Estados Unidos no puede frenar el avance de China hacia la supremacía tecnológica

El gigante asiático se propuso llegar al liderazgo mundial en el sector para 2025 aunque para ello depende de su principal competidor

Quizá algún día el momento quede consagrado en el arte de la propaganda política. A medida que la bruma se iba del río Yangtze un día del mes de abril- Xi Jinping, de pie sobre la cima de la represa hidroeléctrica de las Tres Gargantas en Yichang -una orgullosa proeza ingenieril- proclamaba que China forjaría su propio camino para convertirse en una superpotencia tecnológica.

El público inmediato del presidente chino era un grupo de obreros sonrientes vestidos con overol azul. Pero su discurso apuntaba a la Casa Blanca, de la cual provenían rumores de una guerra comercial contra China.

"En el pasado, nos abrochamos los cinturones, apretamos los dientes y construimos dos bombas [la atómica y la de hidrógeno] y un satélite", sostuvo Xi. "En la siguiente etapa de avance en tecnología, debemos dejar de lado las ilusiones y confiar en nosotros mismos".

Esta retórica del líder chino más poderoso desde Mao Zedong reviste una importancia fundamental. No obstante, como metáfora visual, la represa de las Tres Gargantas es más reveladora de lo que Xi estaba dispuesto a reconocer. Aunque la construcción de los muros de la represa estuvo a cargo de compañías chinas, las turbinas que generan la energía eléctrica fueron suministradas, al menos en el inicio, por compañías extranjeras.

La contradicción sintetiza el dilema al que se enfrenta China a medida que intensifica una agenda tecno-nacionalista. La iniciativa oficial Hecho en China 2025 exige el liderazgo mundial del país en varios sectores tecnológicos en 2025, pero su ascenso en la cadena de valor agregado depende, en gran medida, de tecnologías y propiedad intelectual extranjeras.

Por lo tanto, la respuesta de China a la guerra comercial debe analizarse con sumo cuidado. Beijing le está pidiendo a las empresas chinas que reduzcan su dependencia de la tecnología y la propiedad intelectual de Estados Unidos en sus cadenas de suministro, reemplazándolas siempre que sea posible- por alternativas de Europa, Japón, Corea, Taiwán y otros países.

"Estados Unidos es ante todo un socio económico poco confiable", señaló un alto funcionario de la Comisión de Supervisión y Administración de Activos del Estado, un holding público cuyos ingresos combinados el año pasado fueron de 26,4 billones de yuanes (u$s 3,8 billones). "Es demasiado arriesgado confiar en ellos".

¿Puede China realmente vivir sin Estados Unidos? La respuesta de los mercados financieros parece ser "no", como se vio reflejado en la caída del valor del yuan frente al dólar y la caída simultánea de los precios bursátiles en Shanghái. Pero a largo plazo es probable que China imponga su dominio por dos razones. Podría eliminar el riesgo de la cadena de suministro reduciendo la dependencia de las importaciones estadounidenses, a pesar de las dificultades que atraviesa en áreas clave como la de los semiconductores. También podría lograr su objetivo de supremacía mundial en sectores tecnológicos como la inteligencia artificial, las telecomunicaciones 5G, el Internet de las cosas, los automóviles autónomos y la tecnología de baterías en 2025.

Un punto a favor de China es que sus actividades de reducción de riesgos quizá se apliquen solo a las importaciones de Estados Unidos, no a los componentes fabricados por empresas estadounidenses en China. Este es un factor importante: el valor de los productos fabricados y vendidos por empresas estadounidenses en China fue de aproximadamente u$s 250.000 millones el año pasado, casi el doble de los u$s 130.000 millones de productos importados de Estados Unidos.

Otro aspecto significativo es la disponibilidad inmediata de alternativas a los productos tecnológicos estadounidenses. Según investigaciones realizadas por Haitong, una sociedad de valores china, en ocho de los once sectores tecnológicos las ventas en Asia de productos procedentes de la UE, Japón, Corea y Taiwán superan a las de productos fabricados en Estados Unidos. Los tres sectores en los que Estados Unidos demuestra una clara supremacía son los semiconductores, los equipos de semiconductores y la industria aeroespacial.

El sector de los semiconductores, por lo tanto, es el pararrayos de la rivalidad tecnológica entre Estados Unidos y China. La vulnerabilidad de China quedó al descubierto en abril cuando Estados Unidos prohibió a ZTE Corp, una compañía china de telecomunicaciones, comprar semiconductores estadounidenses y otras tecnologías durante siete años. La sanción puso a ZTE de rodillas, antes de que Washington concediera un indulto.

Sin embargo, los semiconductores son también el sector en el que las ambiciones de China se ven más claras. Según Dan Wang, del grupo de investigación Gavekal, de los u$s 300.000 millones comprometidos a la iniciativa Hecho en China 2025, unos u$s 150.000 millones se destinarán a mejorar la capacidad de China en materia de semiconductores.

E incluso en el sector de los semiconductores, la "soga al cuello" de Estados Unidos dista mucho de ser total. Si las sanciones a ZTE se hubieran impuesto a su competidor chino, Huawei, hubiera sido fácil contener el daño. Huawei diseña sus propios chips mediante una subsidiaria de propiedad absoluta llamada HiSilicon, que es la séptima mayor empresa de diseño de chips del mundo.

La trayectoria de China también deja en claro la insensatez de intentar frenar su impulso de modernización. Hace una década, pocos habrían previsto su supremacía a nivel mundial en el terreno de los smartphones. No obstante, el año pasado, compañías como Huawei, Oppo y Vivo representaron el 43% de las ventas de smartphones a nivel mundial y eclipsaron a la estadounidense Apple y la coreana Samsung.

Está claro que, aunque Estados Unidos se empeñe en frenar y obstaculizar su avance tecnológico, China seguirá creciendo.

La historia de la represa de las Tres Gargantas -a fin de cuentas- quizá señale el camino a seguir. Aunque sus primeras turbinas fueron suministradas por grupos de equipos eléctricos europeos y estadounidenses, dos fabricantes chinos elevaron su apuesta lo suficientemente rápido como para participar en las etapas posteriores del proyecto. Harbin Power Equipment y Dongfang Electrical Machinery hoy se están quedando con negocios de sus rivales europeos y estadounidenses en otros países.

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