FT: el doble acto político de Argentina avanza hacia al próximo desafío

Se vienen la recesión y las negociaciones con el FMI tras un acuerdo con acreedores privados.

Cuando la ex presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, le pidió a su ex jefe de gabinete, Alberto Fernández, que se postulara en su lugar en las elecciones del año pasado, no fue solo porque pensó que tenía más posibilidades de ganar.

La tarea más urgente que enfrentaría el ganador de la presidencia sería resolver el espinoso problema de la deuda , algo que no habría sido fácil para la errática populista que era tildada de paria del mercado en 2015 -mientras terminaba sus ocho años en el poder- debido a sus frecuentes enfrentamientos con los inversores.

Hasta ahora, Fernández, un veterano operador político con reputación de entendido negociador, no ha decepcionado a su ex jefa, que ahora es su vicepresidenta. No solo ganó las elecciones presidenciales del año pasado por un cómodo margen, sino que el martes su gobierno de centroizquierda anunció triunfalmente un acuerdo con los mayores acreedores de Argentina para reestructurar u$s 65.000 millones de deuda externa, lo que podría poner fin al noveno default de deuda soberana que declaró el país en mayo.

"La verdadera historia comienza ahora", dijo Jimena Blanco, directora de América en Verisk Maplecroft, advirtiendo que una exitosa reestructuración de la deuda  representará "un punto de partida, no un destino". Si suficientes tenedores de bonos aceptan la oferta de deuda de Argentina para la nueva fecha límite del 24 de agosto, como se espera, sería un primer paso necesario para revitalizar la economía argentina.

La siguiente etapa es negociar un acuerdo con el mayor acreedor del país, el FMI, que le prestó a Argentina u$s 44.000 millones desde que estalló la crisis en 2018, con un rígido calendario de pagos que comienza a fines del año próximo. "Queda por verse si el gobierno puede implementar las políticas económicas que permitan que la reestructuración se convierta en el trampolín que posibilite el prometido éxito económico", dijo Blanco.

La crisis del coronavirus hundió a la economía aún más en una recesión que ahora transita su tercer año, y el FMI espera una contracción del 10% en 2020. Argentina también sufre uno de los índices de inflación más altos del mundo, que se verá agravado por la fuerte emisión de dinero desde que golpeó la pandemia. Y debido a los estrictos controles de capitales implementados por primera vez el año pasado, el tipo de cambio oficial está otra vez peligrosamente sobrevaluado.

El problema que enfrenta el pragmático presidente de Argentina ahora es que arreglar la economía y recuperar la confianza de los inversores requerirá de políticas que pueden ser difíciles de conciliar con el frágil entorno político local, dominado por su poderosa vicepresidenta, quien controla la facción más dura de la variopinta coalición gobernante.

"Alberto Fernández emerge fortalecido del acuerdo con los acreedores", dijo María Victoria Murillo, una argentina experta en ciencias políticas de la Universidad de Columbia en Nueva York. "Veamos qué puede hacer de ahora en más".

No está claro en qué medida los objetivos de los dos Fernández están alineados.

Los acreedores se sorprendieron al enterarse de que la vicepresidenta tuvo un papel clave en el éxito de las negociaciones de la deuda. "Ella brindó el apoyo justo cuando fue necesario en las horas más críticas de los últimos dos meses", dijo un acreedor cercano a las negociaciones, y admitió alegremente que el temor a que Fernández de Kirchner estuviera en contra de un acuerdo "era equivocado".

Pero Nicholas Watson, director gerente para América latina de la consultora Teneo, sugiere que su apoyo al acuerdo de la deuda fue a cambio de las polémicas reformas judiciales anunciadas por Fernández la semana pasada, las cuales según la oposición están diseñadas para beneficiar a su vicepresidenta, quien enfrenta múltiples acusaciones por corrupción.

"La pregunta es si (Fernández de Kirchner) y sus seguidores estarán tan dispuestos a tolerar las condiciones que imponga el FMI como parte del proceso de renegociación, particularmente en ausencia de una rápida recuperación económica, y con las inminentes elecciones de mitad de término en 2021", comentó.

Por ahora, algunos observadores creen que el gobierno podría retrasar un acuerdo con el FMI el mayor tiempo posible. "Con el acuerdo de los acreedores (asegurado) hay menos apuro por avanzar rápido con el fondo", dijo un banquero internacional. "Esperemos que no sean demasiado optimistas en cuanto al tiempo que llevará".

Aunque Argentina ahora puede estar encaminda a evitar una larga batalla legal con sus acreedores privados -como sucedió después del último gran default del país en 2001, que lo bloqueó de los mercados de capitales internacionales durante más de una década- dentro del gobierno no se hacen ilusiones sobre la escala de los desafíos que tienen por adelante.

El acuerdo de esta semana definitivamente le permite al gobierno adjudicarse una gran victoria. Pero un alto funcionario advirtió: "No es que ha cumplido su misión y eso es todo. Los desafíos aún están ahí".

Traducción: Mariana Oriolo

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