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PRO: contrastes de una fuerza nueva integrada por familias tradicionales

El autor repasa la historia de las familias que componen el macrismo, como los Bullrich, los Pinedo y los Rodríguez Larreta. Según dice, forman parte de un linaje que siempre ha estado cerca de las decisiones importantes de la Argentina. La relación de Mauricio y Franco.

Franco Macri suele recordar que comenzó a llevar a Mauricio a sus reuniones de trabajo a partir de los 12 años. No haría nada parecido con ninguno de sus otros hermanos. Lo hacía acompañarlo también a sus viajes de negocios en distintas partes del mundo y lo obligaba a leer los contratos que iba a firmar. En paralelo, se formaba en el Cardenal Newman. Sin dudas, esa etapa resultó algo especial para Macri, en la que hizo amigos que lo acompañaron en sus diferentes emprendimientos y que hoy forman parte de su gestión: hay unos 20 funcionarios con pasado en ese instituto.

El Colegio Cardenal Newman es un colegio privado de Zona Norte, católico, bilingüe, con primaria y secundaria, y exclusivo para varones, con más de 50 años de historia. Desde sus inicios, es el elegido de un grupo social tradicional, de valores conservadores y de alto poder adquisitivo. Aunque sus elevadas cuotas lo ubican en el ranking de los cinco colegios más caros del país, su exclusividad no se deriva tanto de su precio como de la extracción social de sus alumnos, describe la periodista Luciana Vázquez en el libro La educación de los que influyen.

Como es de imaginar, en el country de Benavídez, en Tigre, que lleva el nombre del colegio y que tiene un club de rugby dentro, el triunfo electoral de Macri se celebró con gritos, bailes y fuegos articiales. En sus calles interiores los vecinos se saludaban con gestos emocionados, casi como un ritual de liberación. Lo curioso del caso es que en el Newman la política es un tema vedado. Incluso, los profesores tienen prohibido debatir temas polémicos de la actualidad.

"En el colegio había cero política, del golpe no tengo recuerdos", contó alguna vez Macri, que egresó justamente en 1976. Perteneciente a la congregación católica irlandesa Christian Brothers, fundada en 1802 por el beato y hombre de negocios Edmund Rice, el colegio tuvo su primera sede sobre avenida Belgrano, en el barrio de Montserrat, donde Macri cursó el primario. Luego se trasladaron a un amplio campo en Boulogne, donde hizo el secundario. El Newman no tenía un gran nivel académico por entonces, pero los hermanos eran estrictos en cuanto a las cuestiones disciplinarias. "El estilo de conducción de los curas te marca. Los alumnos se unían para protegerse. Eso te generaba unas amistades muy sólidas", explicó alguna vez Macri por qué conserva a su alrededor tantos ex compañeros. Los hermanos varones de Macri, Gianfranco y Mariano, también fueron al Newman, pero los echaron por indisciplinados.

La particular relación amor/odio, colaboración/competencia, de Mauricio Macri con Franco da para un ensayo. Ellos mismos suelen referirse al tema en las entrevistas. El Presidente acepta que entró a la carrera de Ingeniería en la UCA un poco influido por su padre, para que completara lo que él no había podido. Cuando promediaba los estudios, él también se dio cuenta de que la ingeniería no era lo que más le interesaba, pero se propuso recibirse como fuera.

Con el título bajo el brazo hizo cursos de posgrado en la Universidad de Columbia y en Pennsylvania. Y, aquí, en la Universidad del CEMA, usina del pensamiento neoliberal local. En su perfil público en la red social empresarial Linkedin, Macri sostiene que se desempeñó como "analista" en la empresa Sideco entre 1980 y 1983, y que luego fue escalando -año tras año, en esperable carrera meteórica- a "controller" en Sideco, supervisor y gerente general de Socma, presidente de nuevo en Sideco, para terminar como presidente de Sevel entre 1992 y 1994, los últimos puestos empresariales que reconoce antes de dedicarse a los cargos públicos, primero en Boca Juniors y después en la Ciudad de Buenos Aires.

Lo cierto es que desde muy joven quedó a cargo de algunas de las negociaciones del Grupo. En una lógica que habría que tener muy en cuenta a la hora de analizar los hallazgos sobre sus finanzas arrojados por los Panama Papers, Mauricio Macri contó que el dólar estaba fuerte y acá había inflación, así que era mejor sacar la plata afuera, respecto a la diversicación del holding familiar a partir de los 80 en la búsqueda de negocios en el exterior.

La plata la ganaban acá, pero la depositaban e invertían afuera, a contramano de lo que hoy le reclama a los empresarios locales. Mauricio ansiaba poner un pie en Estados Unidos, un país que siempre le causó gran admiración. La familia materna, los Blanco Villegas, lo impulsaban hacia allí para que se despegara de su padre en particular y de los italianos en general. Hay toda una teoría entre ex colaboradores y amigos del Presidente acerca de su educación y de las opciones que tomó. Que su padre Franco siempre buscó instruirlo dentro de un espíritu desarrollista, incluso Mauricio llegó a compartir varias cenas con el propio Arturo Frondizi, a quien él y su Gabinete mencionan como el mejor presidente que tuvo el país. Sin embargo, prevalecerán las enseñanzas que recibió de parte de los docentes del Instituto de Economía Social de Mercado de la UCeDé que contrató su tío Blanco Villegas, con Álvaro Alsogaray a la cabeza.

En vez de la ideología industrialista paraestatal -tan italiana, poco elegante y con cierto vaho a sudor a su alrededor- que le proponía su padre, optó por el imaginario agropecuario exportador liberal-rentista -adorador de todo lo que venga de Norteamérica, del glamour de las aristocracias y de la fragancia del perfume importado- que le ofrecía su familia materna. Yo nunca tuve apego a Italia, nunca lo vi como modelo de nada. Siempre me gustó la sociedad americana. Y siempre intenté trabajar con las empresas americanas, no con las europeas. Tienen un estilo de relación más claro y transparente, se confesó el hoy presidente en una oportunidad.

Ya se escribió bastante sobre la primera incursión de los Macri en tierra americana, cuando intentaron construir un complejo de torres en la zona oeste de Manhattan y buscaron asociarse con el viejo zorro del business y hoy presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Los entretelones del frustrado acuerdo se parecieron bastante más a los escarceos de dos capos sicilianos que a la supuesta transparencia anglosajona que Macri dice admirar. El negocio casi termina mandando al Grupo a la quiebra, Trump se terminó quedando con el proyecto. Después de varias vueltas, el magnate aceptó pagarles 117 millones de dólares.

Papá se tuvo que volver porque le había agarrado un infarto. Justo arrancaba la democracia y yo me tuve que quedar a cerrar la negociación con Trump. Con 24 años cerré la venta de ese terreno gigante que papá había "opcionado", una transacción con un cheque que a valores de hoy sería como de 600 millones de dólares, contó Mauricio.

Puede interpretarse como una marca de esta época que aquellos dos hombres de negocios que de día se peleaban por apropiarse de un terreno en Nueva York y de noche se iban de juerga hayan terminado al mismo tiempo como presidentes de sus respectivos países.

El cambio en el nivel de conocimiento de los Macri, el salto del poco atractivo mundo de la construcción a las luces del jet set de la burguesía nacional, se produjo en 1981 con la adquisición de la automotriz Sevel, la firma que e los 80 unió a Fiat y a Peugeot. El cóctel de recesión económica y mayor apertura para la importación de autos generó una crisis en el sector en el tramo final de la dictadura que, por ejemplo, llevó al cierre a General Motors y a Citroën. Peugeot se fue de Sevel y Fiat quería también desprenderse de su parte, que incluía la mochila de una deuda externa de 170 millones de dólares.

La venta de Sevel al Grupo Macri, en verdad, se convirtió en un acuerdo de management para llevar adelante un despido masivo de personal y cierre de plantas. La reestructuración se cumplió, pero nada la hacía viable en tanto se mantuviera el peso de la deuda que aplastaba cualquier posibilidad de recuperación. Entonces llegó Domingo Cavallo al Banco Central con el traje de Hood Robin para salvar a muchos de los principales empresarios del país que pasaban apuros.

- Título: Macristocracia. 

La historia de las familias que gobiernan la Argentina

- Autor: Fernando Cibeira
- Sello: Planeta
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