Extracto "Los Platos rotos"

La Cámpora y el reclutamiento de militantes para colonizar el Estado

El kirchnerismo entendió como nadie el poder del Estado como gran empleador de la Economía, cuentan en Los platos rotos los periodistas Diego Cabot y Francisco Olivera. Y revelan que de 2003 a 2014, Argentina sumó un millón y medio de empleados públicos. La mayoría de los puestos son digitados por los camporistas. La ANSES, el coto más codiciado.

El ejercicio es simple. Hay que tomarse 20 minutos y hacer lo que a uno le venga en gana. Por ejemplo, dejar este libro durante ese tiempo. Al retomarlo, al ritmo que llevamos, la Argentina habrá sumado al menos entre cuatro y cinco empleados públicos nuevos. Si el lapso fuera mayor -digamos, una hora-, los estatales serían ya catorce. Desde el 25 de mayo de 2003 hasta diciembre de 2014, empezaron a cobrar un sueldo del Estado casi un millón y medio de personas; 346 nuevos empleados públicos por día.

Néstor Kirchner entendió como pocos el poder del Estado como gran empleador de la economía. Desde que asumió, entre aquel 25 de mayo de 2003 y el 31 de diciembre de 2014, cuando se hizo un corte de esta información, la Argentina sumó 1,45 millón de sueldos en alguno de los niveles del Estado: nacional, provincial, municipal o en las cada vez más numerosas empresas del Estado. Eso, claro está, sin contar los métodos indirectos de contratación que el empleador público utiliza cada vez con más frecuencia, como la locación de servicios.

Según datos de la Fundación de Investigaciones Económicas de Latinoamérica (FIEL) compilados por la economista Nuria Susmel, cuando Kirchner asumió, cobraban sueldo estatal 2,179 millones de personas, y ese número llegaba a fines de diciembre de 2014 al menos a 3,65 millones. Sin embargo, la cifra seguramente sería mayor si no fuera por la modorra informativa de las provincias a la hora de exhibir los números de empleo público. Solo por poner un ejemplo, la incorporación de agentes de policía bonaerenses y la creación de los cuerpos policiales municipales que se ha dado en Buenos Aires aumentarían considerablemente el dato global.

Eso, sin contar la colonización que La Cámpora ha hecho en el Estado. Centenares de empleados ingresan mensualmente a reparticiones públicas cooptados por esta agrupación, sin otro mérito que la pertenencia a la militancia. Esta expansión no solo se dio por el aumento de la planta permanente de la administración pública sino que además estuvo acompañada por la estatización y la creación de varias empresas públicas. Con el Correo Argentino, por caso, se incorporaron 16.020 empleados nuevos; Aerolíneas Argentinas dice tener un staff de 10.500; la estatización de las líneas ferroviarias (Trenes Metropolitanos, Trenes de Buenos Aires y el Belgrano Cargas, por mencionar tres casos) también engrosó la plantilla oficial en más de 12.000 empleados.
Además, habría que contar sectores enteros en los que el Estado se ha hecho cargo de los sueldos de empleados ajenos. Un ejemplo radical es el transporte de colectivos urbanos y de corta distancia. No saldría un solo coche del taller si el dinero para los sueldos, bajo el nombre de subsidio, no se depositara en la cuenta de la compañía. A principios de 2015, de los ingresos totales de una empresa de colectivos, tres de cada diez pesos los aportaba la recaudación por venta de boletos; los otros siete correspondían a subsidios. En ese mundo se podrían contabilizar 97.278 trabajadores que dependen directamente del cheque del fisco para cobrar su sueldo, 55.185 localizados en el área metropolitana y 42.093 en el interior, según datos de la Comisión Nacional de la Regulación del Transporte (CNRT) de fines de 2013.

La bolsa de trabajo más importante y exitosa de la Argentina tiene hoy un administrador relevante: La Cámpora. Salvo algunos reductos de poder en los que la agrupación no ha penetrado, la mayoría de los puestos que se entregan son digitados por esta corriente. "Hay una obsesión muy clara en la gente de La Cámpora: las elecciones de 2013 -contaba, café por medio, un operador kirchnerista en la primavera de 2012-. Ellos saben que para controlar todas las mesas se necesitan 55.000 fiscales. Tienen muy claro que no pueden contar ni con el sindicalismo ni con el peronismo clásico. Consideran que hay que tener al menos un fiscal por mesa, además de la logística suficiente. Eso es condición indispensable para no perder un solo voto. El empleo público es la manera de reclutar gente. A todos se les pide una colaboración para la agrupación y un compromiso electoral muy fuerte."

Hablar con un empleado público anterior al advenimiento de La Cámpora es un aprendizaje acelerado de lo que significa la conquista de votos, voluntades y favores a cambio de dinero que aportamos los contribuyentes. No es fácil que se explayen. Pero, en noviembre de 2012, uno de ellos parecía bastante molesto: "Todos los días entra gente nueva. Llegan con unas ínfulas importantes porque todos vienen recomendados por algún militante con peso (...). Se podría decir que el común denominador es que están profundamente consustanciados con el Gobierno y con esta manera de hacer política. Hace veinte años que trabajo en el Estado, pero jamás vi algo como lo que se ve ahora. Todos los días nos enteramos de que entran veinte acá, cincuenta allá, treinta en otro lado", dijo este empleado de unos 50 años que trabaja en el Ministerio de Economía, con 30 de antigüedad en el Estado.

La condición que impone el informante es la habitual de los últimos años. Pide que no se lo identifique ni se dé ningún dato de su lugar de trabajo. "Hay un ambiente raro. Y, en muchos casos, una cierta denigración hacia la gente que tiene muchos años. Suelen quitarles las tareas y dejarlos arrumbados. Solo nos falta la chapa de inventario para ser un mueble", confesó la fuente.

Los ejemplos de cómo se coloniza la burocracia estatal con militantes kirchneristas abundan apenas uno se sumerge en los despachos de la administración pública. Pero quizá uno de los ejemplos más cabales, donde se libró una batalla silenciosa, sea la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES). Desde la época en que Amado Boudou estaba al frente, empezó a vislumbrarse como una estructura permeable a los favores políticos. Una tarde (...) logramos sentarnos en un hotel porteño con un importante funcionario del organismo. "La ANSES tiene varias ventajas -arrancó-. Es un ente con cierta autonomía dentro del Estado y, por lo tanto, no son necesarias tantas firmas para contratar a un empleado. Tiene mucho dinero para pagar buenos sueldos y, además, una condición que la hace única en el país: tiene penetración territorial. Ese es el gran signo distintivo que la hace muy atractiva para La Cámpora."

Leonardo Fabre, secretario general de la Asociación Personal de los Organismos de Previsión Social (APOPS),fue más terminante: "Hoy no se puede entrar si no es por la vía de La Cámpora. Hay una degradación moral de la política de ingreso al Estado".

En la edificación del entramado se utilizaron, como primera herramienta, las Unidades de Atención Integral (UDAI). La página del organismo las define sin adentrarse en intenciones políticas: "Las UDAI son las dependencias de que dispone ANSES para la atención del público en general. En ellas se pueden realizar todos los trámites relacionados con la seguridad social y recibir asesoramiento adecuado sobre las prestaciones y servicios que brinda esta administración. Las UDAI están distribuidas por todo el territorio nacional (...)".

La Cámpora intentó cooptar esa estructura para posicionar sus oficinas como verdaderas unidades básicas solventadas con dinero público. La utilidad de esa red es evidente: por allí se canalizan centenares de pedidos y se reciben miles de reclamos que exceden las tareas de la ANSES. Los militantes detectaron rápidamente esa boca de expendio político. Entre 2010 y 2012, el número de UDAI creció de 300 a 400 (...). No es casual que la mayoría de estas ventanillas sea atendida por empleados o funcionarios con una filiación cercana al kirchnerismo. La maniobra no escapó a la mirada del titular de la ANSES, Diego Bossio. El joven dirigente se movió y logró frenar la colonización total. Cedió en algunos terrenos, pero nunca entregó el control del organismo, como sí ocurrió en otras dependencias (...)

La magnitud de la ANSES en el gasto total del Gobierno es asombrosa. (...). El presupuesto de la ANSES para 2014 representó el 51% de los gastos totales de la administración nacional. Hacia allí se dirigieron los jóvenes camporistas. Bossio logró hacer equilibrio. (...) Entregó algunos lugares para no entorpecer peleas locales, pero sin conceder el manejo. (...)

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