Mejoran las perspectivas para el Brasil post crisis de 2017

Un cambio de gobierno daría otro enfoque a la política económica brasileña. Las reformas que se anuncian pueden impulsar el PBI más allá del crecimiento esperado

Las perspectivas para 2017 indican una modesta recuperación de la actividad económica, con expansión estimada de 1%, tras dos años de recesión precedidos por otros de bajo crecimiento.

Pero las inminentes decisiones políticas pueden cambiar rápidamente el escenario del próximo año y los períodos siguientes. Todo dependerá del resultado de la votación en el Senado sobre la admisibilidad del proceso de impeachment de la presidenta Dilma Rousseff -que se espera para el 11 de mayo- y del apoyo que su sustituto, el vicepresidente Michel Temer, obtenga del Congreso para aprobar medidas urgentes y penosas.

El ministro de Hacienda del eventual gobierno de Temer encontrará una propuesta completa de reforma del sistema tributario que elaboró el actual gobierno, pero no tuvo la fuerza política ni los recursos para compensar las pérdidas de ingresos que generarían la alteraciones en algunos estados.

En la agenda que dejará el ministro Nelson Barbosa estarán las reformas del PIS/Cofins y del ICMS y sugerencias para aumentar tributos sobre herencias y donaciones, además del proyecto de un Impuesto de Renta (IR) más progresivo que crea la alícuota de 35%.

El grupo de Temer tiene una lista preliminar con medidas para recuperar la capacidad del gobierno para hacer política fiscal y producir superávit primario en las cuentas públicas, recolocando la deuda bruta en trayectoria sustentable. Aunque no incluya más impuestos, difícilmente la sociedad escapará de pagar la cuenta del "rojo" que creció sustancialmente.

La deuda del sector público pasó de 51,7% del Producto Bruto Interno (PBI) en 2013 para 66,2% del PBI en 2015 y puede llegar a más de 80% a finales de 2017. Sin saldo primario, con un gigantesco desequilibrio del presupuesto y el termo de insolvencia, no podrá cortarse la tasa de interés que está en las alturas.

Si asume el gobierno, Temer pretende conducir la agenda de reformas para rescatar el equilibrio fiscal que se comprometió con un conjunto de acciones equivocadas de la gestión actual. Más allá de una política macroeconómica consistente, el vicepresidente tendrá que lidiar con emergencias microeconómicas, como el alto endeudamiento de las empresas del país y el peligro de una avalancha de procesos de recuperación judicial. El estrago fue grande.

La expectativa del cambio de gobierno en los mercados genera una cautelosa esperanza, con algunas dudas sobre el apoyo político que tendrá Temer para imponer medidas difíciles. Sin embargo, algunos líderes evalúan que hay reformas suficientemente maduras para llevarse adelante, como la edad mínima para la jubilación en el Régimen General de Previsión Social (RGPS), cuyo déficit estimado para 2016 es de R$ 167.000 millones.

Luis Eduardo Afonso, de la Facultad de Economía, Administración y Contabilidad de la Universidad de San Pablo (FEA-USP), cree que comienza a haber consenso sobre tres puntos en este tema: la desvinculación del piso previsional del salario mínimo, la edad mínima para jubilación por tiempo de contribución, y reglas más restrictas para las pensiones por muerte. Afonso señala que Brasil es uno de los raros países del mundo en que no hay un requisito de edad para jubilarse. En el caso de las pensiones, incluso con los cambios introducidos en 2015, el país tiene una de las reglas más indulgentes del mundo.

Otro punto que piensa enfrentar un nuevo eventual nuevo gobierno es la desvinculación de ingresos y gastos predeterminados del presupuesto.

Está prevista también la reforma en la Consolidación de las Leyes Laborales (CLT) para permitir que lo que se negocia en las fábricas pueda llevarse a la legislación. La propuesta que servirá de modelo es la de las centrales sindicales que buscaron ideas en la legislación alemana y está en un cajón de la jefatura de Gabinete desde el gobierno de Luis Inácio Lula da Silva.

A pesar de que la autonomía del Banco Central (BC) no conste entre los proyectos de la probable administración de Temer, la elección de Henrique Meirelles para Hacienda introducirá el tema que quedó afuera por falta de consenso.

Poco se habla de la reforma política, la madre de todas las reformas, que evitaría nuevas crisis institucionales como la que atraviesa Brasil. En ese punto también escasea el consenso.
El profesor titular de la USP y una de las principales referencias de ciencia política nacional, Fernando Limongi, tiene una postura minimalista con respecto a los cambios del sistema político pero es ambicioso con las propuestas de reforma de los contratos del Estado.

Pero no todo tiene que cambiar. El gobierno de Dilma tomó medidas que producirán efectos ahora. Si Temer asume el comando del país, comenzará cosechando frutos que podrán impulsar la reanudación del crecimiento. Siempre que el gobierno recupere la confianza y la credibilidad de parte de empresas y consumidores.

Después de acomodar las presiones inflacionarias del shock de precios administrados, el año pasado, la inflación que fue de dos dígitos da señales de debilitamiento. La tasa básica de interés (Selic) subió, de 2013 en adelante, del piso de 7,25% a 14,5% al año, nivel actual. La recesión empujó el desempleo de 4,5% a cerca de 10%, descomprimiendo el mercado de trabajo y enfriando el ímpetu de los reajustes salariales.

La expectativa de inflación para este año y 2017 está cayendo. El objetivo del BC es mantener la tasa estable hasta que las expectativas de mercado bajen a una inflación de 6,5% (techo de la meta oficial) en este ejercicio y para la meta de 4,5% en el próximo. Hoy están en alrededor de 6,9% para 2016 y de 5,8% para 2017. Los analistas pronostican que la tasa de interés comenzará a bajar en julio.
Para los economistas que trabajan en el programa de Temer, si el Congreso aprueba las principales propuestas de reformas, las dudas y recelos sobre una probable insolvencia se alejarían y el propio mercado derribaría la tasa.

Con el corte sustancial del costo del dinero se pavimentaría el camino para el regreso de las inversiones que caen hace diez trimestres consecutivos. En 2014 las inversiones se contrajeron 4,5% y, en 2015, 14,1%, lo que hizo que la tasa de inversión cayera a 18,2% del PBI, el nivel más bajo desde el 17,5% del PBI de 2007.

La industria paga un precio alto por los desaciertos del gobierno. La industria encogió y representa actualmente menos del 10% del PBI. A la valorización de la tasa de cambio por diversos períodos en los últimos años se agregó la doble recesión de 2015 y 2016. Retracción del mercado, escasez de crédito y tasas altas significó una combinación perversa que llevó a las empresas a invertir muy poco o nada en modernización.

Cuando se recupere la economía, va a encontrar al sector menos productivos y más desfasado. La necesaria reindustrialización del país es un tema que hoy tiene el consenso de los economistas.
La devaluación de la tasa de cambio del año pasado a hoy le dio un impulso a las exportacionesen general y de la industria, en particular. El déficit comercial de la industria de productos elaborados cayó de u$s 18.800 millones en el primer trimestre de 2014 a u$s 2.000 millones en igual período de este año.

Las cuentas externas atraviesan un rápido e intenso ajuste y el déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos está en caída acelerada.

Las exportaciones, ajustadas por una política activa de acuerdos comerciales bilaterales del eventual nuevo gobierno, y por una política más ágil de concesiones en el área de infraestructura, pueden empujar la recuperación económica. La rapidez de este proceso dependerá de la recuperación de la confianza.
La tarea de una probable gestión de Temer será ardua y tiene alguna posibilidad de éxito si el Congreso tiene la sensibilidad necesaria para sacar al país del atolladero en que se encuentra. Pero no será suficiente sacar a la economía de la recesión.

El país precisa un shock de productividad, eficiencia y de buena gobernabilidad en todas las áreas. En salud, educación, política, justicia, en las empresas y bancos públicos. Es una larga lista.

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