El que apostó al dólar perdió ¿Seguirá perdiendo con Sturzenegger?

Desde que se levantó el cepo cambiario, el billete estadounidense no fue un buen negocio para el ahorrista. Si en esa época, alguien hubiera optado por colocar su dinero en un plazo fijo a 30 días, podría haber doblado su ganancia.

Los números no dejan lugar a la discusión. Desde que en diciembre de 2015 se liberó al mercado de cambios de las restricciones del "cepo", el dólar fue un pésimo negocio para un pequeño o mediano inversor.

 

Si por entonces alguien hubiera depositado su dinero en un plazo fijo a 30 días, luego de las sucesivas renovaciones, hoy habría ganado el doble que conservando los billetes estadounidenses. Y si hubiera optado por las Lebacs a 35 días, que por entonces rendían un 38% anual, su ganancia habría sido el triple, aun con la posterior baja de la tasa que hasta en el peor de los casos le llevó la delantera al dólar.

En eso estaría pensando el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, cuando el 29 de noviembre pasado dijo que "el dólar como vehículo de ahorro es horrible para las familias" y puso como ejemplo al que compró en el mercado paralelo a 16 pesos la unidad en 2014. "Hizo el peor negocio de su vida".

En homenaje a la verdad, habrá que decir que la cotización más alta del blue ese año fue de 15,15 pesos el 2 de octubre, pero aun así el negocio hubiera sido malo para el que quiso conservar el valor de sus ahorros.

Los economistas coinciden con la visión del titular de la autoridad monetaria. Para Matías Carugati, de Management & Fit, "la historia reciente muestra que el dólar no fue la alternativa más rendidora, ya que otras opciones protegieron mejor el poder adquisitivo de una familia".

Miguel Boggiano, de Carta Financiera, coincide al señalar que en los últimos dos años "el dólar ha sido un mal negocio contra cualquier opción de inversión en pesos y en el 2018 el peso le volverá a ganar al dólar".

Desde el 17 de diciembre de 2015 hasta el presente, la cotización del dólar subió un 26,31%, mucho menos que el 51,9% que rindió un plazo fijo a 30 días y ni qué hablar del 72,15% de las Lebacs.

La discontinuidad del índice de precios dispuesta por el INDEC entre diciembre de 2015 y mayo de 2016 dificulta hacer una comparación con la inflación, si bien las estadísticas de la Ciudad de Buenos Aires y la previsión de un alza del 1,5% para noviembre indican que todas las opciones quedaron atrás de los precios. El IPCBA desde entonces se incrementó un 76,9%.

A más largo plazo, la comparación se torna aún más complicada, tanto por la manipulación de las estadísticas públicas entre 2007 y 2015 como por el desdoblamiento del mercado de cambios a raíz de las restricciones impuestas a fines de octubre de 2011. Para colmo, la Dirección General de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires comenzó a medir la inflación recién en setiembre de 2013.

Con las salvedades del caso, el empalme de las estimaciones de los por entonces diputados opositores (hoy oficialistas, como el propio Sturzenegger) con los datos oficiales de la Ciudad arrojaría una inflación del 296% desde noviembre de 2012 hasta el presente. Un porcentaje que supera la evolución del dólar a la que se prefiera recurrir. Para el que tuvo la suerte de comprar billetes verdes a la cotización oficial, su ganancia en un lustro fue del 259,6%. El que los adquirió en el mercado paralelo, ganó 169,9%.

Pronósticos... sin garantíaLos números son contundentes, pero la estadística informa sobre lo que pasó, no sobre lo que va a pasar. De aquí en adelante solo quedan hacer proyecciones sin que esos números representen una garantía. Y en eso, la historia argentina es aleccionadora, porque después de períodos extensos de apreciación cambiaria vinieron bruscas devaluaciones, como en 1981, 1989 y 2002, por no mencionar los casos más recientes de enero de 2014 y diciembre de 2015. ¿Volverá a pasar?

 

Carugati y Boggiano desestiman esta posibilidad en el corto plazo. Para el primero "los riesgos de una devaluación en los próximos meses son menores, con sus más y sus menos la economía argentina está en un proceso de estabilización. Instrumentos como las Lebacs seguirán siendo una opción mejor que el dólar".

Boggiano le puso nombre y apellido a ese escenario. "La metodología que está empleando Sturzenegger para bajar la inflación es absorber pesos a través de las Lebacs. Con alguien así al frente del Banco Central, lo más probable es que el peso le vuelva a ganar al dólar", sentenció.

De todos modos, las estimaciones de los economistas son de corto y mediano alcance. "El largo plazo es difícil de prever en la Argentina, no me animaría a decir qué puede pasar más allá del 2019", admite Boggiano.

En ese sentido, alerta sobre dos peligros. Uno exógeno, como el riesgo de que se agrave el conflicto entre los Estados Unidos y Corea del Norte o que la administración de Donald Trump avance con políticas proteccionistas que, como en el caso de los biocombustibles, afecten directamente a la economía argentina. El otro es de carácter interno y tiene que ver con la ya mencionada apreciación del peso. "El Gobierno sabe que el retraso cambiario a la larga es un problema, que en la actualidad se refleja en el aumento del déficit en la balanza comercial", advierte.

Pero al margen de la danza de porcentajes y opciones financieras o bursátiles, en la Argentina no se puede soslayar la memoria del hombre común que a lo largo de su vida vio pasar devaluaciones, el ahorro forzoso, el plan Bónex, el corralito, el corralón y otras iniciativas que fueron contra sus ahorros.

Para ese ciudadano de a pie, "el dólar es un seguro ante cualquier crisis, puntualiza Carugati, porque el argentino promedio no está interesado en conseguir buenos riesgos. En épocas normales, el dólar no paga mucho, pero en tiempos de crisis es una buena protección". Y de cara a un futuro próximo, el colchón no dará intereses, pero estará exento del impuesto a la Renta Financiera.

Y esa desconfianza tiene sus fundamentos. Como en el ejemplo que acostumbraba a dar un viejo profesor de Economía: el 30 de diciembre de 1969 dos personas tenían, cada una, diez billones de pesos moneda nacional. Una decidió comprar dólares y la otra conservar la moneda local.

Hoy la primera tendría u$s 28.409 millones. La otra, un peso.

Sigaut y una frase que paso a la historia, pero que nunca dijoLa memoria colectiva a veces suele ser engañosa. La gente recuerda hechos y frases que, en realidad, nunca sucedieron. Hace más de siete décadas que los cinéfilos citan el "tócala de nuevo, Sam", que Humphrey Bogart nunca dijo en Casablanca. En el plano local, tampoco Isabel Sarli exclamó "¿qué pretende usted de mi?" en la película Carne.

 

Pero los engaños no se limitan al séptimo arte y también circulan por los de la política económica. Como el caso del ex ministro de Economía de la dictadura, Lorenzo Sigaut, con su famosa frase "el que apuesta al dólar, pierde". ¿La dijo, en realidad?

En una conferencia de prensa que ofreció el viernes 19 de junio de 1981, lo que Sigaut dijo fue: "Van a perder los que apuestan al dólar porque hemos eliminado el nivel de sobrevaluación". Parecido, pero no igual.

Sigaut se refería a los ajustes en la paridad que se habían aplicado después de su asunción el 29 de marzo. En esos 82 días, la cotización del dólar se había disparado un 104 por ciento de 2450 a 5000 pesos "ley".

No fue suficiente. El lunes 22 el dólar cerró a 5800 pesos y desde entonces no paró de subir, hasta cerrar el año a 10.800 pesos.

Como suele ocurrir, fue la devaluación que sigue a largos períodos de apreciación cambiaria, en este caso la "tablita" del predecesor de Sigaut, José Alfredo Martínez de Hoz. En 1980, con una inflación del 87,6 por ciento, la cotización del dólar en pesos subió apenas el 24,3 por ciento. La réplica llegó al año siguiente, el de la famosa frase que no se dijo: los precios al consumidor tuvieron un alza del 131,2 por ciento, pero el dólar trepó un 428,9 por ciento. El que apostó al dólar, ganó.

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