Exportar más trabajo y menos voluntarismo

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Asumido el nuevo gobierno y, esperemos, solucionados los problemas más acuciantes de la coyuntura actual, deberemos construir un programa que apunte al mediano plazo y que debería basarse en el l crecimiento de la inversión y de las exportaciones.

En los últimos cinco años Argentina registró déficit de balanza comercial por 6,41% de su Producto Bruto, y un promedio de inversión del 18,6%, ambos registros pobres respecto de lo que necesitaríamos para lograr un crecimiento sostenido.

Lograr un nivel de inversión muy superior descansa en inspirar confianza y generar los incentivos apropiados. Tanto para los actores locales como para los inversores externos en capacidad productiva. Va de suyo que un mayor nivel de inversiones contribuirá a lograr una mayor cantidad y sofisticación de nuestras exportaciones. La sofisticación de las exportaciones requiere capacidad de innovación. No es lo mismo exportar litio en bruto que exportar las baterías de litio.

Incrementando tanto la cantidad como la calidad de las exportaciones podremos tener un camino hacia un mejor porvenir.

Los países que obtienen un mayor bienestar para su gente son aquellos que tienen una tasa de exportación alta respecto de su producto bruto. No es el caso de nuestro país. Exportamos en promedio de los últimos cinco años el 18% del PBI, por debajo de Australia, con el 28% o Chile o 29%. Exportar más implica más de lo que ya exportamos y/o darles un mayor valor agregado.

El "Atlas of Economic Complexity", de la Universidad de Harvard, clasifica los países de acuerdo con la complejidad de las mercaderías y los servicios que exporta. Toma en cuenta el alcance mundial de los productos exportados y ña sofisticación y unicidad de los productos exportados, lo que significa que pocos países producen productos similares

El concepto de "complejidad" descansa en el hecho de que ciertos países detentan mayor capacidad que otros para generar productos y servicios que contengan mayor "conocimiento productivo", de capital humano: la capacidad que tienen los ciudadanos de un país materializada en su educación y capacidad para el trabajo.

Los productos de las actividades agropecuarias y extractivas califican como de menor valor en la escala de complejidad. Contrariamente la maquinarias y aparatos para la producción y los circuitos integrados, para tomar algunos ejemplos, detentan mayor complejidad y están más integrados con las distintas facetas de la economía global.

Analizar la complejidad de los productos y servicios que un país genera y exporta puede utilizarse para predecir el crecimiento y bienestar futuro.

Vale aclarar que un bajo nivel de complejidad en las exportaciones no necesariamente implica un problema. Y ello lo podemos ver en Canadá, Noruega o Australia que, si bien detentan una baja complejidad en sus exportaciones han logrado altos niveles en sus estándares de vida. Y ello lo han hecho mediante una macroeconomía sana y relacionándose en su comercio exterior que son países coyunturalmente demandantes, como ser Australia con China y Canadá con Estados Unidos.

Sin embargo, en el caso de Australia, en la medida en que China deje de crecer a los niveles de las últimas décadas y de Noruega, cuando el mundo se oriente al abandono de los combustibles fósiles, sus bajos niveles de complejidad productiva actual, les implicará la necesidad de transformación para ascender en la cadena de la complejidad; de lo contrario comenzarán a ver un descenso en sus niveles de vida.

Los países que encabezan el ranking del Atlas son: Japón, Suiza, Corea del Sur, Alemania, Singapur, Austria, Finlandia y Suecia. Todos ellos con un promedio de ingreso per cápita de u$s 53.000 anuales. Los nuevos actores que se destacan son la República Checa y Hungría con ingresos de u$s 23.000 y u$s 15.000 anuales, respectivamente. Todos estos países detentan una baja dotación de recursos naturales, u$s 10.000 per cápita por año, 20% respecto del de los países en el párrafo siguiente.

Como anticipamos, aquellos que no se destacan por su complejidad productiva, pero que detentan una alta dotación de recursos naturales como Australia, Canadá y Noruega alcanzan un promedio de ingreso anual per cápita de u$s 53.000.

Todos los países mencionados, y que exponen distintos modelos de relación con el planeta, se caracterizan por detentar un alto nivel de capital humano, de acuerdo con el ránking de Capital Humano del Banco Mundial.

Para patentizar este hecho sirve el caso de Venezuela que, con una alta dotación de recursos naturales (el 75% de sus exportaciones están compuestas por petróleo crudo, uno de los más bajos productos de acuerdo con su complejidad) tiene un bajo nivel de capital humano; lo que resulta en un magro ingreso per cápita de u$s 3300.

La relevancia para Argentina en complejizar las exportaciones no debe ser relativizada por el hecho de pensar que estamos "significativamente" dotados de recursos. De acuerdo con un informe del Banco Mundial, "The Changing Wealth of Nations", poseemos una dotación de recursos naturales calculada en u$s 16.000 per cápita mientras que en Australia ascienden a u$s 180.000, en Noruega a u$s 103.000, en Canadá a u$s 52.000 y en Chile a u$s 55.000.

Tenemos que exportar más de lo que ya exportamos, así como al mismo tiempo generar mayor sofisticación en nuestras exportaciones. Descansar más en la mejora continua y menos en el voluntarismo. De acuerdo con el Atlas, nuestro país se ubica 72 entre 133 países. En 1995 estábamos en el lugar 53 de 129. Nos hemos "primarizado".

Finalmente, para dar una idea de la incidencia de la complejidad de las exportaciones sobre el bienestar de la población mostraremos las diferencias entre Japón, que califica como el país de mayor complejidad productiva y Argentina.

Japón exporta por la suma de u$s 923.000 millones. El 55% de sus exportaciones se componen: servicios, 19%; maquinarias, 10%, vehículos y piezas, 16%; circuitos integrados, 10%. Todos ellos de alta complejidad y valor agregado.

Nuestro país exporta por u$s 74.000 millones. El 75% se compone: 19%, por servicios, el 40% por agricultura y ganadería; el 9% por vehículos y piezas; el 3% por químicos y el 3% por minerales. Un perfil menos sofisticado que el japonés.

Finalmente, en la próxima década, de acuerdo con los análisis prospectivos del Atlas, los países que han llevado su producción a sectores más complejos, como Vietnam y China, son los que experimentarán un crecimiento más vigoroso. Para nuestro país, con base en su estructura de complejidad actual, se estima un crecimiento anual de un magro 2,44% anual, orden 98° entre 126 países. Llamada de atención para nuestros futuros líderes.

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