Marx: "El acuerdo con el FMI será útil si hay consistencia"

Para el economista, el mercado le dará al Gobierno "un respiro", pero deberá explicitar un plan de largo plazo que resuelva los problemas de productividad y competitividad del país para recuperar confianza. Prevé hacia adelante un escenario complejo en materia de empleo y pérdida del poder adquisitivo, pero también una oportunidad para corregir los desequilibrios.

La renovada "popularidad" de los economistas vernáculos ha ido escalando en los últimos meses al compás de la volatilidad financiera que hoy tiene al borde de un ataque de nervios a la mayoría de los argentinos. Reflejo de la creciente ansiedad por saber a cuánto llegará la cotización del dólar o si el país logrará finalmente despejar el fantasma del default, hombres como Daniel Marx son figuras de consulta obligada a la hora de intentar dar con alguna certeza en medio de los vaivenes económicos que en la Argentina parecen no tener fin. En una entrevista con 3Días, el ex secretario de Finanzas (1999-2001) y director de Quantum toma distancia del clima de incertidumbre reinante para echar luz sobre lo que cabe esperar en adelante, tras la rúbrica del nuevo acuerdo con el FMI.

 

 

¿Alcanzan los u$s 7100 millones adicionales que nos da el Fondo para convencer a los mercados que somos viables?

-Creo que en términos de cantidad de dinero para cubrir las necesidades del Tesoro de este año y el año que viene alcanzaría, asumiendo que no hay otra corrida por otro lado y que se cumplen las metas, que es un poco lo que va a quedar pendiente. Lo que digo es otras corridas que no se transformen, por ejemplo, en un retiro sustancial de letes o que haya también estabilidad en el sistema financiero y que no requiera una asistencia particular.

 

Pero, ¿el fantasma del default está despejado o sigue rondando?

-Disminuye sustancialmente la probabilidad. En la mayoría de los países ese fantasma no existe y no debería existir en la Argentina, pero un poco por nuestra historia, la sospecha... pero si uno habla de condiciones de normalidad no debería ocurrir.

 

Tendrá poder de fuego suficiente el BCRA para evitar que el dólar se le escape por arriba de la banda de 34-44 que se fijó en el nuevo esquema?

-Acá la teoría atrás es que la principal arma es el precio, la cotización del tipo de cambio, no la cantidad. Entonces lo que se armó es un tipo de cambio flotante que se moverá con oferta y demanda como existe en muchísimos países. Las historias de los bancos centrales poniéndose a defender una moneda externa teniendo recursos limitados muchas veces ha tenido problemas. Argentina no tiene esta tradición y tiene un esquema mucho más bimonetario que otros, y por eso dijeron empezamos con un tutor de banda, pero pretende moverse a un esquema de flotación, yo lo interpreto así, donde usaría mucho más las fluctuaciones de precio para equilibrarlo que las cantidades de intervención del BCRA.

 

¿Cómo vio la primera reacción del mercado tras los anuncios?

-Creo que es cauteloso, pero le están dando una especie de voto de confianza inicial, el beneficio de la duda, cosa que no es malo después de haber generado todas las preocupaciones previas. Esperemos que no se cometan más errores y se pueda mostrar consistencia, y con esto me refiero a cómo juega la política monetaria, cambiaria y fiscal, pero también lo intertemporal, que eso va a empezar a ser el foco creo a lo largo del tiempo, es decir, cómo se sostiene y se mejoran los problemas más estructurales de la Argentina. Por lo menos ya hay un respiro para poder plantear esta cuestión más estructural.

 

¿Cuál será el impacto en la actividad de esta política de cero emisión de aquí a junio de 2019?

-En Argentina con la baja monetización de pesos, las fluctuaciones del tipo de cambio tienen un impacto importante en la economía, por eso creo que están tratando de reforzar la demanda de pesos y que los impactos se vayan amortiguando a lo largo del tiempo, es la transición, que es difícil, pero que quieren tratar de hacer. Ahora en el corto plazo, la devaluación tiene impacto en caída del poder adquisitivo y por lo tanto menor actividad. Pero esto también tiene que ver con menor ingreso de capitales. Entonces, en el mediano plazo, si el tipo de cambio mejora, puede haber más razón para tener ingreso de capitales y más ganancias si uno quiere en materia de cuentas externas y con esto recupere la actividad, es decir, que caiga el déficit de la cuenta corriente y hasta pueda ser superavitario sin que sea neutralizado por salida de capitales.

 

Resumiendo, ¿le tiene fe al acuerdo con el FMI?

-El acuerdo con el FMI es una herramienta que no reemplaza la política, que se implemente la política tienen que ver con las decisiones que tome el Ejecutivo. Si sirve o no, depende más de otras cuestiones. Si la otra cuestión está bien alineada, esa herramienta es más útil.

 

¿Y qué le está faltando al Gobierno para poder generar esa confianza?

-Hay que pensar en algo más institucional de comportamientos. Argentina tiene por delante un desafío de competitividad, de mejorar su productividad, sus posibilidades de crecimiento sostenible, y con eso también tiene un desafío de cómo realinear las cuentas fiscales que va más allá de un solo mandato presidencial. Dicho esto, tiene que mostrar alguna capacidad de manejo dentro de un programa que tenga en cuenta el corto mediano y largo plazo y que tenga una coherencia al respecto.

 

El problema es que el año que viene hay elecciones y muchos se preguntan si habrá continuidad del ciclo político...

-Sí, pero en otros países no se asocia tanto un cambio de signo político o unas elecciones presidenciales con tener que empezar todo de nuevo, creo que ahí hay que trabajar para mostrar que hay varias cosas que van más allá de algún mandato presidencial.

 

López Murphy propuso días atrás diez años de austeridad e ir a un acuerdo político. ¿Está madura la dirigencia política argentina para este tipo de acuerdos?

-Dos comentarios: uno, esto no es solo para los de afuera, es para los de adentro antes que para los de afuera. Y segundo, yo creo que hay algún grado de mayor madurez de la que hemos tenido, lo que ocurre es que Argentina tiene una historia de mucha volatilidad, incluso en las políticas, entonces hoy hay que quizá sobreactuar un poco comparado con otros países donde eso se da por hecho.

 

¿Y cómo deberíamos sobreactuar?

-Implementar algunos programas más de largo plazo. Por ejemplo: identificar un problema, cómo mejorar la productividad de Argentina y eliminar alguna, o tratar de manejar o ir eliminando alguna de las rigideces. Otro problema de largo plazo es el sistema previsional, va mucho más allá de cualquier gobierno y tiene un impacto importante sobre las cuentas fiscales. Además, va a ser creciente, entonces generar algún tipo de solución a esta complicación que vamos a tener...

 

En diciembre pasado el Gobierno pagó un alto costo político por la reforma previsional, son temas que requieren mucho consenso y Cambiemos no tiene mayoría legislativa...

-Por eso hablaba de la capacidad de manejo, si aparece algo así que da la impresión de una reacción momentánea y no tiene alguna legitimidad de evaluación previa y de cómo enfrentar este problema y, sí, se exacerban las diferencias. Esto al margen de quién va a ser el ministro o cómo se conforma el Ejecutivo, hablo más de algunos temas de largo plazo de la Argentina, por eso tenemos un Congreso también que es multipartidario y no se inicia ni desaparece con un mandato presidencial. Ahí se supone que se tienen que consensuar determinadas políticas. Y después el Ejecutivo es el que ejecuta.

 

¿Por ejemplo?

-Bueno, el Gobierno está diciendo que quiere tener mínimo un déficit primario cero, pero la realidad es que la mejora más importante para el año próximo tiene que ver con las retenciones a las exportaciones, que no necesariamente son el impuesto más eficiente. Si Argentina se normaliza, cómo va a ser la transición de depender de la mejora del impuesto a las exportaciones a otra cosa. En el corto plazo sirven, pero yo hablo más allá. Creo que un país que busca insertarse en el mundo y ser competitivo es difícil sostener un impuesto a las exportaciones y más si el país empieza a ser más confiable, el tipo de cambio no estaría tan depreciado, entonces hay mucho menos lugar para un impuesto a las exportaciones, que tienen otros problemas, como ser la cadena de valor agregado, la inserción en el mundo, uno tiene muchas veces insumos importados que integra acá, le da valor agregado y exporta. Entonces, esto atenta en el diseño este tipo de valor agregado. Y otro tema son las fluctuaciones del tipo de cambio de Argentina que hemos tenido, desde peso apreciado muchas veces, y peso depreciado otras tantas veces, y hay que ver la simetría de este tipo de imposición y si uno quiere hacerlo simétrico sino tendría que tener un fondo de fluctuación.

 

Para el ciudadano de a pie, ¿qué cabe esperar en lo sucesivo?

-Está la pérdida de poder adquisitivo que ha ocurrido y probablemente continúe por la inflación, hay algunas amenazas al empleo, especialmente en algunos sectores, por ejemplo, construcción que había sido un generador importante de empleo el año pasado. Esto es un escenario complejo para adelante, pero uno puede verlo también como la oportunidad para corregir desequilibrios.

 

¿Cree que Macri tendrá margen para enderezar el barco y poder buscar la reelección?

-Yo creo que sí, porque pienso que una parte importante de la población está consciente que Argentina tiene problemas recurrentes y se puede plantear un esquema de superación. Y eso es más una acción política que una acción meramente de ejercicio económico. Y de hecho, creo que parte del mandato que tuvo este gobierno era hacer este tipo de planteos, me parece que también hay un reclamo de una cuestión más de estabilidad de largo plazo y desarrollo de posibilidades.

 

¿Por qué cree el mundo decidió apoyar a Argentina? Usted era secretario de Finanzas cuando en 2001 ese apoyo fue retaceado...

-En 2001-2002 la situación internacional era muy complicada para Argentina, porque el país se enfrentó con un dólar muy alto a nivel mundial, precios de exportación muy bajos, tasa de interés mucho más alta que la actual también, y encima tenía una ley que ataba el peso al dólar cuando lo aconsejable por ahí en el ciclo económico era salirse de ese esquema o hacer una deflación importante, lo cual también políticamente era difícil. Hoy uno, objetivamente, no tiene esa situación y, además, Argentina está en un esquema donde el gobierno tiene minoría, pero puede tener un diálogo maduro. Y no tiene un esquema de tipo de cambio fijo, por eso creo que la comparación con 2001 es exagerada.

 

Se habla de un temor al retorno al populismo para explicar en parte ese apoyo tan claro...

-En parte, porque se ve que Argentina tenía problemas, tenía relaciones internacionales muy complicadas y este gobierno, Argentina en general, está tratando de superarlo y en función de eso hay una simpatía que ayuda, pero eso no reemplaza el hecho de que la Argentina tenga que tener un programa también, la simpatía ayuda, pero no cubre todo.

 

¿Y falta ese programa que mire el largo plazo?

-Sí, creo que está faltando. Por eso hablamos de identificar temas como productividad, competitividad, mecanismos de inserción... El tipo de cambio debería ayudar.

Dudas por los cambios en el BCRA"Creo que Sandleris es una persona que tiene sus capacidades y hay que respetarlo. Ahora, si bien el BCRA en la Argentina tiene toda una historia de estar sujeto a los vaivenes, en su conducción me refiero, siempre es bueno tener un presidente del BCRA que por lo menos se lo vea con criterio propio y aporte riqueza en la discusión. Creo que Sandleris puede aportar criterios, pero ahí me pregunto por la riqueza y la señal que uno quiere dar de un esquema donde las instituciones se balanceen entre sí y esto habría que tenerlo en cuenta, por lo menos, cómo va a actuar cada una de los responsables de estas instituciones".
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