30 AÑOS DE DEMOCRACIA<br>El desafío de este tiempo es dejar atrás la cultura de la confrontación

El Cronista celebra con una edición especial de 3Días su cumpleaños número 105, que coincide en estos días con el 30°aniversario de la restauración democrática. Su director periodístico reflexiona aquí sobre el derrotero del país en estas tres décadas intensas y, en particular, pone el foco en ésta última: la década de la confrontación.

Hoy es un cumpleaños especial para El Cronista.

105 años no son sólo un siglo superado investigando, informando y opinando.

El diario acompaña la mitad de la historia de la Argentina y coincide en estos días con el aniversario número 30 de la restauración democrática de 1983. Por eso, celebramos con una edición especial de nuestro suplemento 3Días y renovamos el compromiso de brindarle a nuestros lectores el rigor periodístico y el equilibrio editorial que intentamos desde siempre.

Todos las alternativas de la economía y la política del país intenso; todos los posicionamientos, todas las voces. Y una misión para el futuro inmediato. La de contribuir a dejar atrás la cultura de la confrontación. Esa tendencia que viene de lo profundo de nuestra historia y que volvió a envenenarnos en los últimos años.

Porque después de la violencia armada de los años '70 y el subsuelo de la muerte, las desapariciones y la represión de Estado, muchos pensamos que la primavera democrática iba a desterrar para siempre la intolerancia. Pero a la cultura de la institucionalidad débil de aquellos primeros años post dictadura del alfonsinismo le siguió la cultura de la frivolidad y el Estado ciego del menemismo. Y a la crisis dirigencial del que se vayan todos y al derrumbe social de la Alianza le siguió el kirchnerismo, que terminó confundiendo la recuperación del poder político con el avasallamiento de todo aquel que opinara o pensara distinto.

Primero Néstor y después Cristina hicieron de la confrontación un estilo de construcción política. Lograron enfrentar entre sí a los empresarios. A los jueces o a los sindicalistas. A los maestros y a los dirigentes de los derechos humanos.

Los que estaban con ellos eran los beneficiados con subsidios o cualquier otro fondo del Estado. Los que se resistían eran expulsados del paraíso. Los que se subían al avión de Guillermo Moreno para ir a Angola eran amigos. Los que esbozaban alguna crítica eran devaluadores y cómplices de la dictadura. Hugo Moyano al principio era un líder de los sectores populares. Y un día se convirtió en la derecha sindical lopezrreguista. Estela de Carlotto siempre fue confiable y Graciela Fernández Meijide una enemiga. Ricardo Lorenzetti fue el demonio cuando se opuso a la reforma judicial K y es el presidente de una Corte Suprema ejemplar ahora que declaró constitucional la Ley de Medios.

Y ya que hablamos de medios, el periodismo y los periodistas fueron uno de los campos de batalla preferidos del kirchnerismo.

Se usaron los medios estatales para denigrar a muchos profesionales. Se hicieron afiches con la cara de aquellos comunicadores que no sintonizaron el dogma oficial. Se pintaron agravios en el frente de la casa de un editor de Clarín y se abusó de la pauta publicitaria solventada por los ciudadanos para financiar a los medios que hacían los deberes sin salirse del sendero de la obediencia.

Ni siquiera la cultura se salvó de la ola negra de la confrontación. Fito Páez fue bueno porque defenestró a los votantes de Mauricio Macri. Alfredo Casero es malo porque critica a Juan Cabandié. Víctor Heredia es bueno porque le pega a Pino Solanas y Ricardo Darín es malo porque señaló algunos aspectos deprimentes de la Argentina actual. Y Florencia Peña es buena y Juan José Campanella es malo. No importa el talento ni la rebeldía que debe tener todo artista que se precie. El juicio será inapelable según se ubiquen en la vereda del sol o en el infierno de la sombra.

También hay que decir que los argentinos nos entusiasmamos muy fácil con la cultura de la confrontación. Los dirigentes, los artistas, los periodistas, todos hemos sido de alguna manera funcionales a la dinámica amenazante impuesta por el kirchnerismo. Por acción o por reacción. Y a veces por el silencio ante los actos de linchamiento público. La actitud confrontativa se ha metido en los trenes, en los colegios secundarios y en las calles cortadas por las protestas. La respuesta violenta parece estar siempre a flor de piel y es preciso que la sociedad en todos sus pliegues comience a bajar los decibeles del sonido destructivo de la violencia.

Es por estas materias pendientes de la democracia que El Cronista ha convocado a dirigentes, economistas, periodistas y referentes culturales a evaluar los logros y los déficits de estos 30 años de vigencia de las instituciones. Desde agosto hasta diciembre irán exponiendo sus visiones referentes de todas las tendencias y, en esta edición, son el ex presidente del Banco Central, Martín Redrado, y el actual titular del Banco Provincia, Gustavo Marangoni, quienes celebran el aniversario democrático.

La especialista Lorena Zapata, en tanto, recuerda con precisión las leyes más importantes que el Parlamento sancionó o discutió en estas tres décadas. Y la periodista Ana Gerschenson rescata el impactante discurso que Raúl Alfonsín dio ante la Asamblea Legislativa el 10 de diciembre de 1983. El bonus track de esta edición aniversario es, sin dudas, el magnífico capítulo de su libro Belgrano. La revolución de las ideas, en el que el periodista e historiador Diego Valenzuela retrata al gran Manuel Belgrano como el primer economista del país adolescente. Un texto tan imprescindible como sorprendente.

Éste es el pequeño homenaje que El Cronista le quiere hacer a sus lectores al cumplir 105 años. Una historia extensa que acompañó momentos de proyección de la Argentina junto a otros de retroceso. El país del trigo y de las mieses, que exaltó Lugones, y la caída de la década infame. La eclosión obrera que impulsó Perón y la decadencia de la espiral violenta. La noche larga de la dictadura en la que desapareció Rafael Perrota, director de este diario e integrante de la familia que lo fundó en 1908. El Plan Austral, la Convertibilidad, las devaluaciones repetidas y el crecimiento de estos años de soja generosa que todavía no pudimos transformar en desarrollo.

Siempre respetando la libertad y la inteligencia de quienes nos siguen. Siempre buscando la verdad, aún cuando nos equivocamos. Siempre creyendo en la meta de una Argentina más próspera y más tolerante. 3D

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