La economía de la adversidad: los nuevos vientos del fin de la era K

La economía entró en un acelerado tobogán a partir de la segunda mitad del año cuando estalló la crisis con los holdouts y la Argentina se precipitó al default. Recesión, alta inflación, caída del salario, aumento del desempleo y el consumo en retroceso son parte de un círculo vicioso que, anticipan los expertos, será difícil revertir. ¿Hacia dónde vamos?

El 30 de julio fue el día bisagra en la economía local. Hasta ese día los indicadores reflejaban una tendencia recesiva, tensión en el mercado laboral y presión sobre el mercado financiero. Pero a partir de la entrada en default todo se agravó. ¿Es automático el efecto del conflicto con los fondos buitre sobre la economía real? No, pero sí lo fue sobre las perspectivas, porque la falta de resolución del conflicto de la deuda en Nueva York dejó en claro que no habrá acceso al crédito por lo menos hasta el año que viene.

Sin financiamiento, la inversión será menor, y por eso la creación de empleo bajará y, sin más trabajo, el consumo seguirá enfriándose. Un círculo vicioso en pleno funcionamiento.

Si bien tanto el gobierno de Néstor Kirchner como el de Cristina Fernández enfrentaron escenarios y circunstancias adversas, desde que llegaron al poder en 2003 sólo hubo un año con recesión -2009, producto de la crisis financiera internacional- y lograron salir de eso a fuerza de políticas contracíclicas y estímulo de la demanda. Pero la receta no es fácil de repetir en la actualidad, y mucho menos lo es conseguir el mismo resultado.

"La reactivación de la economía con medidas del Estado es compleja, porque en la actualidad hay una caída del salario real y desempleo en alza que genera expectativas negativas en los consumidores. En ese contexto, no hay inyección de incentivos que haga repuntar la economía", asegura el economista Orlando Ferreres.

Para el titular de la consultora que lleva su nombre, el año empezó con una perspectiva de caída de la actividad del 1,5% y una inflación estimada del 30% anual. Pero con la crisis con los holdouts, las estimaciones fueron recalculadas y ahora prevén una baja de la actividad del 2,5% y una nivel de suba de precios del 40% anual.

Para Ferreres, el principal problema es el deterioro de los ingresos de los trabajadores que supone ese nivel de aumento de precios. "El salario real caerá entre 5 y 7 puntos porcentuales para diciembre, porque suben por debajo de la inflación". Todo esto redunda en menor poder adquisitivo y menor consumo, que fue el principal motor del crecimiento del modelo K de la economía.

Doble recesión

En el propio oficialismo admiten la dificultad del escenario. El economista de la Gran Makro, Agustín D'Attellis, apoya la decisión del Gobierno de enviar un proyecto de ley al Congreso para cambiar el agente de pago de la deuda reestructurada, pero resalta que si en enero no se resuelve el conflicto con los fondos buitre, la recesión podría extenderse al 2015.

"En el corto plazo, el conflicto con los buitres y la tensión recesiva y del mercado de trabajo van en paralelo, no se vinculan. Pero es cierto que si seguís dilatando el acuerdo con los holdouts y el país se queda sin posibilidades de refinanciar la deuda y sin acceder a crédito a tasas lógicas, entrado el año que viene esa situación va a generar problemas en la economía real", admite D'Attellis.

Para el referente del think tank oficialista, hay margen en el corto plazo para reactivar la economía utilizando fuentes de financiación interna, colocaciones en pesos dólar linked y realizando políticas de estímulo a la demanda como los aumentos a la jubilación y los planes de incentivo al empleo anunciados. "Tiene más lógica que implementar política de ajuste", dice, y agrega que es un proceso "aspirando a una solución con los buitres el año que viene".

El gerente de Desarrollo de Negocios de abeceb.com, Juan Pablo Ronderos, coincide con el riesgo que implica lo que él llama un "default prolongado". "El Banco Central se vería obligado a acelerar la tasa de depreciación del peso para evitar que la brecha con el dólar blue continúe ampliándose. Esto se traduciría en una mayor tasa de inflación, y también en tasas de interés más altas para recobrar el control de los mercados monetario y cambiario.

"Si bien un escenario como éste involucraría una mayor volatilidad y elevados niveles de incertidumbre, no supone un descontrol ni mucho menos. Aunque obviamente, la economía sufriría una contracción del orden del 3% en 2014, y del 0,5% el año próximo", considera Ronderos. Esto serían dos años continuados de recesión, algo que nunca se dio en la economía local desde el 2003.

Con un default que se extiende en el tiempo, "aquellos que estaban esperando tener más claro el panorama para los próximos meses para tomar sus decisiones de inversión, producción, empleo, etc., optarían por una postura más conservadora. Así, las inversiones se demorarían, muchas suspensiones laborales se convertirían en despidos, lo que generaría un escenario más complicado en términos de actividad para lo que queda del año", señala el especialista de abeceb.com.

Las provincias son otro de los grupos que más afectados se verá este año por el default y la recesión. Un informe realizado por Cippec, señala que por su nivel de endeudamiento, algunas provincias enfrentarán serias dificultades si necesitan refinanciar su deuda y extender el calendario de pagos.

A fines de 2002, la deuda provincial superaba el 20% del PIB de la Argentina. Actualmente, alcanza apenas el 7%. Y, mientras en 2001 más de la mitad de la deuda provincial estaba denominada en moneda extranjera, esa proporción cayó al 27% en 2008 (ver recuadro).

Según el cálculo de Walter Agosto, investigador principal de Cippec, el 51% de la deuda provincial está en manos del Estado nacional, porcentaje que asciende al 53% si se agregan los fondos fiduciarios.
Sin embargo, la situación es muy diferente de distrito a distrito. "Mientras el stock de deuda supera la mitad de los ingresos provinciales anuales en Buenos Aires (60%), Río Negro (58%) y Jujuy (56%), en otras provincias, como La Pampa (2%), Santiago del Estero (3%), Santa Fe (5%) y San Luis (6%), no supera el 10%", marca el informe.

El dilema de la estanflación

Lo que agrava el escenario negativo es la posibilidad de que esa recesión de dos años esté acompañada por alta inflación. La Gran Makro prevé para este año un aumento de precios del 25% anual y economistas como Orlando Ferreres y Jorge Todesca apuntan a que la suba de precios se acerque al 40% anual. D'Attellis admitió que el gran desafío que enfrenta la conducción económica para poder revertir el escenario de recesión en el corto plazo es "poner el foco en el traslado a precios, porque eso podría generar que todo el trabajo de estímulo de la economía se caiga".

El ex viceministro de Economía, Jorge Todesca, considera que "hay expansión monetaria y recesión que no producen el efecto de bajar la inflación por la expectativa de devaluación".

"En julio vimos que la tendencia de descenso de la inflación, que había ido recortando el crecimiento mes a mes desde enero, volvió a rebotar y estuvo por encima del nivel de junio. Lo único que nos queda para contener la inflación es la recesión, que es un recurso sangriento e insuficiente para hacerlo", concluye Todesca.

Así como en julio la venta de dólares ahorro fue récord, la negativa para que los monotributistas accedan a esa mercado también fue muy superior a lo esperado (sólo el 3% de los inscriptos en ese régimen que pidieron comprar dólares a la Adminsitración Federal de Ingresos Públicos consiguió su autorización para hacerlo). Pero además, el Banco Central se paró sobre los dólares de los importadores y sólo le permitió pagos al exterior a quienes podían mostrar una operación de ingreso de divisas similar al que pedían permiso para pagar al exterior.

"Las autorizaciones para importar y para girar divisas al exterior continuarían siendo a cuenta gotas, con el objetivo de evitar una mayor pérdida de reservas", considera Ronderos.

El sector que más sufrió en este contexto es el automotriz. La industria de las terminales asegura que adeuda importaciones ya realizadas por más de u$s 2.000 millones por las trabas que le impone el Central para poder girar fondos al exterior.

Tarjeta amarilla al empleo

El canal más cruel de transmisión de la crisis financiera a la economía real es el empleo.

La desocupación subió 0,5 puntos porcentuales en el segundo trimestre del año y, de prolongarse la recesión y la falta de acceso al crédito para financiar grandes proyectos de inversión, la pérdida de puestos de trabajo podría agravarse.

Orlando Ferreres prevé "que habrá entre 150.000 y 200.000 personas más desempleadas a fin de año. Tanto provenientes de la industria como de los servicios, porque cae tanto el consumo en restaurantes como en las autopartistas. Todo lo que es prescindible se ajusta", dice.

La Coordinadora de Actividades Mercantiles (CAME) prevé para todo el año una caída en la venta minorista de entre el 6 y 7% en volumen. En tanto, la industria registraría una caída de alrededor del 4% en promedio, con un foco mayor en la industria automotriz que prevé una caída de producción del 25%. Todas razones para pensar que el trabajo está en peligro en un modelo que creció apuntalado por el aumento de la ocupación y del consumo, y que atraviesa una crisis que aún no sabemos cuán prolongada y profunda puede llegar a ser.

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