Malcorra: "La pobreza es una asignatura pendiente muy fuerte del Presidente"

La ex canciller acaba de publicar su primer libro, en donde narra en primera persona su paso por la ONU, Telecom, IBM, además de la función pública. 

Mucha gente me dijo tenés mucho para contar, deberías escribir un libro", responde la ex canciller Susana Malcorra cuando se le pregunta cómo fue que se decidió a escribir su primera obra, Pasión por el resultado (Paidós). Es que Malcorra no solo fue canciller. Es rosarina, ingeniera, trabajó en IBM, fue CEO de Telecom y estuvo 12 años en la ONU, donde llegó a ser jefa de gabinete del entonces secretario general Ban Ki Moon. Cuando por razones personales debió abandonar la Cancillería, empezó a tener más tiempo libre; "mucho más". Fue en ese momento en que comenzó a plantearse que "algo valía la pena hacer". Pero una biografía le parecía demasiado pretencioso. "Empecé a jugar con esta idea de hacer una serie de anécdotas e historias personales", cuenta. Y así fue que lanzó su primer libro, que le tomó seis meses escribir. En un mano a mano con 3Días, no solo habla de su vida personal y profesional, sino que da su visión sobre la marcha del Gobierno y el acuerdo con el FMI.

 

 

¿Con qué criterio elegiste las historias? ¿Qué le quisiste transmitir al lector?

-La selección fue lo más difícil. Tengo muchas historias más. Lo que hice fue sentarme y pensarlo con un par de colegas y colaboradores y grabar una conversación de cuáles eran las historias posibles entre nosotros, sobre todo en todo lo que tiene que ver con la ONU, donde más diversidad de historias tenía. Después, repensé y decidí, de todo lo que habíamos discutido, cuáles eran las prioridades. Me pareció que era importante mostrar una de cada período, entonces, hay una de IBM, una de Telecom, varias de ONU y la última, la de Cancillería. Y cada historia la elegí pensando que tenía algo en el mensaje y en la conclusión, que se podía conectar en esta noción de las características de un líder y un énfasis también en la cuestión del liderazgo femenino.

 

¿Y por qué optaste por hacer ese énfasis?

-Lo que cuento, y las características de liderazgo que doy, aplican al liderazgo, no es solo femenino, pero me parece que algunas de esas características están acentuadas en las mujeres. Cuando hablo de empatía, por ejemplo, me parece que, en general, las mujeres somos más empáticas. Aparte, es un momento en el que hay un déficit de liderazgo femenino que se nota, y que con esta necesidad de encontrar respuestas en un mundo complejo es importante agregar liderazgo femenino, por eso insistí en esa perspectiva.

 

En el libro contás que la gente que te conoce mucho te preguntó por qué habías aceptado ser canciller. ¿Qué les dijiste?

-Cuando el entonces candidato Macri me llamó por teléfono y me dijo "querría que seas mi canciller", me movilizó muchísimo. No estaba en mis planes, no tenía la más mínima intención. Pero cuando me lo planteó, sentí que era un momento en el que había una oportunidad de contribuir con mi país, era una deuda que tenía pendiente. Me interesa mucho la política. Creí que era un momento en el que, quizás, llegaba el punto de pasar a la acción. Aun así, le dije que teníamos que conversar, porque no es tan fácil. Vine a reunirme con él, hablamos tres horas, para entender si era factible que trabajáramos juntos.

 

A la vez, decís que gente que te conoce mucho te preguntó por qué dejaste la Cancillería. A ellos, ¿qué les respondiste?

-Fundamentalmente, por razones personales y familiares. Una situación de enfermedad. Mi marido y yo vivimos a control remoto durante nueve años y ya era momento de estar juntos, y hubo una circunstancia particular que lo provocó, lo aceleró. También, sentí que el punto de máxima contribución que yo podía hacer había pasado. Durante ese año y medio en el que compartí con el Presidente todos mis contactos, mi agenda internacional, ya se había generado una red que era de él, era propia. Sentí que era un momento en el que podía irme. No sentía que dejaba una responsabilidad a medio camino, a pesar de que, como siempre pasa en estas cosas, no hiciste todo lo que podías hacer y que, seguramente, podrías haber hecho mucho más.

 

¿Qué te quedó en el tintero?

-África. Soy una convencida de que la Argentina tiene ahí una oportunidad, desde la óptica de la agroindustria, tanto en términos comerciales como de cooperación y complementación, hice poco. Algunas cuestiones en Asia tampoco llegué a cubrir adecuadamente. Por ejemplo, la India me quedó postergada. Pero, en realidad, en el tiempo que estuve, produjimos una integración, un acercamiento directo que, normalmente, se hubiera producido en tres o cuatro años de trabajo, y lo hicimos en mucho menos tiempo.

 

¿Cómo ves al gobierno de Macri?

-Mi impresión es que el golpe de la situación que se dio hace pocos meses atrás fue muy fuerte, que ha desafiado el primer objetivo que planteó el Presidente: pobreza cero. Él mismo dijo que esa es su deuda y que va a ser medido por eso, ahí hay una asignatura pendiente muy fuerte. Creo que hubo un período en el que la gestión se vio complicada por una estructura de gabinete muy grande, que generaba una necesidad de coordinación que, ante las dificultades y los desafíos que hay en la Argentina, tuvieron un impacto, probablemente negativo, en producir resultados. El Presidente también lo ha admitido, ha hecho un cambio en ese sentido, ha revisado la conformación de su gabinete. Es también cierto que la realidad externa, los vientos externos, han cambiado. Me parece que hay un entendimiento de que hay mucho por hacer, y con una realidad muy compleja para acompañar.

 

Esto que planteás del gabinete se lo cuestionaron desde un primer momento. ¿Reaccionó tarde?

-Los presidentes tienen la autoridad y el poder para definir cómo arman su equipo. El Presidente estaba muy convencido de esto. Creo que era un modelo que había servido en la Ciudad y que probablemente era un modelo que era más horizontal, más tipo sector privado. El gobierno de una nación tiene otro tipo de complejidades y creo que agregó necesidad de coordinación, y la coordinación, en sí misma, es mucha energía dispersa.

 

Algunos dicen que el Gobierno acudió muy rápido al FMI. ¿Vos cómo lo ves?

-Me cuesta opinar, porque cuando uno no tiene toda la información es difícil decir esto debió haber sido de una manera o de otra. Habiendo estado en la gestión pública, sé que los procesos de decisión son complejos y muchas veces se toman con información que la gente común no tiene. Sí siento que haber tomado la decisión de ir al Fondo es muy dura, y asumo que se tomó teniendo suficiente convicción, seguro, pero, aparte, suficiente dato firme como para que se justificara.

 

Con Macri, ¿cambió la visión que se tiene internacionalmente de la Argentina?

-La Argentina siempre genera intriga, porque la gente que entiende se da cuenta que tiene un montón de capacidades que no están produciendo lo que deberían. La Argentina estaba muy alejada del mundo y el Presidente reabrió ese vínculo. Eso significó una expectativa muy positiva.

Ser líder

El libro de Susana Malcorra no es una biografía ni tampoco cuenta hechos y experiencias en orden cronológico. Como le gusta decir a ella, simplemente hilvana historias. Y, cada una de ellas, tiene su conclusión. Y es allí donde la autora hace una definición que arropa todo el libro y que explica su título: La pasión por el resultado.

 

Así, la ex canciller muestra, a través de su carrera profesional, pero también a partir de anécdotas de su vida personal, cómo fue evolucionando, qué cosas hizo y de qué forma las concretó. Todo esto trata de narrarlo desde la óptica de una mujer que supo ocupar distintas posiciones de liderazgo.

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