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La economía mundial se enfrenta al mayor reto en décadas

Las autoridades afirman que resultará mucho más difícil eliminar la alta inflación, ya que se enfrentan a una nueva era económica

Los banqueros centrales se enfrentan a un panorama económico más difícil que el que han experimentado en décadas y tendrán más dificultades para erradicar la alta inflación, según han advertido destacadas autoridades multilaterales y responsables de la política monetaria.

Las principales autoridades económicas del mundo dieron este fin de semana la voz de alarma sobre las fuerzas que actúan contra la Reserva Federal, el Banco Central Europeo y otros bancos centrales en su lucha contra la peor inflación de las últimas décadas. En su intervención en la reunión anual de banqueros centrales en Jackson Hole, Wyoming, muchos advirtieron que la economía mundial estaba entrando en una era nueva y más dura.

"Al menos durante los próximos cinco años, formular la política monetaria va a ser mucho más difícil que en las dos décadas anteriores a la pandemia", señaló Gita Gopinath, subdirectora gerente del FMI, a Financial Times.

Gita Gopinath, subdirectora gerente del FMI

"Nos encontramos en un entorno en el que los shocks de oferta van a ser más volátiles de lo que estábamos acostumbrados, y eso va a generar disyuntivas más costosas para la política monetaria", afirmó.

El ritmo de crecimiento de los precios se ha disparado al chocar los problemas de la cadena de suministro por los confinamientos por el Covid-19 con la elevada demanda de los consumidores, alimentada por un apoyo fiscal y monetario sin precedentes desde el inicio de la pandemia. La invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia provocó una serie de shocks en los mercados de materias primas que crearon aún más restricciones del suministro y aumentos de precios.

Estas dinámicas han obligado a los bancos centrales a endurecer agresivamente la política monetaria para garantizar que la inflación no se arraigue más en la economía mundial. Pero dada su limitada capacidad para abordar los problemas relacionados con la oferta, muchos temen que se vean obligados a causar mucho más dolor económico que en el pasado para restablecer la estabilidad de los precios.

David Malpass, el presidente del Banco Mundial, advirtió que las herramientas de los bancos centrales, especialmente en las economías avanzadas, son poco adecuadas para hacer frente a las presiones inflacionistas relacionadas con la oferta que están impulsando una parte importante del reciente aumento de la inflación.

David Malpass, el presidente del Banco Mundial

"Las subas de tasas tienen que competir con muchas fricciones dentro de la economía, así que creo que ése es el mayor reto al que se enfrentan", señaló. "Se están subiendo las tasas con la esperanza de reducir la inflación, pero esto está siendo contrarrestado por la gran fricción existente en la cadena de suministro y el ciclo de producción".

Figuras clave tanto de la Fed como del BCE se comprometieron "incondicionalmente" a restaurar la estabilidad de los precios. Jay Powell, el presidente de la Fed, advirtió el viernes que, como resultado, era probable un "período sostenido" de crecimiento lento y un debilitamiento del mercado laboral.

Gopinath advirtió que el BCE se enfrentaba a disyuntivas especialmente serias; existía "un riesgo real" de que surgiera en Europa un entorno estanflacionario de crecimiento débil e inflación elevada, dada la intensidad de la crisis energética provocada por la guerra de Ucrania, indicó.

Malpass afirmó que las economías en desarrollo son especialmente vulnerables a medida que se endurecen las condiciones financieras mundiales.

"Por una parte, las tasas de interés están más altas, y tienen mucha deuda pendiente, lo que aumenta los costos del pago de la deuda y dificulta la obtención de nueva deuda", añadió. "El reto añadido es que las economías avanzadas recurren en gran medida a los recursos globales de capital y energía, lo que crea una falta de fondo de maniobra para nuevas inversiones [en otros lugares]".

La enormidad del reto económico al que se enfrentan los banqueros centrales fue resumida por Changyong Rhee, el gobernador del Banco de Corea, cuando dijo que la "pregunta del billón de dólares" era si el mundo volvería a un entorno de baja inflación.

En el ambiente de optimismo de los asistentes a Jackson Hole -que, debido a la pandemia, habían esperado dos años para socializar e intercambiar ideas cara a cara- se percibía la preocupación generalizada de que el mundo y las relaciones económicas que lo sustentan hubiesen cambiado fundamentalmente.

El brusco cambio en la dinámica económica hizo que los asistentes hicieran examen de conciencia. "Hay mucha humildad en la sala [sobre] lo que sabemos y lo que no sabemos", dijo Gopinath.

El evento puso de manifiesto con todo detalle las fallas causadas por la pandemia y la invasión rusa de Ucrania.

"Tenemos la crisis energética, tenemos la crisis alimentaria, tenemos la crisis de la cadena de suministro y tenemos la guerra, todo lo cual tiene profundas implicaciones para los resultados económicos mundiales, para la naturaleza de la interconexión mundial y, lo que es más importante, para los precios relativos de muchas, muchas cosas", señaló Jacob Frenkel, ex gobernador del Banco de Israel y actualmente presidente la junta del Grupo de los 30, un consorcio independiente de ex responsables políticos.

Para complicar las cosas, existen dudas sobre el grado de endurecimiento de la política necesario ante las imprevisibles oscilaciones del suministro y, a su vez, de los precios.

"Actualmente, tenemos que tomar nuestras decisiones en un contexto de gran incertidumbre", explicó Thomas Jordan, presidente del Banco Nacional de Suiza. "La interpretación de los datos actuales es un reto, y es difícil distinguir entre la presión inflacionista temporal y la sostenida".

Según Schnabel, del BCE, los próximos años corren el riesgo de ser conocidos como la "Gran Volatilidad", en contraste con las dos últimas décadas, que los economistas denominaron la "Gran Moderación" por su dinámica relativamente tranquila.

Muchos funcionarios han llegado a creer que las fuerzas estructurales que mantenían controladas las presiones sobre los precios -principalmente la globalización y una abundante oferta de mano de obra- se han invertido.

"La economía mundial parece estar a punto de experimentar un cambio histórico, ya que muchos de los vientos de cola de la oferta agregada que han mantenido a raya la inflación parecen dispuestos a convertirse en vientos en contra", advirtió Agustín Carstens, director general del Banco de Pagos Internacionales. "De ser así, el reciente repunte de las presiones inflacionarias podría resultar más persistente".

Los escépticos con respecto a esta opinión afirman que confían en que los principales bancos centrales del mundo sean capaces de alejar la alta inflación arraigada.

"La cuestión en la que deben centrarse los bancos centrales no es en establecer credibilidad sobre la inflación", dijo Adam Posen, presidente del Peterson Institute for International Economics. "La cuestión es rehacer la estrategia y los objetivos de inflación para un mundo en el que se van a producir shocks de oferta negativos más frecuentes y de mayor envergadura".

El objetivo de inflación del 2% que los bancos centrales de las economías avanzadas han respetado mayoritariamente durante décadas surgió repetidamente a lo largo de la conferencia, y los economistas sugirieron que podría ser necesario adaptarlo para que se ajuste a una economía mundial más fracturada.

Mucho antes del aumento de la inflación, la Fed anunció en 2020 que fijaría la inflación en una media del 2% con el tiempo, para compensar los períodos anteriores en los que no se alcanzó el objetivo. El año pasado, el BCE declaró que toleraría que la inflación superara temporalmente el 2% en algunas ocasiones.

Muchos economistas abogan por un objetivo de inflación del 3%. Según Stephanie Aaronson, antigua funcionaria de la Fed que ahora trabaja en la Brookings Institution, esto daría a los bancos centrales más flexibilidad para mirar más allá de los shocks de oferta y apoyar a la economía durante los periodos de crisis.

"Si se baja al 2% y se puede acortar la cantidad de crecimiento bajo que se necesita y también pasar a un régimen mejor a largo plazo, porque se está menos limitado por el límite inferior de cero, me da la sensación de que todos ganamos", aseguró Maurice Obstfeld, ex economista jefe del FMI, en una entrevista.

El momento y la forma en que un banco central como la Fed y otros bancos centrales aborden los cambios en sus mandatos serán fundamentales, dado su tenue control sobre la inflación y el riesgo de que las expectativas de los hogares y las empresas sobre futuras subas de precios se afiancen.

Karen Dynan, profesora de economía de la Universidad de Harvard, que anteriormente trabajó en el banco central de EEUU, dijo que sería "muy arriesgado" para la Fed y sus homólogos siquiera abordar el tema hasta que hayan frenado la inflación.

"Tienen que hacer todo lo posible para preservar su credibilidad -y tal vez, en algunos casos, restaurar su credibilidad-, pero van a tener que pensar mucho en cuál debe ser ese nuevo objetivo".

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