Elecciones 2019

El surgimiento de Alternativa Federal como tercer espacio, potenciado por la figura de Lavagna, hizo creer que era posible romper la polarización. Pero distintos factores conspiraron para que esto no ocurriera.

En septiembre de 2018, Sergio Massa, Miguel Pichetto, Juan Manuel Urtubey y Juan Schiaretti sellaban con una foto fundacional el nacimiento de Alternativa Federal. Planteaban entonces la creación de un nuevo espacio que se proponía darle forma a un peronismo renovado y republicano, distinto al kirchnerismo, capaz de dar pelea para llegar al poder.

La convicción de que era posible construir otra alternativa, salir de la dicotomía Macri-Cristina y darle al electorado la posibilidad de saltar la grieta generó expectativas; más aún, cuando la figura de Roberto Lavagna irrumpió en escena e hizo pensar que un proyecto superador a dos gobiernos el actual y el anterior-, con fracasos de gestión a cuestas, podía abrir otra oportunidad para la Argentina.

Pero a esa ilusión sobrevino el desencanto: la ancha avenida del medio se fue quedando sin oxígeno por los vaivenes de sus dirigentes y la negativa de Lavagna a someterse a una interna, aunque fue Cristina Kirchner quien la dejó apenas conectada a un respirador artificial cuando anunció que su ex jefe de gabinete Alberto Fernández sería la cabeza de una fórmula que ella integraría como vice. Ese corrimiento del kirchnerismo a un lugar de mayor moderación detonó al espacio "del medio". Después vinieron el realineamiento de los gobernadores del PJ y los "pases del año" de Massa y Pichetto, pero fueron, en todo caso, apenas el golpe de gracia.

Sólo Lavagna y Urtubey se mantuvieron firmes y por instinto de supervivencia confluyeron en un mismo espacio, pero el frente que ambos lideran, Consenso Federal, se encamina, según encuestas, a convertirse en una opción testimonial cercana al 10%, cuando no mucho tiempo atrás sus dirigentes se habían animado a soñar con un escenario de tres tercios que rompiera la polarización.

¿Qué pasó? ¿Fueron la impericia y labilidad de sus dirigentes responsables de que la tercera opción se diluyera? ¿O el tibio entusiasmo que supieron despertar en el electorado lo que frustró su despegue? ¿Vale culpar a la historia sin fin del bipartidismo vernáculo por esta nueva oportunidad perdida?

Los analistas consultados coinciden en que los dos extremos de la grieta hicieron todo para que la tercera vía desapareciera y asegurarse así su propia supervivencia. La estabilidad del dólar, un factor crucial para que Macri pueda soñar con conseguir su reelección, también ayudó.

Pero a decir del politólogo Andrés Malamud, fue la maldita grieta la que volvió a imponer su lógica bipolar: "Si hay un gobierno, dos oposiciones sobran. El grado de fragmentación de los sistemas partidarios depende de dos factores: las divisiones sociales y las reglas institucionales. En la Argentina, ambas (sobre todo las reglas) favorecen el bipartidismo", sostiene el investigador de la Universidad de Lisboa para explicar la dificultad que las terceras fuerzan han tenido en la Argentina para desafiar a la trampa binaria de peronismo-antiperonismo que caracteriza a la política local.

"La división social con mayor impacto político es la que separa a peronistas de no peronistas; aunque el PRO pareció trascender esa dicotomía, llegó al poder aliándose al no peronismo", aclara.

Malamud hace referencia a tres "reglas institucionales" que impidieron que la tercera fuerza se consolidara: "El presidencialismo (si solo se elige un cargo, no tiene sentido desperdiciar el voto en alguien que no pueda ganar); el ballotage disminuido (al permitir la victoria con menos del 50% en primera vuelta, partidos y electores tienen incentivos para poner un voto útil, en vez de uno expresivo en esa instancia), y el federalismo (o conjunto de 24 presidencialismos provinciales que reducen la fragmentación del voto)".

¿La aparición de un líder carismático podría haber roto con esa lógica?, preguntó El Cronista.

"Un líder carismático podría substituir a uno de los polos, pero sin cambiar las reglas institucionales no alteraría el juego bipolar. Y los dirigentes de la avenida del medio resultaron menos habilidosos que los de las veredas, que no se dejaron substituir", responde el experto.

Para su colega José Nun, "el problema de AF no fue únicamente el escaso peso electoral propio de las organizaciones que formaron la coalición sino la inconsistencia ideológica y la desconfianza recíproca de quienes quisieron liderarla".

"Es claro que esa tercera opción se demoró mucho en arrancar y también que hay dirigentes que se autoproclaman progresistas´ y que en vez de contribuir a ella han hecho volteretas que asombran y que contradicen sin pudor alguno lo que sostuvieron por años", dice.

Según Rosendo Fraga, la causa de la desarticulación del espacio "fue la falta de cohesión (de sus dirigentes) para evitar las acciones de los dos líderes que buscaban la polarización".

"El tercer espacio no logró superar el efecto de la polarización. Una de las pocas cuestiones en las que Macri y CFK estaban de acuerdo, era en impedir su consolidación porque éste complicaba la estrategia de ambos, que era la misma: evitar que surgiera una tercera alternativa competitiva", indica.

El analista político Sergio Berensztein admite que "las idas y vueltas de sus dirigentes y el mal manejo de la relación entre Alternativa y Consenso 19 ( la fuerza primigenia de Lavagna) erosionaron al medio".

"Si a eso se suma que una de las grandes coaliciones en pugna giró hacia posturas más moderadas con Alberto Fernández, que puede tener un discurso más parecido al de Lavagna o al de Urtubey, y se agregaron luego los pases de Pichetto al oficialismo y de Massa al kirchnerismo, eso te termina ahogando políticamente", explica.

Berensztein reconoce que el juego electoral se exhibe muy polarizado, pero aclara que "faltan varias semanas para la PASO y puede aparecer aún un cisne negro (un evento inesperado que altere el escenario) o algún traspié en cualquiera de las coaliciones dominantes, que tienen, se sabe, sus rencillas internas. Y esto podría ser capitalizado por Lavagna y Urtubey".

El politólogo también anota a "la pax cambiaria" entre los factores que le permitieron a Macri recuperar imagen, como se viene constatando en los sondeos de fines de abril a esta parte, y ayudaron a desbaratar al espacio del medio.

En efecto; es que al principio la figura de Lavagna pareció seducir a un sector del electorado por el recuerdo de la pericia con la que el exministro de Economía manejó la crisis de 2001, pero está claro que en un escenario de mayor estabilidad como el actual (con dólar en baja) ese activo perdió la potencia inicial.

Julio Burdman, por su parte, introduce otra causa que, cree, conspiró contra la consolidación de la vía del medio. "Nunca tuvo claro a qué electorado se estaba dirigiendo. Se basaron en un análisis ficticio de que había dos polos y un centro conformado por un sector importante de indecisos que estaba buscando una vía intermedia entre uno y otro polo. Pero no hay ningún estudio que permita verificar que eso haya sido así", dice.

Según Burdman, AF y Lavagna "se basaron en ese diagnóstico (erróneo) e hicieron una especie de oferta discursiva dirigida a un centro que no estaba en el electorado".

Para cerrar, Fraga intenta explicar por qué, pese al sentimiento "antigrieta" que recogen las encuestas (cerca de un 40% dice no querer votar ni a Macri ni a CFK) la tercera posición no logró consolidarse: "Aunque cuatro de cada 10 votantes no quieran votar ni a Macri ni a Cristina, sin una alternativa que los represente, en mayor o menor medida, quedarán dominados por la polarización. El proyecto de Lavagna que incorporaba al socialismo, GEN, y sectores de la UCR, pudo haber representado ese anhelo de tercera opción. Pero con la dupla Lavagna-Urtubey, y Eduardo Bali Bucca en Provincia, terminó siendo una disidencia del PJ".