Por Ana Gerschenson

Década K: de la apuesta regional al aislamiento

Los Kirchner iniciaron su política exterior con un proyecto latinoamericanista, la reafirmación del lazo con España y cierta simpatía por Obama. Pero de a poco fueron profundizando su aislamiento y malograron vínculos internacionales. Hoy tienen roces con países de la región y de otros continentes y su único aliado sigue siendo Venezuela. Por Ana Gerschenson

Fueron diez años que comenzaron con un proyecto latinoamericanista, la reafirmación del vínculo con la España de Zapatero desde 2004, y cierta simpatía por el demócrata estadounidense Barack Obama, pero que terminaron con Venezuela como el único aliado incondicional de la Argentina. Con todos los demás países de la región y otros continentes, el gobierno kirchnerista mantiene conflictos varios y distancias permanentes.

Mientras estuvo Luiz Inazio Lula Da Silva como presidente de Brasil, Néstor Kirchner sostuvo la alianza estratégica con el principal socio del Mercosur. No sólo eso, el santacruceño impulsó con Lula la consolidación de Unasur (Unión de Naciones Sudamericanas) como contracara del ALCA, un proyecto fallido de los Estados Unidos al mando de George W. Bush.

El dúo pasó a ser trío con el venezolano Hugo Chávez, a quien Kirchner seguía desde antes del 25 de mayo del 2003, por sus políticas sociales "revolucionarias". Se lo hizo saber el mismo día de su asunción.
La relación con Washington no fue prioritaria para Néstor Kirchner. De hecho, como contó el mismo Chávez antes de su muerte, confabularon en la cumbre de Mar del Plata de 2005, a donde asistió el entonces presidente Bush, para enterrar el ALCA como proyecto. Desde entonces los resquemores con la Casa Blanca permanecieron.

En 2007, ya presidenta, Cristina Kirchner expresó su favoritismo por Obama en plena campaña estadounidense, aunque un año más tarde la misma Cristina también reveló su decepción por la gestión del mandatario norteamericano.

Rispideces con EE.UU. y Europa

Lejos de cultivar una relación fluída, la simbiosis entre Argentina y Venezuela, las diferencias comerciales, los juicios que empresas estadounidenses ganaron ante el CIADI y la Argentina no paga y el avión militar estadounidense que decomisó en persona el canciller Héctor Timerman en 2011, generaron sólo rispideces entre Buenos Aires y Washington. Barack no ha invitado a Cristina Kirchner a la Casa Blanca, como sí lo ha hecho y hace con otros mandatarios de la región. Tampoco ha visitado Buenos Aires. Ni en todo su primer mandato, ni en lo que va de su segundo período.

Tampoco están mejor las cosas con el Viejo Continente. Néstor y Cristina Kirchner mantuvieron la puerta abierta con España mientras gobernó José Luis Rodríguez Zapatero, hasta 2011. Pero por cuestiones de piel ideológica la llegada de Mariano Rajoy al Palacio de la Moncloa fue determinante. La puerta con Madrid se cerró con la expropiación de YPF a la empresa Repsol en 2012, sin mediar diálogo entre los gobiernos, y tuvo como consecuencia directa un enfrentamiento con los demás miembros de la Unión Europea.

Incluso con Alemania, país al que cada vez inquieta más que la Argentina no inicie negociaciones para pagar la deuda que mantiene con el Club de París. Y ni hablar con el Reino Unido, con el que las relaciones directamente se congelaron por la disputa de soberanía por Malvinas.

Así es hoy el estado de cosas con los Estados Unidos y los países de la Unión Europea. Ahora, en la región no están mucho mejor.

Vínculos regionales complicados

La llegada de Dilma Rousseff en 2011 cambió todo en Unasur y el Mercosur, proyecto de integración que agoniza en estos tiempos.

Dilma no es Lula. No apuesta al liderazgo de América del Sur, sino que pretende para Brasil un rol de peso en el mundo.

Tampoco hubo sintonía entre Dilma y Cristina, como sucedió con Lula. El resultado fue el alejamiento, las diferencias por las trabas a las importaciones, con impacto en la economía real argentina, que se vio con claridad en las compañías brasileñas que decidieron abandonar sus inversiones en el país. Y el caso emblemático es el de la megaminera Vale.

Marcelo Elizondo, ex director de la Fundación ExportAR y actual director de DNI, explicó a WE el proceso de intercambio comercial en la último década: "Las exportaciones llegaron a representar el 22% del PBI en 2005 y hoy apenas son el 16%. Y las importaciones están trabadas desde hace 18 meses afectando los procesos productivos (el 80% de lo que importamos se usa para producir internamente). Y numerosos conflictos comerciales por nuestro proteccionismo aparecen en estos años, luego de grandes avances en los primeros años."

Las restricciones a las importaciones afectan la relación y la economía de Uruguay fuertemente. Si bien José Pepe Mujica y la Presidente tuvieron sintonía en un principio, el mandatario uruguayo ha confesado que hay que olvidarse de la Argentina como socio comercial, además sus gobiernos cruzaron acusaciones de coimas por el dragado del canal Martín García, y terminó de embarrar la relación con una frase a micrófono cerrado de la que no se arrepintió. Pepe, como lo llama Cristina, aseguró que "esta vieja es peor que el tuerto", en referencia a Néstor Kirchner. A principios de este mes, el vicepresidente uruguayo Danilo Astori fue terminante: "Las relaciones con la Argentina empeoran día a día".

Hacia el oeste, los contactos con Chile habían sido auspiciosos en un principio, incluso luego de la llegada de Sebastián Piñera al Palacio de la Moneda. Pero otra vez las restricciones unilaterales argentinas enfriaron el diálogo, muy a pesar de la gestión del embajador en Santiago, el movedizo Ginés González García. Hoy incluso hay un conflicto que amenaza la paz de la relación bilateral, y es la embestida que desde la empresa estatal Intercargo se ha desplegado contra la chilena LAN, quitándole las mangas en los aeropuertos. La companía aérea ha dicho esta semana que revisará sus inversiones en la Argentina. Y esta semana, el canciller trasandino Alfredo Moreno se quejó ante su colega Héctor Timerman, por la situación de LAN.

Irán y el caso AMIA

Hasta la fluidez con Israel se vio afectada por la decisión presidencial de negociar con Irán, país acusado de apoyar a los ideólogos del ataque terrorista a la AMIA en 1994. La rigidez de la Cancillería con los demás países del mundo se desvaneció para sentarse a acordar con Teherán un escrito falto de precisiones para que la Justicia argentina pueda interrogar a los acusados iraníes, siempre que estos tengan ganas de testificar ese día. El acuerdo, ratificado en el Congreso argentino sólo por el oficialismo, no pudo ser aprobado en el Parlamento iraní.

Para Elizondo, en estos diez años, la recepción de inversión extranjera fue descendiendo por un creciente ensimismamiento. Así, del dinamismo internacional hemos pasado a privilegiar vivir con lo nuestro".

El ensimismamiento es hoy la marca registrada de la política exterior argentina. Con Venezuela, como única excepción que confirma una regla, en la que la Argentina pierde inversiones, pero también contacto social con el mundo. z we

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