El fastidio del Gobierno por los fallos adversos hace enojar a la Corte Suprema

El clima de tensión que se vive por estas horas en la Corte Suprema de Justicia ya no se esconde. La mayoría de los ministros reconoce la división en el máximo tribunal, que se palpa en el día a día y muchas veces tiene correlación directa en los fallos que se firman. Sin embargo, en los pasillos del cuarto piso de los tribunales de Talcahuano existe un punto sobre el que no existe grieta. Nunca el Poder Judicial sufrió una afrenta tan grave a su independencia como durante el segundo mandato de Cristina Kirchner.

Por eso todavía sigue generando sorpresa cómo reaccionó el gobierno de Mauricio Macri ante el fallo adverso que la Corte rubricó hace tres semanas, cuando dio de baja la decisión ejecutiva de quitarle el IVA a productos esenciales y reducir el impuesto a las Ganancias en detrimento de los fondos de coparticipación de las provincias. "Es tan independiente que parece opositora", fue la frase del ministro de Justicia Germán Garavano que molestó, sin distinción, a los jueces del máximo tribunal.

La frase de Garavano contra los jueces posterior al fallo cayó mal en la órbita del máximo tribunal

Garavano, en cuatro años de gestión, construyó con los jueces una relación de cordialidad y respeto que se valoró desde los dos lados del mostrador. Incluso, muchos opositores resaltaron la mejora en los niveles de institucionalidad que se logró durante el macrismo. El de IVA y Ganancias no fue el primer fallo adverso que la Corte le firmó al Gobierno. El gesto, en cambio, fue diferente, y desde lo discursivo, mucho más directo en contra de los jueces. "Fue la primera vez que actuó de esta manera, pero estuvo mal, fue innecesario y no cayó bien", contó a El Cronista una fuente que frecuenta las oficinas de los magistrados.

En el Gobierno, mientras, sienten que ya no hay tiempo, ni ganas, de dibujar muecas amistosas hacia un tribunal que, entienden, complicó la gobernabilidad durante el último año y medio. "Siempre respetamos los fallos, pero eso no implica que no sintamos que están influenciados por la política", sostienen funcionarios ejecutivos que le adjudican a la última sentencia una "intencionalidad electoralista".

En la Rosada respetan la sentencia, pero ya no hay ánimo para muecas amistosas hacia los jueces de la Corte

En medio de esa tirantez, surge la pelea mayor. La del control de la Corte, que cada vez se hace más evidente y casi nadie disimula. La presidencia de Carlos Rosenkrantz, por mandato, expira el 30 de septiembre de 2021. Pero, en los hechos, el titular del cuerpo no ha podido hacerse valer en las votaciones y su opinión siempre fue en disidencia respecto a la denominada mayoría peronista de Ricardo Lorenzetti, Horacio Rosatti y Juan Carlos Maqueda.

Rosenkrantz es el único de los jueces con perfil académico, que resalta como una virtud el rol de árbitro de los magistrados y rechaza que la afinidad política se traslade a un fallo. "Cree en la consistencia de sus opiniones, pero piensa que están 'polucionados' por la política", sostienen desde el entorno del juez sobre la visión que tiene de sus colegas. En charlas con su mesa chica, él se desmarca de toda vinculación con Macri y, a la vez, reconoce en Alberto Fernández y su equipo el hecho de, por ahora, no haber intentado un acercamiento a la Corte.

Rosatti fue ministro de Justicia en el kirchnerismo, Maqueda, diputado por el PJ, y Lorenzetti más de una vez coqueteó con jugar políticamente. Los tres, incluso con matices y diferencias cada vez más evidentes, representan el modelo de juez que Rosenkrantz cuestiona. Pero que, por una cuestión de convivencia, tiene que tolerar.

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