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Soledad Villamil: "La brecha entre los que más y menos tienen ya es inmoral en la Argentina"

La reconocida actriz confía en que el Congreso "no le deje pasar al Gobierno" proyectos de ley que agraven aún más la situación de los más vulnerables. También hace votos para que se sostenga la actividad cultural y de las artes en el país, un sector que, asegura, atraviesa hoy un mal momento.

Entre la abnegada Laura Ramallo, que cuando se propone algo lo consigue, y la doctora Irene Menéndez Hastings, cuya vida entera fue mirar para adelante ("Atrás no es mi jurisdicción, me declaró incompetente"), hay alguien en común que además de actuar, cantar y componer, se ilusiona como ellas en "hacer algo memorable", que cuando la gente la oiga o la vea "le cambie un poquito la vida". Soledad Villamil es la actriz que en El mismo amor, la misma lluvia y en el Secreto de sus ojos, como en tantas otras películas exitosas (Un muro de silencio, La vida según Muriel, No sos vos soy yo) redobló la apuesta y se animó a ponerle voz a su carrera artística.

En plenos días de ensayo y presentación de su cuarto disco Ni antes ni después (con once temas de su autoría), en el Torquato Tasso, ahora le toca interpretar a la arquitecta Marta Horvath en un nuevo film (Las Grietas de Jara) que ahonda en el género policial para desmenuzar una sociedad que exhibe su costado más débil y donde está acompañada por Oscar Martínez, Joaquín Furriel, Laura Novoa y los españoles Santiago Segura y Sara Sálamo.

- ¿Cuál es la foto de tu infancia que te conecta con las cosas que venís haciendo hoy, como actuar, cantar o escribir?

-Los juegos de la infancia. En el jardín de la casa de La Plata con mis hermanos, en la vereda con los amigos de la cuadra. Un tiempo sin tiempo para jugar, inventar, imaginar. Armar mundos, casitas de muñecas, rastis, disfrazarse, poner y discutir reglas, enojarse, amigarse. Pasar las horas jugando, a eso intento volver siempre.

- En una entrevista reciente te referías a tu paso adolescente por lugares como el Parakultural, el Rojas o Cemento. ¿Cómo se revela hoy esa necesidad de actuar?

-De la misma manera. Es la necesidad que me lleva a producir los discos, a montar los shows. Es la necesidad interna que se transforma en acción cuando decido encarar la producción y no quedarme esperando que suene el teléfono.

- Se me vienen a la memoria personajes como el de Laura en El mismo amor, la misma lluvia; el de María en No sos vos, soy yo, o el de Irene, en El secreto de sus ojos. ¿Con cuál de ellos te sentiste más identificada?

- Con todos me sentí identificada, porque la identificación es lo primero que necesitamos los actores para interpretar un personaje. Buscar ese punto de conexión, entender y aprehender a ese ser que está escrito en un papel, que todavía no tiene cuerpo y al que le vamos a prestar el nuestro. Eso es parte de lo alucinante de actuar. Poner el cuerpo propio al servicio de otro ser que salió de la imaginación del guionista. Y en nuestra interpretación se une lo que creó el autor y lo que imagina el actor. Una alquimia muy delicada que necesita mucho de la identificación.

- Participaste en uno de los capítulos de Televisión x la Identidad, el de Tatiana, la primera nieta recuperada por Abuelas. ¿Qué te pasa hoy cuando el número de nietos recuperados llega a 127?

- Me da esperanza en el ser humano como género. Y un agradecimiento infinito al trabajo de las Madres y las Abuelas.

- Hay películas que supieron reflejar una época y que despertaron mucha empatía con el público. ¿Cómo ves este tiempo que nos toca vivir y qué te logra transmitir ese público que te sigue?

- El público siempre agradece que haya películas, música y canciones que le cuenten su historia, que reflejen parte de lo que nos ocurre como contemporáneos. Es un entramado que sostiene, cuestiona y repiensa la identidad de una sociedad, de un país. Por eso es tan importante que se sostenga la actividad cultural, la producción de películas, de música, de todas las artes en general. Y éste no es un buen momento en ese sentido.

- Venís presentando en el Tasso, Ni antes ni después. ¿Cómo fue ese proceso de intérprete a compositora?

- Un disco renueva expectativas y en esta ocasión, al estar compuesto por canciones propias, despertó mucha ansiedad cuando en los anteriores la mayoría de las composiciones eran de otros autores (solo participa el cantautor uruguayo Jorge Drexler, con No trates de un tema inédito). Fue y es un proceso intenso, un desafío que tiene momentos muy plenos y otros turbulentos, pero que en el balance general me llena de entusiasmo.

- Y haciendo referencia a uno de sus temas nuevos, Pasan, ¿qué cosas de este Gobierno dejarías pasar y qué no?

- En el tema Pasan hablo de la posibilidad de tomar distancia del vértigo de las cosas que pasan, de la actualidad que rápidamente se convierte en pasado para poder entrever aunque sea un momento algo de lo más esencial que nos rodea. Apartarse un poco del ruido. Espero que al Gobierno las cámaras (legislativas) no le dejen pasar proyectos de ley que agranden la brecha que ya es absolutamente inmoral entre los que más y los que menos tienen.

- ¿Qué te atrapó de este nuevo papel cinematográfico en Las grietas de Jara, donde se aborda la hipocresía en la vida social?

- Me gustó mucho el guión, basado en la novela de Claudia Piñeiro. Me gustan mucho las tramas policiales y en este caso la oscuridad que tienen cada uno de los personajes que imaginó el director Nicolás Gil Lavedra, incluyendo el que me toca interpretar.

Vivir de lo que uno hace

"Yo me siento una afortunada de poder vivir de lo que hago y de tener la posibilidad de seguir jugando y aprendiendo con mi trabajo", asegura Soledad Villamil, que lleva ganados en su carrera como actriz un premio Goya, un ACE, dos Cóndor de Plata y tres premios Clarín, además del Oscar a la mejor película extranjera por El secreto de sus ojos, dirigida por Juan José Campanella. Y como cantante dos Carlos Gardel.

"Que haya personas que quieran sacar una entrada para verme cantar o para ver una película, es gratificante. Con eso solo ya sería más que suficiente. Así que los premios son un extra, que por supuesto me dan alegría pero que no hacen al día a día de mi trabajo", señala, a modo de conclusión.

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