Cómo funciona la elección presidencial

Los estadounidenses eligen presidente el primer martes de noviembre, cada cuatro años. El voto no es obligatorio, por lo que los interesados deben inscribirse para estar habilitados para sufragar. Además, como la jornada es un día laborable como cualquier otro, existen opciones como el voto anticipado y el voto por correo que se ponen a disposición de los electores en las semanas previas a la elección y de acuerdo a los estados.
A diferencia de la Argentina, el voto no es directo. Lo que cada ciudadano hace al votar es elegir a los 538 electores que concurrirán a emitir el sufragio en el Colegio Electoral de diciembre. Se trata de matemáticas: un candidato debe lograr la mitad más uno, 270 electores, para consagrarse presidente. Hay elecciones que se resuelven por amplia mayoría y otras por resultados más ajustados. La clave está en los estados porque no todos tienen el mismo valor estratégico. Cada uno aporta tantos electores como el número total de senadores y representantes tiene. Dado que la representación legislativa es proporcional a la cantidad de habitantes, hay Estados claves como California o Florida que suman más electores y se vuelven indispensables. En todos los casos, menos en Maine y Nebraska, el ganador del voto popular se lleva el conjunto de los electores. En estos dos lugares y en el Distrito de Columbia, la capital, se reparten de forma proporcional a los votos obtenidos.
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