimos 20 años, las organizaciones entendieron la necesidad de contar con una gerencia de compliance. Criminales más expertos, reguladores activos y marcos regulatorios más robustos obligan a las entidades a implementar programas de cumplimiento normativo integrales y eficientes.

En sus inicios, el rol del compliance officer estuvo ligado al concepto de control interno de procesos o políticas de la corporación (código de ética) y a la normativa emitida por el regulador de su industria.

Con un contexto internacional donde la guerra contra el narcotráfico y la tragedia del 11-S pusieron de manifiesto la fragilidad de los estados en el combate contra los delitos de lavado de dinero y financiamiento del terrorismo, los hechos trajeron aparejado la urgencia de fijar reglas claras a fin de perseguir a los criminales. La creación de Unidades de Información Financiera (UIF) estuvo a la orden del día. La colaboración del sector privado fue clave para llevar adelante tal persecución, y la evolución de las posiciones de cumplimiento fue una consecuencia natural.

Localmente, a ello hay que sumarle que, con la Ley de Responsabilidad Penal Empresaria, la posición del compliance officer pasa a ser una exigencia regulatoria para ciertas personas jurídicas, y con ello, la obligatoriedad de implementar programas de Integridad que sean "efectivos".

El reto no solo está en el desempeño del rol, sino también en la industria. En términos generales, los bancos han tenido mayor experiencia en esquemas de control. El sector seguros ha ido evolucionando en este sentido en los últimos años, impulsado por sanciones más severas por incumplimientos legales/ regulatorios y normativa más exigente.

La UIF y la SSN han emitido normas y comenzado a implementar modelos de supervisión con enfoque basado en riesgos. Este cambio de paradigma regulatorio impacta de manera directa en la responsabilidad del Directorio (accountability) de los Sujetos Obligados en relación a los riesgos (regulatorios, reputacionales, legales) que éstos decidan asumir en el desarrollo de sus negocios. A su vez, las exigencias en materia de gobierno corporativo acompaña el robustecimiento del sistema en esta línea.

Los profesionales de compliance son multidisciplinarios en el desarrollo de su función. La autonomía en la toma de decisiones es clave para la salud y protección de la organización.

El rol ha ido madurando para atender a las necesidades de control y de prevención en pos de que las organizaciones no sean utilizadas como vehículos para la comisión de delitos, y aquí es donde cobra sentido entender que el rol del compliance officer es fundamentalmente preventivo por sobre reactivo: "apagar incendios" no es la fórmula para el éxito.

Demostrar que el compliance officer no es un centro de costos, sino una inversión que permite generar ganancias sustentables y evitar sanciones o el pago de multas; y a su vez, que es un socio del negocio sin ser contaminados en nuestra independencia funcional son dos de los desafíos.

El termómetro que sirve de medida para identificar la evolución del rol se encuentra cuando, ante un público determinado, se consulta si tienen conocimiento sobre las funciones de compliance, y la mayoría conoce la respuesta.

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