Créditos: sin chance de recuperar lo perdido antes de las elecciones

Las restricciones monetarias y fiscales derivadas del acuerdo con el FMI y el elevado nivel de las tasas imponen una lenta normalización para llegar a los niveles previos a la corrida cambiaria.

El crédito al sector privado registró en 2018 una caída en términos reales del 19,4% y los analistas no ven cercana la posibilidad de que en 2019 se recupere el terreno perdido en la crisis. Las restricciones monetarias y fiscales derivadas del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el elevado nivel de las tasas, entre otras razones, imponen una lenta normalización para llegar a los niveles de crédito previos a la corrida cambiaria de mediados del año pasado.

Ni los bancos, ni el gobierno, ni las empresas, ni las familias parecen tener incentivos en acelerar ese proceso. El mejor escenario para el crédito en 2019 será crecer al ritmo de la inflación, con escasa recuperación de lo que se llevó la crisis.

Tampoco las elecciones funcionarán como disparador. Pese a que en 2017 el gobierno aprovechó el alza del crédito en la campaña electoral, con puntos salientes como los hipotecarios UVA  o los préstamos Argenta financiados por la Anses, este año la prioridad pasa por tener al tipo de cambio estabilizado. Todos en el sector parecen conformarse con que en 2019 el crédito crezca en niveles similares al IPC, estimado por el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) en 28,7%.

Cinco razones explican ese escenario.

1. Privilegiar la estabilidad cambiaria

El Gobierno y el Banco Central decidieron privilegiar la estabilidad cambiaria sobre cualquier otro objetivo económico. Mantener el tipo de cambio sin sobresaltos es una prioridad político-económica que no admite competencia.

Según Fabio Rodríguez, economista de la consultora M&R, el crédito "es la víctima" del dispositivo monetario elegido para salir de la crisis: "Es un plan muy duro en cuanto a la cantidad de dinero, con crecimiento 0 de la base monetaria y mucha cautela para la tasa de interés. Al secar la liquidez de esa forma, se determinó que el crédito está en el centro del ajuste monetario".

Rodríguez pronostica para este año una suba del 25% del crédito al sector privado, frente a una inflación del 30%, lo que implica una caída en términos reales. "El gobierno priorizó la estabilidad cambiaria sobre cualquier otro objetivo, de manera de no repetir una corrida como la de 2018. Eso se ve no solamente en las tasas, sino también en un nivel de encajes inéditamente restrictivo".

Martín Vauthier, de la consultora EcoGo, coincide en que este año registrará una contracción real: "El crédito en pesos va a crecer por debajo de la inflación y no va a poder recuperar lo perdido durante 2018. Si el Banco Central es exitoso en su programa monetario y consigue bajar la tasa puede haber una mejora, pero no se volverá a los niveles previos a la crisis".

"El BCRA tiene un objetivo de base que consiste en que no se escape el tipo de cambio y asumirá el costo, aún cuando las tasas altas impacten en el crédito. Para el gobierno, en el marco del acuerdo con el FMI, no puede haber nada peor que otro episodio cambiario", agregó Vauthier.

2. Poco margen para el crédito electoral

Desde el punto de vista fiscal, existe muy poco margen para impulsar medidas de "crédito electoral", como ocurrió en 2017. Al mismo tiempo en que las tasas son altas, las limitaciones fiscales surgidas del acuerdo con el FMI limitan las eventuales medidas para incentivar el crédito al consumo, como ocurrió con los préstamos Argenta en los meses previos a las elecciones de medio término.

Vauthier no prevé que las elecciones lleven a alguna flexibilización de este contexto, sencillamente porque no hay con qué financiarlas: "Si se lanza alguna medida de incentivo, será de alcance muy limitado por las restricciones de las metas fiscales. Ni el Tesoro ni los bancos públicos tienen margen para hacerlo. Tampoco la Anses, que los meses previos a las elecciones de 2017 llegó a colocar 40.000 préstamos Argenta por día".

Para Rodríguez, el "crédito electoral" no es una variable para esperar este año: "Puede aparecer algún plan puntual, destinado a atenuar la tasa que pagan las pymes o a facilitarles las garantías, pero no hay que esperar ninguna medida de alcance masivo, vinculada al crédito para familias. Hoy, ni siquiera sabemos si la caída de la actividad económica llegó a un piso".

3. Demanda y oferta sin incentivos

Ni la oferta ni la demanda tienen incentivos para acelerar la recuperación. En este contexto, la cautela del Banco Central para bajar las tasas se reflejará en igual mesura por parte de los bancos para ofrecer líneas competitivas y de sus clientes para salir a buscarlas.

"Los bancos arman su oferta en base a un análisis costo- beneficio. En muchos casos, la suba de la mora no les compensa el riesgo y prefieren cuidar la calidad de su cartera. Y prefieren orientarse a lo seguro: los préstamos con garantía real y los orientados a clientes de cuentas sueldo", señaló Valeria Azconegui, VP de Moodys especializada en análisis financiero.

El propio esquema monetario elegido para salir de la crisis, en cierto modo, dificulta la recuperación: "Para los bancos sigue siendo muy atractivo mantener sus excesos de liquidez invertidos en Leliq, es un negocio muy interesante, si bien es claro que es el crédito es lo que marca la sustentabilidad de su actividad en el largo plazo y la relación con sus clientes", explicó Azconegui.

La cautela en la demanda es otro factor que hará que, en materia de crédito, este año será "más parecido a 2018 que a 2017", según Vauthier. "Con este modelo de tasas elevadas, a lo que se suma la caída del salario real e incluso una incipiente suba del desempleo, no hay incentivos para tomar préstamos. Las familias también muestran su cautela y en muchos casos están vendiendo dólares para cancelar créditos anteriores. En el caso de los hipotecarios, hasta que no se vea con claridad una expectativa a la baja de la inflación  tampoco se van a ver mejoras", señaló el analista.

El consultor Guillermo Barbero, de First Capital, explicó que la crisis hizo recrudecer el "cortoplacismo" en el negocio crediticio: "La incertidumbre por el comportamiento de las variables financieras a mediano y largo plazo lleva tanto a la oferta como a la demanda a evitar comprometerse por períodos mayores. El resultado de estas políticas es que mes a mes se acumulan más vencimientos que nuevas colocaciones, en términos reales, lo cual se traduce en el adelgazamiento de las carteras"

First Capital analizó la evolución de los préstamos personales ajustados por IPC en los últimos cinco años y concluyó que en 2018 los valores de préstamos fueron prácticamente los mismos que al inicio de 2014, medidos en términos del poder adquisitivo de los principales bienes que se consumen con ellos.

La consultora considera además que la inflación y el nivel de la tasa no tienen un impacto directo sobre el desempeño de los préstamos personales. En cambio, existe una relación más marcada entre su evolución y la del Indice de Confianza del Consumidor. "En el corto plazo, a medida que las tasas se estabilicen y retomen valores accesibles, podremos observar que frente cambios en la confianza de los consumidores, la demanda de préstamos personales responderá en la misma dirección", señaló Barbero.

4. Las tasas seguirán elevadas

Aún en el caso de un funcionamiento exitoso del plan monetario, las tasas seguirán elevadas. El REM que recopila el BCRA entre los principales analistas económicos establece que la tasa de Leliq, que hoy ronda el 54/55%, se ubicará en 37,98% en diciembre próximo.

"Las tasas todavía son muy elevadas, por lo que si bien 2019 va a ser mejor que 2018, esperamos que haya contracción real, con cierta mejora recién a partir de junio. Aún con el sobrecumplimiento del plan monetario, la baja de tasas tiene mucho recorrido por delante y la normalización será muy lenta", explicó Azconegui.

En concreto, Moodys proyecta para 2019 una reducción del crédito del 1,5% en términos reales, en línea con una retracción de la actividad económica de la misma magnitud. La caída de la actividad crediticia dependerá de la velocidad que consiga el Banco Central para reducir la tasa de interés y hacer bajar la inflación.

Las prioridades que impuso la crisis hacen prever que 2019 sea un año de tasas en paulatina baja, pero aún elevadas. "No hay que esperar que el Banco Central acelere la baja de tasas más allá de lo que indique la adecuada estabilización de la demanda de dinero, aún cuando se trate de un año electoral", dijo Vauthier.

En el caso del crédito al consumo, a pesar de las tasas altas tendría que comenzar una recuperación, al menos leve. Según Barbero, "es un segmento que viene cayendo hace varios meses y no suele mostrar contracción durante demasiado tiempo. Tiene que comenzar a levantar, si se considera lo mal que fue el segundo semestre del año pasado. No obstante eso, durante este año no se va a volver a los picos de fines de 2017 o comienzos de 2018".

5. La visión del Banco Central

Para el Banco Central, es la actividad económica quien empuja al crédito y no a la inversa. En una reciente presentación, el vicepresidente del BCRA, Gustavo Cañonero, señaló que es el crecimiento de la actividad económica lo que genera la demanda de crédito y no al revés, negando que la rigurosidad monetaria sea el factor que retrasa el crecimiento, dado que en la Argentina el ratio crédito/PBI es muy bajo.

"Una vez que estén dadas las condiciones de estabilidad y los primeros indicios de recuperación, vamos a ver una recuperación del crédito, que todavía no estamos viendo", sostuvo Cañonero.

Los analistas coinciden en que es innegable que el aporte del crédito a la economía argentina es muy bajo. Pero matizan la afirmación del BCRA. "Aún un ratio crédito/PBI muy bajo, el argumento es discutible. Funciona en un contexto en donde no hay otros incentivos para dinamizar la economía. Es claro que impulsar el crédito ayuda", señaló Fabio Rodríguez, quien recordó que el actual gobierno lo demostró en 2017 cuando volcó $ 70.000 millones al consumo con los créditos Argenta.

Para Vauthier, "hay una relación de causalidad, la contracción del crédito tuvo un impacto en la actividad económica". Explicó que eso ocurre especialmente en el corto plazo, el freno en las líneas para empresas de poca duration, como adelantos o descuento de cheques, afecta a todo el stock de créditos. Y la empresa con dificultad para financiarse por las tasas altas desarma inventarios y reduce sus compras a proveedores. "Cuando suben las tasas, hay un impacto en la actividad", concluyó..

Hipotecarios UVA: apostando al dólar quieto

La corrida cambiaria de 2018 duplicó el valor del dólar y dejó a los préstamos hipotecarios en UVA sin su principal atractivo: la accesibilidad. El factor diferencial en relación a los préstamos tradicionales es que generaba cuotas con valores inferiores o similares a los de un alquiler. Pero la suba del precio de las propiedades, medido en pesos, generó que la misma cuota que permitía comprar 100 m2 antes de la crisis hoy habilite a comprar solamente 70 u 80 m2. Con el dólar barato, el mismo crédito alcanzaba para cubrir una proporción mayor del inmueble. El piso salarial para ingresar al crédito se elevó y eso, al margen de la confianza y las expectativas, dejó afuera a muchos interesados.

"Los hipotecarios UVA tienen su propia dinámica, ligada al tipo de cambio real. Lo fundamental para que funcionen es que el dólar se mantenga estable", explicaron en un banco líder en este segmento. "No esperamos volver este año a colocaciones fuertes como en marzo o abril del año pasado, pero confiamos en este producto. Enero fue un mes auspicioso", agregaron.

Para Valeria Azconegui el préstamo UVA es "un producto en stand by", que se va a retomar. "En condiciones normales, los bancos seguirán interesados porque impulsa la relación de largo plazo con el cliente. No hay que perder de vista la posibilidad de paquetizar estos créditos que abrió la ley de Mercado de capitales. Es muy positivo que, pese a la crisis, la mora sea baja".

Según datos del BCRA, la morosidad en los préstamos UVA es de sólo 0,17%, muy baja si se la compara con personales (4,9%), tarjetas de crédito (3,6%) o prendarios (2,2%).

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