Ciudades inteligentes, ambiente protegido

El uso de tecnologías como la IoT o la Inteligencia Artificial empieza a tener efectos positivos al diseñar y administrar los centros urbanos. 

El mundo necesita ir cada vez a un ritmo más acelerado hacia la construcción de ciudades sustentables. Quizá, una medida apropiada es hacer uso de la innovación que trae la tecnología para adquirir la rapidez que se requiere.

Soluciones como visualización de datos, Inteligencia Artificial, machine learning, blockchain e IoT, entre otras, se han vuelto esenciales para diseñar espacios más sustentables, para darles a los habitantes el mayor confort con el menor impacto ambiental. 

Para entender la importancia de desarrollar smart cities es preciso conocer las previsiones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Según esta entidad, en 1950 apenas 751 millones de personas vivían en ciudades, pero en 2018 la población urbana ya alcanzaba los 4200 millones de personas. 

Ante tanto crecimiento, las smart cities pueden hacer uso de la tecnología para proponer cambios demográficos que impacten tanto en la organización del tránsito como en la educación y los sistemas de salud. Por eso, anualmente, en Europa están invirtiendo alrededor de u$s 19.000 millones para el diseño de estas ciudades

Así, por ejemplo, gracias a las métricas es posible empezar a tener consciencia sobre el consumo de energía y así saber en qué momento se usa más, en qué espacios, prever los picos de demanda y tomar acciones para equilibrar los KW que ya pueden almacenarse en baterías. Además, en espacios compartidos, por ejemplo, se puede bajar el uso de luz cuando no se los usa, refrigerarlos solo si es necesario, medir la temperatura ambiente mediante sensores y no malgastar en acondicionadores. 

Del mismo modo, la domótica permite administrar a distancia ciertas tareas del hogar y mejorar la climatización de los ambientes. Así, las cortinas se pueden programar para reaccionar frente a la luz solar, el horario para que se prendan las luces o los aires acondicionados. La idea central es ganar confort, pero sin subir el consumo para que el impacto ambiental tenga una curva descendente. 

Que los edificios se vuelvan smart buildings será una condición de base para todos. Las construcciones deberán ser cada vez más autosuficientes, con una gestión integrada y automatizada. 

Los autos se compartirán, y en cada estacionamiento será necesario un cargador para vehículos eléctricos, dando como resultado un tránsito más ordenado y menos denso. Al mismo tiempo, la planificación tenderá a tener más unidades funcionales dentro de una ciudad, para que un barrio contenga en pocas cuadras todo lo que los habitantes de la zona necesitan: trabajar, dispersión, naturaleza, servicios de salud y hacer las compras. 

Los dispositivos, conectados entre sí mediante IoT, absorberán una cantidad ilimitada de datos, que serán vitales para encontrar los puntos a mejorar y para seguir investigando cómo volver a las ciudades cada vez más inteligentes, desde su planificación hasta las viviendas que se están construyendo.