"Argentina no está en condiciones de soportar otro cimbronazo sin terminar en una renegociación de la deuda"
Para el economista jefe de Fiel, si bien el mercado ya da por descontada una candidatura de Cristina en 2019, aún es prematuro hablar de un impacto en las decisiones financieras. Sí abre interrogantes sobre eventuales cambios en la coalición de Gobierno que puedan generar "dudas de sostenibilidad" en los inversores.
"Si el grado de volatilidad con los emergentes continúa, no vamos a ver el riesgo argentino bajando, dado que estamos entrando en un proceso electoral. Una vez pasado este proceso, se abre otra ventana distinta. Y ahí las condiciones van a depender de la posición externa y de consolidación fiscal del país. Pero ese es otro partido", resume el economista Jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) y consultor del BID, Fernando Navajas, consultado sobre qué condiciones debería reunir la economía argentina para recuperar la credibilidad del mundo, pérdida que mantiene al riesgo país por encima de los 600 puntos.
¿Puede respirar tranquilo el Gobierno tras lograr cierta estabilidad cambiaria o debe seguir en estado de alerta? ¿Nos lleva este plan a un escenario sustentable?
-Diría que no, más allá de que el Gobierno se sienta ahora mucho más tranquilo que en el promedio de este año tan turbulento. En las condiciones externas e internas en que se desenvuelve la economía, no hay espacio para la tranquilidad. La sustentabilidad de este plan depende de un número de supuestos que definen un desfiladero muy estrecho en el que navega la política económica de Cambiemos. Argentina es un país que hubiera terminado en un default de no ser por el salvataje del FMI. Iba camino a ser un walking debt country, porque las circunstancias internas y externas lo llevaban a ese punto, con un déficit de cuenta corriente gigante en medio de un shock externo y gran intolerancia por la deuda emergente. Eso no puede perderse de vista cuando se habla de emisión cero o de otras cosas que tratan de correr la discusión del meollo principal. Lo que hizo Argentina a partir de este evento de abril-mayo, aunque fue sinuoso, fue en la dirección de acomodar un ajuste de cuenta corriente que esté apoyado en un cambio drástico de política fiscal y monetaria-cambiaria. Si es sustentable o no, va a depender de si satisface el elevado nivel de intolerancia a la deuda emergente instalado en el mundo.
¿Cómo ve el impacto de las altas tasas sobre la actividad económica?
-Las tasas altas son un ingrediente imprescindible de la estabilidad cambiaria dentro del esquema móvil de tipo de cambio que se ha planteado. Los efectos que estamos viendo sobre la actividad son mayoritariamente el coletazo estanflacionario de la devaluación real, a lo que se suma el efecto de las tasas por la vía de una contracción crediticia de la economía. Si la inflación converge nuevamente a la norma argentina (con tipo de cambio estable) de los últimos años, es decir 25%, que es algo de lo que nunca nos pudimos escapar en la última década, entonces las tasas van a bajar pronto. El modo y velocidad en que lo hacen no es trivial, pero pasado esto se puede decir que los efectos del credit crunch (la contracción crediticia) serán pasajeros. Si en cambio la inflación muestra inercia, en parte por shocks de salarios y tarifas y por el necesario reajuste de las bandas cambiarias, y las tasas permanecen altas, entonces los efectos sobre la actividad se van a extender a gran parte de 2019.
Si se quiere ser optimista, ¿hasta cuándo seguiríamos en recesión?
-El escenario base que está contenido en el informe monetario del BCRA indica que la actividad entra en terreno positivo en el segundo trimestre y lo hace a una tasa moderada que no evita que, por efecto de arrastre, el 2019 sea de caída promedio de la actividad, si bien muy poco. Es una recuperación no muy diferente aunque más tenue que la posterior a la devaluación de fines de 2015, lo cual me intriga un poco. Porque si todo esto se asocia a una corrección sana de desequilibrios externos, entonces la recuperación debería ser más intensa, excepto que el sesgo contractivo de las políticas fiscal y monetaria lo esté impidiendo. Pero más allá de esto, diría que si nos basamos en la experiencia histórica siempre existe alguna incertidumbre sobre el timing y la velocidad en que la recuperación posterior a la estabilización del tipo de cambio real se produce. Puede ser más lenta o más rápida. Han habido episodios en donde se debate la recesión y la economía ya está recuperándose con mucha fuerza.
¿El impacto sobre el empleo aún está por verse? ¿El decreto del Gobierno que obliga a las empresas a informar al Ministerio la decisión de desprenderse de personal sirve para ponerle freno efectivo a los despidos?
-Éste es otro aspecto muy importante y en donde los datos todavía no nos han terminado de definir por dónde vamos. Si fuera cierto que la "flexibilidad" salarial que introduce un ajuste inflacionario haya sido mucho mayor en este episodio, los efectos sobre el empleo deberían ser menores. Algo de eso dicen los datos de suspensiones en el segmento formal de la economía. Supongo que las perspectivas de mayores ajustes en el empleo llevaron a implementar el decreto y no al intento de interferir en las decisiones de las empresas.
¿Cree que el Gobierno va a poder cumplir con la meta de déficit de 2,6% del PBI para este año y de 0,4% el próximo comprometida con el FMI?
-Si creo que a eso vamos. Aún con críticas, el esfuerzo en la aprobación del Presupuesto es significativo para un país con los antecedentes de Argentina. Veo una mejora en la calidad institucional que define a la política fiscal, aún cuando estemos lejos de tener instituciones fiscales al nivel de Chile o Uruguay. Que haya desvíos de gastos a partir de negociaciones políticas no es malo, si son acotados. Más bien es un signo de que el aparato político-institucional está funcionando. El problema no está en el Congreso, está en la calle, es decir, en un abanico de reclamos que no están mediados por las instituciones formales, y que son reclamos de base político social o sectorial justificados. Los que escribimos en los 80s sobre las ventanillas fiscales de un gobierno débil y "los jinetes del apocalipsis fiscal", y su origen en reclamos provenientes de empresas públicas -hoy subsidios-, jubilaciones y provincias, ni soñábamos con un nuevo sector que hoy emerge, producto del deterioro de las condiciones de ingreso de un tercio de la población.
¿Baja a la mitad el mes próximo la inflación como proyecta el Gobierno? Hablan de menos de un 3% para noviembre...
-Va a depender de la inercia inflacionaria, es decir, vamos camino a un test de expectativas inflacionarias en diciembre. Hoy los datos de aumentos semanales dicen que es posible marchar a una desaceleración. Y usando microdatos vemos que las frecuencias de aumentos semanales de precios núcleo van en la misma dirección. La única que no va en la misma dirección, todavía, es la tasa de interés, lo cual no es un dato menor. Porque, en el largo plazo, o la tasa de interés converge a la velocidad nominal de los precios o los precios van a terminar convergiendo a la tasa de interés.
¿Es factible un 23% de inflación para el año que viene y un dólar a $40,10 como dice el Presupuesto 2019?
-No es un escenario imposible, si bien es bastante optimista. Yo lo veo de otra manera. Esto depende de si la inercia inflacionaria cede y permite que la banda cambiaria no quede desalineada respecto a lo que podemos llamar el tipo de cambio sostenible para Argentina. Mi benchmark es si el límite superior de la banda está en línea con el promedio 2003-2007 del tipo de cambio real. El informe monetario del BCRA tiene un gráfico que muestra esto y lo superpone con los términos del intercambio, que ahora están mucho más altos. El problema es que a eso le falta calificarlo por el gasto público y la posición fiscal, además de por el precio de las exportaciones, más allá de los términos del intercambio.
¿Cuánto puede llegar a interferir la política en el cumplimiento de las metas, teniendo en cuenta el año electoral?
-Depende de la dinámica política que hoy se encuentra en un estado bastante fluido y con cambios tanto del lado del oficialismo como de la oposición, que todavía no sabemos cómo se van a procesar. Me preocupan más los cambios en la coalición de Gobierno que en la oposición, aunque ambos son parte de una dialéctica, por lo obvio: cualquier debilitamiento de la coalición de gobierno en un país que navega las aguas que navega Argentina genera dudas de sostenibilidad en la cabeza de los inversores. El caso de 2001 es obvio al respecto.
¿Qué le preocupa concretamente?
-El problema es que en el Gobierno se avecina, me parece, una revisión de la coalición y de la doctrina de "nosotros o CFK", que implicaba excluir cualquier arreglo con el peronismo no K. La supuesta estrategia de adelantar las elecciones en Buenos Aires (N de R: una alternativa que estaría en análisis en el círculo de Vidal) está en centro de este cambio. Hay dos formas de ver las consecuencias. El vaso medio lleno es mirar la construcción de una nueva coalición más amplia que sirva para la gobernabilidad futura. El medio vacío es suponer que la nueva coalición no va a hacer las reformas que la sostenibilidad fiscal requiere. Y se puede plantear un problema potencial de costos de ruptura con otros socios como la UCR y Carrió que el Gobierno y la economía no están en condiciones de soportar.
¿Qué efecto tendría una candidatura de CFK? Puede convenirle al Gobierno, pero ¿y el riesgo de que esa incertidumbre provoque otro cimbronazo económico?
-La candidatura de CFK ya parece un dato, excepto que tengamos un proceso parecido al brasileño en donde la Justicia la excluye. Mi percepción es que las expectativas actuales del mercado son que ella va a ser candidata. Y estaríamos entrando pronto a la ventana temporal en donde los mercados van a tener que procesar sus chances. Todavía creo que es prematuro decir que hay un impacto en las decisiones reales o financieras. Sobre si esto puede provocar un cimbronazo hay algo muy simple para decir: la Argentina no está en condiciones de soportar un cimbronazo como el de abril-mayo sin terminar en una renegociación de la deuda (más aún, avalado por el FMI) y en un proceso que va a durar años. Y que va a estar muy lejos del bien común. Esto va a ser algo que a nadie le conviene.
¿Qué condiciones deberían darse para que empiece a bajar el riesgo país que se mantiene alrededor de los 600 puntos?
-Las condiciones son tanto externas como internas. Si el grado de volatilidad con los emergentes continúa, no vamos a ver el riesgo argentino bajando, dado que estamos entrando en un proceso electoral. Una vez pasado este proceso, se abre otra ventana distinta. Y ahí las condiciones van a depender de la posición externa y de consolidación fiscal del país. Pero ese es otro partido.