REPORTAJE 3D - Jorge Sigal

"Cuando nos exigen que no cometamos errores, nos piden que hagamos kirchnerismo"

El periodista a cargo de los medios públicos defiende las idas y vueltas del Gobierno y cuestiona la omnipotencia de los argentinos, que asocia con la gestión anterior. 

Jorge Sigal, el periodista que el Gobierno eligió para transformar a los medios públicos (TV Pública, Radio Nacional y la agencia de noticias Télam) enfrenta a El Cronista con una sonrisa perspicaz, como si supiera lo que vendrá. Es que la pregunta se repite de manera inevitable, en una secuencia karmática que le impide, al menos por unos minutos, poner la mirada fija hacia adelante. ¿Cómo llega un dirigente comunista, que militó en el partido hasta los 30 años, a ser funcionario del macrismo? El hombre, que escribió un libro con sus anécdotas en el PC y en Moscú -adonde viajó a los 17 años para empaparse de marxismo-leninismo- ya tiene la respuesta aceitada: "Bueno, entre una cosa y otra pasaron más de 30 años. Es antojadizo unir esa decisión con otra que tomé a los 63", remarca, y cuenta que fue un "comunista genético", por su origen familiar. "Me afilié al PC cuando tenía 13 años, en 1967. Y fui miembro de la dirección de la juventud comunista hasta 1984, cuando renuncié no tanto por razones políticas como personales. Hice un proceso muy doloroso de desprendimiento de esas creencias, porque el comunismo tiene mucha connotación de credo, mucha connotación religiosa y muy poco que ver con la práctica política. Contrariamente a los que creen los dogmáticos, el cambio es una cosa positiva en el ser humano, si nadie tuviera capacidad de cambio en las formas de pensar, el mundo estaría en problemas. Yo siento mucho orgullo de haber cambiado", explica.

En una charla en su despacho del Centro Cultural Kirchner, el autor de El día que maté a mi padre: confesiones de un ex comunista, defendió las idas y vueltas del Gobierno y consideró que hace falta un cambio cultural para dejar de pensar y ejercer la política como lo hace el peronismo.

¿Qué fue lo que le atrajo de este modelo?

-El concepto modernizador que tiene el Presidente para el país, su intención de anclar al país en el mundo y su flexibilidad para liderar un gobierno de coalición inédito en la Argentina, con integrantes que tienen sus propios pensamientos y los manifiestan públicamente. Pero lo que me parece más atractivo es que no es un proyecto mesiánico. Los últimos años han sido de un mesianismo nefasto. Y esta es una oportunidad para salir del sistema de partido hegemónico. En ese sentido, hay una falsa idea que se está tratando de instalar de que Cambiemos es el gobierno de la antipolítica.

¿Pero no le falta sentido político al Gobierno? ¿Más intuición que le permita evitar algunos errores groseros como el acuerdo con el Correo o la quita de 20 pesos a los jubilados?

-Si hay algo que hizo este gobierno para poder gobernar en minoría fue política. El año pasado, en condiciones de absoluta desventaja, construyó una herramienta para gobernar, acordando con las minorías parlamentarias y logrando algo inédito en la Argentina. Si no hubiéramos podido hacer eso, no se hubiera aprobado una sola ley en 2016. Que el Gobierno comete errores, sí, pero ¿qué gobierno no lo hace? Me parece que cuando se critica a Cambiemos, o al Presidente o al jefe de Gabinete sobre cómo ejercen la política, cuando nos exigen que no cometamos errores, lo que nos están pidiendo es que hagamos kirchnerismo. Y yo no estoy de acuerdo con que la única forma de gobernar que conoce la Argentina, porque ha sido fundamentalmente gobernada por el peronismo, sea la manera esencial de la política. Esa idea de que en política el único que puede modificar las cosas es el peronismo, es una idea instalada y reaccionaria. Y eso sí me parece un error. Insisto, todas estas cosas que se mencionan como falencias, yo las veo como méritos.

Pero si un Presidente comete una serie de errores, ¿no pierde capital político?

-Todo en la Argentina tiende a ser dramático salvo la idea de la omnipotencia. Tenemos esta conformación que nos indica que los gobiernos deben ser homogéneos, que no puede haber diferencia de opinión, que si el Presidente se equivoca se pierde gobernabilidad. Son todos mitos que se van cayendo. Si hay algo que no le pasó a Cambiemos es haber perdido gobernabilidad. Tenemos que salir de esa mentalidad omnipotente que el peronismo encarna con tanta solvencia. Cuando apareció muerto el fiscal Alberto Nissman, la ex Presidenta dio dos discursos en apenas 48 horas. En el primero dijo que estaba convencida de que se suicidó, y en el segundo, que lo mataron. Pero ella nunca se equivocaba. Pretender que esa es la forma de gobernar, es decir, cambiar de opinión y no explicar nada, me parece que es un error. Me encantaría que nos equivoquemos lo menos posible pero si nos equivocamos, me tranquiliza saber que el Presidente sale y lo reconoce.

¿Y cuál es el límite? Porque si un cirujano se equivoca, puede morir el paciente...

-El cirujano también se equivoca. Porque si no, estamos diciendo que el cirujano es Dios. Me parece que ahí hay algo del deseo humano que tiende a tener superhéroes. Pero lamentablemente los superhéroes no existen. Son de ficción. Y nosotros somos lo que somos.

¿Cómo se hace para dejar de hacer política como el peronismo cuando este partido gobernó los últimos 50 años de la Argentina y aún está vivo? Sin jefe pero con el mismo apetito voraz por el poder.

-Sí, y no tiene por qué morirse el peronismo. Lo que hay que hacer es adaptar las instituciones argentinas a un sistema que se probó mundialmente y es mejor: el de la alternancia. En 1983, uno se preguntaba cómo hacer para que no vuelva a interrumpirse la democracia en un país donde había golpes de Estado desde 1930. Un día, Raúl Alfonsín, junto a una sociedad que se hartó de los golpes de Estado y del mesianismo militar, dijo: "Acá se acabó". Y empezamos a construir instituciones democráticas, algo que costó mucho esfuerzo, pasamos por la triste experiencia de ver a un presidente yéndose en helicóptero. Y creo que ya existe la suficiente madurez en la democracia argentina como para saber que las fuerzas políticas deben alternarse en el ejercicio del poder. Llevamos quince meses de gobierno, no hubo crisis de gobernabilidad, ni pasaron las cosas espantosas que se anunciaban apenas asumimos. Me parece que la Argentina se cansó del unicato. El peronismo ha sido un envase que ha servido para muchos proyectos, desde el neoliberalismo de Menem al populismo de los Kirchner. Me parece que lo que está a prueba en la Argentina es la posibilidad de construir la alternancia y de que el peronismo se convierta en un partido político con reglas claras y básica, que pueda ser un competidor leal en las elecciones.

¿Cuánto tiempo puede llevar ese cambio?

-Hay que acostumbrarse a que los procesos de cambio cultural son complicados y traumáticos. Cuando uno descubre que no hay un papasito que nos puede resolver los problemas se tiene que hacer cargo de su propio destino. Me parece que eso es lo que la sociedad argentina expresó en las urnas.

Pero con este gobierno se cayeron todos los índices, sociales, económicos, de consumo y producción. ¿No cree que los argentinos votan con el bolsillo y eso puede afectar ese reclamo de cambio?

-El Gobierno ya informó que en el segundo semestre se comenzó a frenar la inflación. Teníamos una inflación desbocada, que no se controla de un día para otro. El desastre heredado ha sido enorme y la transformación de la estructura económica argentina va a llevar tiempo pero este año se van a empezar a ver algunos resultados en materia de construcción, caminos, aeropuertos. A medida que la gente compruebe eso, se van a ir revirtiendo estas leyes establecidas de que solo hay una manera de gobernar. Y vamos a ganar las elecciones.

La tentación de los medios públicos

Usted dijo que pretende transformar a los medios públicos en medios creíbles. ¿No es una utopía? Porque la tentación de tener a los medios públicos al servicio del poder es enorme en todos los gobiernos.

-En la mayoría de los países desarrollados, los medios públicos son creíbles e imprescindibles. Francia, Portugal, Londres y Canadá tienen medios públicos prestigiosos, plurales, porque son expresiones de la sociedad y no del Gobierno. Allí se ve con malos ojos cuando el Gobierno los utiliza para hacer política. Y son medios exitosos, valorados por la sociedad y por lo tanto son vistos. La televisión francesa está primera, la TV portuguesa, segunda. Entonces, no es una utopía irrealizable, es realizable. Nosotros no solamente respetamos al que piensa distinto. Creemos que es imprescindible contar con el que piensa distinto. Yo me siento con mucha independencia para llevar mi tarea en los medios públicos, no tengo presiones. Y me siento muy cómodo con la decisión que tomé cuando Hernán Lombardi me ofreció el cargo de secretario de Medios Públicos.

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