EL BANCO CENTRAL GARANTIZÓ QUE NO HABR PROBLEMAS DE LIQUIDEZ

Se profundiza la crisis turca por la desconfianza de los inversores

La relación con EE.UU., la gestión del presidente Erdogan y su equipo, así como las tasas son variables que, combinadas, arrojan luz sobre la crisis en Turquía

El desplome de la lira turca frente al dólar supone el mayor desafío económico para la Turquía de Recep Tayyip Erdogan desde la crisis financiera de 2001. Las razones de este hundimiento tanto son coyunturales como estructurales: el 10 de agosto, que los economistas ya bautizaron como "viernes negro", la lira perdió un 16% de su valor frente al dólar, una caída que se aceleró con un tuit del presidente estadounidense, Donald Trump, anunciando su intención de duplicar los aranceles a la importación del acero y aluminio turcos.

Ayer, Erdogan intentó tranquilizar a los mercados y afirmó que los fundamentos de la economía turca son "sólidos". En el paquete de medidas que anunció, destaca que el Banco central turco revisó los índices de reservas obligatorias para los bancos, con el objetivo de evitar cualquier problema de liquidez. Indicó que se aportaría al sistema financiero unos 10.000 millones de liras, u$s 6.000 millones y el equivalente a 3.000 millones en oro de liquidez.

Pero los economistas estiman que, más allá de las políticas económicas del gobierno, se tienen que buscar otras explicaciones a las dificultades de la 17ª potencia económica mundial.

Una es la crisis con EE.UU., que es la más graves de estos dos miembros importantes de la OTAN en 40 años e hizo temblar a los inversores. Las sanciones de Estados Unidos "secan los flujos de capitales" en dirección hacia Turquía, señala Capital Economics. Pero ya antes de la crisis con EE.UU., los economistas anunciaban una inminente tormenta financiera y expertos consideran que Erdogan adelantó a junio las elecciones, previstas para 2019, para intentar esquivarla. Tras los comicios, Turquía pasó a un sistema hiperpresidencial que concentra en las manos del jefe de Estado todos los poderes ejecutivos.

Los problemas estructurales de Turquía se reflejan en una fuerte inflación, que alcanzó en julio casi al 16% interanual, y un déficit de las cuentas corrientes que no cesa de aumentar. Otra causa es la política heterodoxa del mandatario, quien desde que llegó al poder, construyó gran parte de su popularidad a partir de un elevado crecimiento y de colosales proyectos de infraestructuras. Los economistas describen al presidente turco como un partidario del "crecimiento a cualquier precio", empezando por el de un fuerte endeudamiento.

Por otra parte, el Banco Central que en teoría debe ser independiente, pero que según muchos economistas está cada vez está más bajo la presión de Erdogan. Su decisión de no aumentar sus tasas de interés la semana pasada causó alarma en los mercados.

Ayer, el Banco central anunció una serie de medidas para tranquilizar a los inversores, entre ellas que aportaría toda la liquidez que necesiten las entidades bancarias. "Las medidas respecto a la liquidez no atacan el problema principal que es la caída de la lira", asegura sin embargo Konstantinos Anthis, analista para ADS Securities.

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