La baja del dólar no garantiza que también baje la inflación

En la cultura argentina, todos asumen que cuando sube el dólar, suben los precios. Pero el movimiento no es recíproco. Cuando la moneda estadounidense baja, en el mejor de los casos el valor de los bienes queda estable. La inflación de junio fue prueba de esa teoría, pero también de otra menos visible: cuando mejora el poder de compra de los salarios (por el efecto aguinaldo) las empresas aprovechan para recomponer algo de rentabilidad vía aumentos. Aunque sacrifiquen volumen hoy, lo recuperarán mañana.

El Gobierno concentró los ajustes de tarifas en los primeros tres meses del año, porque quería alejar las malas noticias de la temporada electoral. Pero en ese plan hubo factores no esperados: el central fue el rebote del dólar de marzo, que empujó el precio de los alimentos y de los bienes con alto componente importado. En abril llegó la reacción oficial, con medidas que buscaban detener la aceleración inflacionaria y reanimar el consumo. Las principales fueron el renacimiento de los Precios Cuidados (rebautizados como Precios Esenciales) y el congelamiento de las tarifas.

Con esta decisión, la tendencia de la inflación se dio vuelta. En junio el retroceso podría haber sido algo mayor, pero lo que traslucen los números que mostró el Indec es que los empresarios no creen que este escenario ya esté consolidado. También se notó que algunos sectores aprovecharon la pausa que abrió el Estado para hacer su propio ajuste: eso sucedió en Comunicaciones (telefonía celular, Internet, televisión paga) y en Salud (prepagas, medicamentos). Recreación y cultura anticipa la llegada de las vacaciones de invierno, y equipamiento del hogar, el peso de las expensas por la paritaria de los encargados de edificios.

Si bien estuvo por debajo del promedio mensual, Alimentos también tuvo un incremento importante (2,6%). Y es tal vez uno de los sectores en donde más se nota la recomposición de márgenes, ya que el compromiso asumido en abril de mantener abastecidos a los minoristas de los productos incluidos bajo Precios Esenciales, implicaba que en algún momento ese esfuerzo iba a ser trasladado a los consumidores.

El otro elemento que hay que considerar es que los fabricantes no ven al actual valor del dólar como de equilibrio. Que a nivel mayorista siga cotizando por abajo de $ 43 (es lo que valía en noviembre del año pasado, pese a que en ese lapso hubo más de 25% de inflación), pese a haber subido casi un peso en dos días, es una muestra de hay un recorrido alcista que todavía no se hizo. El Gobierno está de acuerdo con este concepto, incluso porque favorece el repunte de las exportaciones. Solo quiere que no suba de golpe. Por eso ya utilizó las ventas a futuro para mostrar que acepta el alza, pero no el ritmo.

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