Aníbal vuelve para ser candidato

Aníbal Fernández volvió a la Casa Rosada para ser candidato en 2015. "Quiero ganarle a Scioli, a Randazzo y a Urribarri", había dicho el año pasado, al revelar sus intenciones de competir por la presidencia en el ano que llega. Pero los números marcan que sus chances de ganar son casi inexistentes, por lo que ahora la idea de Aníbal es pelear por la gobernación de la provincia de Buenos Aires.

El hasta ayer senador se lo contó a sus compañeros de banca del Frente para la Victoria, esta semana, antes de abandonar su despacho en el Congreso. Regresar a un puesto de alta exposición lo ayudará a reposicionarse políticamente, y a utilizar las luces de los medios para volver a ingresar a los hogares de los bonaerenses.

De hecho, Aníbal no perdió un segundo. Aún sin haber jurado como secretario general de la Presidencia, sólo con su designación en la mano, protagonizó una gira mediática por medios afines y no afines al kirchnerismo.

Si le quedaban dudas al jefe de Gabinete, Jorge Milton Capitanich, desde su nombramiento, Fernández, aquel portador sano del duhaldismo (como se supo autodefinir) ofició de vocero del gobierno, con sus frases altisonantes, su claridad para la explicación, y su notable disfrute de los micrófonos y las cámaras.

"Con Aníbal Fernández no vamos a discutir cuestiones de cartel", se apuró ayer a decir Capitanich en su habitual conferencia matutina, criticada entre propios y ajenos por sus conceptos inentendibles.

Justamente, todas las flechas internas apuntan a la posibilidad de que el regreso de Aníbal al Gobierno sea el comienzo de su próximo retorno a la jefatura de Gabinete. Y es que Capitanich estaría dispuesto a competir nuevamente por la gobernación de Chaco, por lo que la salida elegante de "Coqui" estaría justificada electoralmente.

De todas formas, Aníbal no esperó a que se formalice su condición de vocero, ya que se posicionó desde el minuto uno como tal.

Su objetivo bonaerense es más realista que su aspiración presidencial, pero no menos complejo. Si Martín Insaurralde formaliza su pase al massismo, la gobernación de la provincia de Buenos Aires para el kirchnerismo está abierta.

Está ya anotado en la contienda, el titular de la ANSES, Diego Bossio, que intenta subir su nivel de conocimiento con las publicidades con formato "selfie" en los entretiempos de Fútbol para Todos, con poco éxito. Y en el oficialismo crece la simpatía por la eventual candidatura del secretario de Seguridad, Sergio Berni, con sus declaraciones propias muchas veces a contramano del supuesto progresismo K.

Entre los intendentes que están en carrera figuran Fernando Espinoza, de La Matanza -distrito más poblado de la provincia- y la nueva estrella mediática de Berazategui, Patricio Mussi.

Aníbal deberá hacerse un espacio entre todos. Sabe que ninguno de los postulantes, hasta ahora, miden lo suficiente como para marcar tendencia, salvo que finalmente el ministro Florencio Randazzo, defina bajarse de la pelea presidencial y baje a la provincia de Buenos Aires.

En los hechos, el principal rival de Aníbal Fernández es Aníbal Fernández. Su larga nómina de agravios personales tuvieron un costo político concreto para el nuevo funcionario de Cristina, y es el aumento de su imagen negativa, un índice difícil de revertir en tiempos electorales. Le dijo "burro", "tilingo" y "vago" a Mauricio Macri, "pirucha", "que no tiene los patitos en fila" a Elisa Carrió, "cachivache" a Pino Solanas, y la lista de "anibaladas" continúa.

"Estoy menos peleador que antes", dijo a horas de jurar como secretario general de la Presidencia. Aunque aclaró de inmediato que "si estaban buscando alguien más pasivo y que exprese las cosas de otra manera, hubieran buscado a otro". 3D

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