Luis Tonelli: "Al Gobierno lo aplazo en rosca política"
En una suerte de balance de fin de año, el politólogo radical asegura que al Gobierno le falta rosca política y que el Presidente arma un esquema disparatado de microministros para que nadie pueda ensombrecerlo. Cree que hay un cambio de comportamiento en política y que Cambiemos logró instalar ese mensaje. La crisis, la grieta y el futuro, bajo análisis.
A Luis Tonelli le gusta definirse como un politólogo full life, alguien que vive de la política sin ser político. Como ex funcionario de Raúl Alfonsín (secretario general de la presidencia) y de Fernando de la Rúa (director general de Planificación Estratégica) acumuló la suficiente experiencia para decidir no volver a esos trotes. "Después del 2001, no quise saber nada con estar bajo bandera porque perdés plata, subís de peso y te salen más canas. Fueron años muy duros y muy frustrantes. Aunque uno se lleva la satisfacción de haber hecho bien lo que podía en circunstancias tremendas", relata a 3 Días en su departamento de Retiro. Hoy dicta clases y conferencias en universidades locales y extranjeras y forma parte del grupo radical Olimpia, encargado de elaborar propuestas que llevan a la Casa Rosada Ernesto Sanz o Alfredo Cornejo. "Pero a ellos no les cobro", dice risueño.
Graduado en la Universidad del Salvador y en la Universidad de Oxford, quizá su mayor virtud sea su capacidad para permitirse jugar con un discurso que va de la academia a la irreverencia de un tipo de barrio, como lo fue en su Bernal natal.
3Días lo convocó para analizar el año de la crisis y evaluar los futuros escenarios. Locuaz, filosísimo y con un gran sentido del humor, el profesor Tonelli arranca con su análisis sin esperar la pregunta.
"En la Argentina hay una mecánica de ciclos. Y en esos ciclos, el peronismo es el partido de la crisis. Se cree que son los únicos que pueden gobernar este despelote, como dice mi tía Nacha. Tras una debacle, el peronismo agarra un país abaratado internamente por una devaluación machaza y gobierna, claro. Pero sabemos que hasta un gato muerto rebota si se cae del séptimo piso. Ganan las elecciones de medio término y van por la reelección, y después por la re-reelección, y entonces quieren modificar la Constitución. La economía comienza a andar mal y nos dejan el pasaporte al apocalipsis. Ahí, mi tía Nacha dirá que todo anda mal porque estos peronchos se roban todo. Conclusión: ganan las elecciones los no peronistas, pero el auto está ya chocado, poco pueden hacer, y el país entra de nuevo en crisis. Así fue siempre pero ahora estamos viviendo una novedad. El no peronismo está gobernando la crisis. Van, vienen, chocan aún más el auto, sin embargo no tenemos ese contexto de crisis terminal y se gobierna este país. Si gana Mauricio Macri, será una novedad que se reelija al no peronismo. Y si gana el peronismo, esta vez agarrará al país sin crisis abismal. Y esto también sería una novedad".
¿Hay un cambio cultural real, como dice el Gobierno?
-No sé si cultural, pero sí hay un cambio de comportamiento. Se ha desdramatizado la política. Alfonsín dijo felices pascuas en 1987 y todavía lo están cargando. Aunque también dijo que ya no corría sangre en la Argentina. Hoy se puede decir cualquier cosa. El discurso político está acompañado del jaja de wasap. Elisa Carrió es un caso emblemático. "Ya no le creo al Presidente, jaja". Hay una resignación, es decir, un signo que ahora tiene otro significado. Será porque el kirchnerimo exageró tanto al punto de llegar a una caricatura. Y también hay una idea de cambio estético de la política.
¿Alcanza eso para gobernar un país?
-No alcanza, pero esta idea de cambio es la que está sosteniendo al Gobierno. Hoy nadie le teme a Mauricio Macri. Sin embargo, Cambiemos se basa en un gran temor: el regreso del kirchnerismo. El temor, en general, es una herramienta de gobierno tremenda, que unifica las voluntades y configura la unión política. Y otra cosa sobre el cual se sustenta este Gobierno es un apoyo internacional increíble. Nunca visto.
¿Y por qué lo apoyan?
-No sé. Es un gran misterio (risas). ¿Viste que el G20 fue como una fiesta de Cambiemos? Faltaban los globos y que Macri bailara. Y creo que eso fue importante. No digo decisivo, pero sí importante. Fijate que los mismos participantes que se había roto el cuero en el G7 acá estuvieron bien, con buena onda. En el Gobierno son muy buenos para eso. Son grandes anfitriones. Y fue un instrumento de política internacional. No lo minimicemos. Puedo ser irónico y matarme de risa, pero después vinieron u$s 57.000 millones. Y De la Rúa se cayó por u$s 1200 millones.
¿Crees que el Presidente entiende el juego de la política? Acaba de tener dos derrotas en el Congreso y en la Corte Suprema que con política se podrían haber evitado...
-Sí, pero en otro momento quizá hubieran sido fatales. Y ahora no. La política es multidimensional. Es como la vida de uno. Y cada día presenta arenas nuevas. Hay ciertas cosas en donde Cambiemos innovó. Sobre todo, en la estética, en la comunicación, porque ellos mismos son el mensaje. Marcos Peña es un mensaje. No tiene nada que ver con los políticos tradicionales. Y este chico suave es un tiburón. Ese es el mensaje de cambio. Cambiemos es esa figura. Inclusive, lo han endulzado a Mauricio Macri, porque el Presidente no es ese tipo.
¿Y cómo es el Presidente?
Es alguien que viene de una empresa familiar, con semejante padre. Es un tipo duro, frio; sin embargo, aquí es un tipo correcto. Es muy disciplinado, muy ambicioso, que se entrega a los especialistas en su estética personal. Pero arma un esquema disparatado de microministros para que nadie pueda ensombrecerlo, porque él no es una figura política. Macri dispersa el poder. Lo hace en el Gabinete y también en la Corte Suprema. Ni siquiera lo llamó por teléfono a Carlos Rosenkrantz y ahora el tipo está solo. Entonces, son muy buenos en algunas cosas, pero a este Gobierno lo aplazo en rosca política.
¿No debería generar más acuerdos con el peronismo blando?
-Yo digo que sí pero el que está gobernando es Macri. Y Macri es un tipo que no viene de la política y prefiere la dispersión del poder antes que sentarse a negociar con un alter ego. No sé si es una estrategia, pero es la zona de confort del Presidente.
Hace un año tenía más de 60% de imagen positiva y se descontaba su reelección. Ahora no se sabe si le puede ganar a Cristina. ¿Por qué se cometen tantos errores?
-Creo que inicialmente erraron el diagnóstico de dos maneras. Una es subestimando la situación y sobrestimando sus capacidades. Eso fue fatal porque creyeron que el gradualismo iba a ser sustentado por inversiones y que había que comprar paraguas de aluminio porque iban a caer del cielo dólares termosellados. A partir de ahí, con esa idea de que íbamos a nadar en plata, pensaron que no necesitaban un ministro de economía importante. Crearon un gobierno para Suecia. Son gente muy preparada en lo teórico, pero no conocían muy bien cuál era la interna de la Legal y técnica. Entonces, la realidad te choca.
¿Sigue siendo un candidato competitivo con la recesión brutal, la caída del consumo y el aumento de la pobreza?
-Primero hay que entender la lógica de las elecciones. No es lo mismo que ir de compras al supermercado. Una va al super y se compra el chocolate blanco con pasas. Acá hay una compra comunitaria, la mayoría decide y finalmente tenés que comer chocolate amargo. La oferta, además, es oligopólica, hay dos o tres y jodete. Es lo que hay. Entonces cuando se conjugan las dos cosas, una compra comunitaria y una oferta oligopólica, realmente es complicado. El señor jefe de Gabinete dice que la demanda llega a la política y no es así:la oferta te condiciona absolutamente. Ahora la mecánica de esta oferta es polarizada y se evapora el centro, que además tiene a un peronismo dividido.
¿El peronismo no pudo, no supo o no quiso generar un candidato alternativo superador al pasado?
-Cristina no perdió las elecciones en 2015, las perdió Scioli, y generó una estructura de poder. Incluso tengo mis dudas de que haya querido que gane Scioli. En general, siempre un presidente saliente prefiere que gane un contrincante a que gane un segundo, porque un segundo lo jubila. Todo eso hace difícil que surja otra alternativa en el peronismo.
¿Es posible un escenario en donde Cristina se baje de la candidatura para dejar de ser un obstáculo?
-No es descabellado, pero creo que todo político quiere ser presidente y todo presidente quiere ser reelegido y volver. Yo soy politólogo no psicólogo. No sé qué pasa por la cabeza de la señora. Pero me parece que, si hay grieta, todo lo del medio se evapora. Para sobrevivir, hay que generar una grieta contra la grieta. Si te quedás en el medio, la grieta te liquida. A la ancha avenida del medio le meten un Metrobús o un micro escolar naranja. Porque la patrona tiene posibilidades también.
¿Y hay espacio para que aparezca un cisne negro como (Roberto) Lavagna o un outsider como (Marcelo) Tinelli en 2019?
-Yo no sé. Es cierto que Lavagna no tiene imagen negativa, un poco más está en el bronce, pero lo tienen que votar. No sé si eso se traduce en votos. Y Tinelli es muy popular pero no sé si la gente quiere un tipo que administra culos y tetas. Yo creo que no. (risas).
Todo indica que no habrá diciembre negro, pero queda un año por delante. ¿Está garantizada la gobernabilidad?
-Gobernabilidad implica muchas cosas. Hay muchas arenas que tiene la política. Una es la arena del palacio, donde los tipos tienen que levantar la mano, como el caso de la Corte o el Congreso. Ahí el Gobierno va a estar siempre en minoría. Inclusive está en minoría en la Corte en donde nombró a dos ministros. Algo increíble. Pero ya dijimos que a este Gobierno le gusta estar en minoría porque prefiere la dispersión de poder. En el palacio no tiene mayoría, pero sacó leyes importantes, no se cerró el Congreso, no hubo grandes rebeliones, y cuando vas al número hay gobernabilidad en minoría. En cuanto a la calle, otra arena fundamental, la manejan Carolina Stanley y Patricia Bullrich. Con zanahoria y palito. Por ahora, no se vienen las hordas, nadie está saqueando los supermercados. A lo otro, a los manifestantes que marcan tarjeta, vienen con la vianda y escuchan la marcha peronista por spotify, ya estamos acostumbrados. Pero nadie está quemando nada. Es muy fuerte que un gobierno de amateurs en política controlen eso, algo clave en la Argentina.
Pero el riesgo País no para de crecer, aún con el dólar estable. ¿No se está poniendo en duda el liderazgo de Macri en los mercados?
-Este no es un sistema que no se basa en el liderazgo sino en una esperanza de que esto finalmente se consolide y cambie la política en la Argentina. No se trata acá de falta de carisma, como dice mi admirado Eduardo Fidanza. Pedirle a Macri carisma es como pedirles que haga la triple mortal en los juegos panamericanos. Ahora bien, el indicador fundamental de la gobernabilidad del mercado no es la actividad económica, no es el desempleo ni la recesión. Es el dólar. ¿Cómo se mueve el mundo? En base a la guita; este tiene plata, no tiene plata. Cuando se rompe la moneda, no sabés cuánto vales, te volvés loco. Te liquida. El quilombo en la Argentina nunca se generó con una recesión. Pero sí con una hiperinflación o una fuga de capitales. Eso afecta la moneda y afecta la integración social. Y ahí nos volvemos locos.
¿Hay riesgo de que eso vuelva?
-Siempre hay riesgo si un país tiene inestabilidades crónicas como en la Argentina. El apoyo del FMI con u$s 57.000 millones ayuda, pero no alcanza para desarrollar la confianza.
¿Cuál fue el mayor error y el mayor acierto del Gobierno en 2018?
-Dos cuestiones económicas. El mayor error fue dejar escapar el dólar. Y el mayor acierto fue haberlo parado.
Carrió y la ruptura en Cambiemos¿Las críticas brutales de Elisa Carrió no perjudican al Gobierno?
-Sí, pero viste que en este Gobierno menos por menos es más, porque cambian todos los signos de la política. Y Carrió es una persona extremadamente inteligente. Creo que no podría hacer lo que hace en ningún sistema político salvo en la Argentina. Ella está en una posición límite, está en el borde. Si uno piensa que se puede ir en cualquier momento es porque está en el borde. Ahora, estar en el borde de alguna manera marca la amplitud del fenómeno. Pero todo eso queda adentro. Va explorando los límites cada día más.
¿No hay riesgo de ruptura en Cambiemos?
No, realmente la coalición no está en peligro. Hay consenso sobre hacia donde queremos llegar. Es una coalición homógenea. La Alianza no era una coalición homogénea ideológicamente. Chacho Alvarez pensaba una cosa y (Alberto) Flamarique, otra. Lo mismo pasaba con De la Rúa y Alfonsín. En Cambiemos, todos sus miembros están de acuerdo en que el populismo quede atrás. Después, las cuestiones internas, o como se dan los tiempos, generan tensiones que no ponen en peligro la coalición. Creo que se pondría en peligro si volara todo por los aires.
"La UCR debe discutir la arquitectura del Gobierno que viene"Como radical, ¿no siente que el macrismo los ningunea?
-No. El radicalismo va a una coalición con el PRO porque sus votantes estaban pintados de amarillo. El electorado clásico del radicalismo estaba buscando cosas nuevas. Fue una coalición natural, te diría. El radicalismo alberga muchos fenómenos ideológicos, No es un partido de izquierda, es un partido radical, a favor de la institucionalidad, de las libertades individuales, es parecido a los demócratas liberales ingleses. En ese punto, hay algunos puntos de contacto con algunas personas del PRO, como con el jefe de Gabiente Marcos Peña. Además, si el radicalismo no participaba de esta alianza, estaba muerto. Fijate como quedó el socialismo. En términos de apuesta de poder fue decisiva. tenemos intendentes, legisladores y gobernadores. Siempre en los países presidencialistas, las coaliciones son muy difíciles. Pero en el Congreso, Cambiemos funciona muy bien. Ahora bien, de cara al segundo mandato han pasado cosas, como dice el Presidente. Y creo que sí hay que discutir la arquitectura de Gobierno que viene