Los costos de la política de vivir con lo nuestro <br> Por Laura García

El desendeudamiento aparece como una de las prédicas mejor hilvanadas del relato K, a 10 años de su llegada al poder.

Habían pasado 638 días de la declaración del default a fines de 2001. Frente a 200 inversores, en la abrasadora y exultante Dubai, el ministro de Economía Roberto Lavagna anunciaba la mayor quita de deuda de la historia. Néstor Kirchner venía de asumir apenas cuatro meses atrás con sólo el 22% de los votos en una Argentina quebrada. Económica y anímicamente. Esa oferta marca el inicio de una de las gestas más emblemáticas y mejor hilvanadas del relato K: el desendeudamiento. Un recorrido que nos lleva desde aquel canje monumental hasta la emancipación del FMI y la estatización de las AFJP, pasando por la apropiación de las reservas del Banco Central y el actual litigio con los holdouts, con la exaltación patriótica de la resistencia anti-buitre y una disputa que amenaza -a 10 años de Dubai- con un nuevo default.

Desendeudados somos libres, predica el Gobierno. Y aquí el argumento oficial insiste en la baja sustancial del nivel de exposición externa, que redunda en una menor vulnerabilidad de toda la economía. Claro que tampoco es una abominación pedir prestado. "Evo nacionaliza hasta el pasto y le prestan al 5%", se le escapó no hace mucho a Cristina, en momentos en que desde Brasil hasta Paraguay aprovechan las condiciones excepcionales de liquidez que hoy imperan en el mundo. En todo caso, la vigorosa reivindicación K del "vivir con lo nuestro" no sólo tiene sus límites. Tiene costos indisimulables.

Cambiar de acreedor

Efectivamente, del 2002 a esta parte, la relación de la deuda respecto del PBI pasó del 166% al 40%. Hoy Brasil posee un ratio del 64%. En Japón alcanza un récord a nivel mundial de 237%, mientras que en los EE.UU. es del 107%.

Pero el desendeudamiento K es un fenómeno de cambio de acreedor. La deuda en manos privadas se redujo en términos del PBI del 105% al 12,9%. Si se consideran los compromisos con organismos multilaterales, suma 18%. Esta caída abrupta se explica en gran medida por el aumento del financiamiento intra sector público: el Banco Central y la ANSeS, los grandes salvavidas financieros de este segundo kirchnerismo.

Hernán Lacunza, el director de la consultora Empiria, pone el tema en perspectiva: "Hay cuatro factores que explican el desendeudamiento. La quita practicada en la reestructuración de 2005, un crecimiento del producto mayor al incremento de la deuda nominal, la apreciación del peso, que licua -en apariencia- los pasivos en moneda extranjera (recuérdese que en 2001 la deuda pre-default apenas superaba el 50% del PBI, pero igual era impagable tras el sinceramiento cambiario) y el cambio de acreedor privado a acreedor público. Los dos primeros son genuinos, y datan del período 2003-2008. Desde 2009, con la pérdida de superávit y al recrudecimiento de la inflación, los dos últimos factores cobran mayor importancia", resume.

En un principio fue el canje

En el origen del desendeudamiento está el canje. "Los que dicen que la Argentina tiene que pagar más deuda están diciendo que debe haber más ajuste sobre las espaldas de los argentinos", explicaba Néstor a fines del 2003 y sentaba así los cimientos de la epopeya que Cristina se encargaría de mantener viva en pleno "affaire Fragata" y guerra de desgaste con los buitres.

Con la aprobación del 93% de los tenedores, la Argentina obtuvo una quita estimada en u$s 48.300 millones. Pero entre un canje y otro, la estatización de las AFJP también hizo lo suyo por desendeudarnos. No sólo permitió recuperar un flujo de 1,1% del PBI anual mediante los aportes privados sino que redujo en poco más de u$s 32.000 millones la deuda pública en manos privadas.

La tentación de las reservas

"Estos tipos ya me cansaron", le dijo Néstor a Roberto Lavagna. "Tenemos que sacarnos de encima definitivamente al FMI", le advirtió, según recoge el libro Los buitres de la deuda, de la periodista Mara Laudonia. Un año más tarde le daría la instrucción a Martín Redrado: "Separá u$s 10.000 millones de las reservas para cancelar la deuda con el FMI".

La Argentina se ahorró en intereses casi u$s 1000 millones. "Se viene la Argentina soberana", aseguran que dijo Néstor a su Gabinete. Fue sólo el comienzo de una política que se llevaría al extremo. Unos cuatro años después, la creación del Fondo de Desendeudamiento, que utiliza las reservas para pagar a acreedores privados, derivó en una pelea descomunal que terminó con el alejamiento de Martín Redrado del Banco Central. Las arcas, que sumaban u$s 8000 millones para cuando asumió Néstor, llegaban para entonces a u$s 50.000 millones. Y la tentación fue demasiado grande.

Empapelado con pagadios

El financiamiento del Banco Central se disparó desde 0,5% del PBI en 2003, en el inicio de la gestión kirchnerista, a un 5% en 2012. La participación de la deuda del Tesoro en el activo de la entidad saltó del 14% en 2005 a casi el 60% en la actualidad. Si se restan, implican un patrimonio neto negativo equivalente al 12% del PBI.

"El desendeudamiento con el sector privado se lleva a cabo 'empapelando de pagadios' al Banco Central (letras intransferibles a 10 años, con interés casi nulo, que a fin de 2013 serán más abultadas que las reservas), que igual deben computarse como deuda del Tesoro. Salvo que no se piense pagar", apunta Lacunza.

Las modificaciones recientes en la Carta Orgánica abrieron la puerta a un deterioro aún mayor, perpetuando la estrategia del desendeudamiento aún después de que se acabaran las llamadas reservas de libre disponibilidad (los dólares que exceden los pesos en circulación) y habilitando una asistencia en pesos aún más agresiva al Gobierno para financiar el bache fiscal.

En conclusión, hoy las reservas netas (sin depósitos en dólares de los bancos ni stock de Lebac) cubren apenas el 22% de los pesos que circulan, 14 puntos porcentuales menos que hace un año.

Todo vuelve

"Los costos del desendeudamiento forzado (y sin superávit fiscal a partir de 2010) están dados por la creciente presión cambiaria, atacada e intensificada por el cepo, una vez que el uso de pesos y dólares del BCRA para financiar las necesidades del Tesoro (sin rollar siquiera los vencimientos de capital) deteriora el balance de la entidad. Pero además, esta decisión de aislarse del crédito genera dificultades crecientes para financiar la infraestructura que requiere la economía, sobre todo en un contexto donde la estructura actual de subsidios (que en alguna medida evitó que el ajuste de precios sea mayor) no genera señales a la inversión al sector privado", opina Marina Dal Poggetto, directora de Estudio Bein & Asociados.

"En una primera etapa el Tesoro le pasa la deuda pública al Banco Central, deteriorando su balance. Pero luego el BCRA le transfiere la deuda a los privados al devaluar la moneda y licuar su pasivo, lo que permite 'restablecer' el daño patrimonial de la institución monetaria", agrega Ramiro Castiñeira, de Econométrica.

Default, AFJP, FMI y reservas completan el periplo de una década de desendeudamiento K. Hoy la batalla legal con los holdouts nos obliga a revisitar los días aciagos del canje. Aún desendeudados, la deuda vuelve a acecharnos. Y ante la amenaza, el relato se cierra sobre sí mismo. Escúchenla otra vez a Cristina: "Eso es lo que quieren: que no podamos pagar. No hemos vuelto a pedir prestado. Ese es el problema, nos quieren volver a endeudar". z we

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