Ladrillos low cost reducen hasta un 40% los costos de construcción

Tucuy es el nombre de este emprendimiento nacido en Tucumán, basado en la utilización de las cenizas de los ingenios como materia prima. Cuáles son las otras cualidades de estos productos ecológicos encastrables que fabrican.

Facilitar el acceso a la vivienda, el cuidado del medio ambiente y la innovación son el trinomio que define a los ladrillos ecológicos encastrables que dos jóvenes crearon en la provincia de Tucumán. Para reducir hasta un 40% los costos de construcción de casas y darle uso a los residuos industriales contaminantes, Máximo de la Torre y Julio Marcos Robles proponen la sustitución del ladrillo macizo tradicional por uno realizado con las cenizas de las cañas de azúcar que deja por doquier el período de la zafra.

Con esa lógica surgió Tucuy, un proyecto que en los últimos meses llamó la atención de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) y fue uno de los ganadores del Programa de Emprendedores para el Desarrollo Sustentable (Proesus) del Ministerio de Medio Ambiente de la Nación.

Este emprendimiento persigue acercar soluciones ambientales, sociales y económicas en un solo combo. Se trata de un producto de triple impacto ya que, a bajo costo, busca construir viviendas sociales públicas o privadas y reutilizar los desechos de los ingenios. "Las cenizas quedan depositadas en un galpón o se las tiran en ríos, acequias o campos. No tienen ningún tratamiento", señaló De la Torre.

Los creadores aseguran que estos ladrillos son acústicos, cuatro veces más resistentes que los bloques tradicionales y aislantes de la humedad. ¿Por qué es tan barato Tucuy y ágil para la edificación? De la Torre explicó que hay una diferencia clave con el método estándar de construcción basado en cemento, cal y arena para adherir los ladrillos.

"Nuestro sistema alternativo elimina los escombros porque al ser ladrillos encastrables no necesitan la mezcla tradicional. Eso permite también disminuir el tiempo de obra y los costos", agregó. Para la construcción de las viviendas sociales, que pueden ser de hasta dos pisos, este equipo utilizará como sellador una mezcla con cenizas y otros cuatro elementos, entre ellos el cemento, que se incorporará en mínimas cantidades influyendo asimismo en el monto final.

La fabricación de este producto atraviesa los siguientes pasos. El primero consiste en recopilar las cenizas y entreverarlas con componentes no revelados por los emprendedores. Esa unión, en contacto con el agua, es lo que produce la reacción química propicia para la obtención del material. Luego es depositada en un molde diseñado a medida que está ubicado en una prensa hidráulica.

A través de ese prensado, se obtienen bloques de alta resistencia e idénticos unos de otros. Por último, se dejan reposar en un depósito durante 24 horas para conseguir un secado óptimo sin la necesidad de recurrir al horneado, evitando, de esta manera, la deforestación y la tala.

El emprendimiento ya pasó la primera fase de prototipo, donde la prueba y error fueron clave para la presentación de un proyecto sólido.

Con esa etapa, y desde febrero, consiguieron ser beneficiarios del Fondo Semilla, financiamiento que otorga el Ministerio de Producción para la creación de empresas innovadoras con impacto social. Con el actual período de la zafra llegará el lanzamiento completo de la fase comercial, que ya dio sus primeros pasos pese a que el patentamiento del invento y las maquinarias grandes arribarán junto al dinero total del préstamo gubernamental.

Están vigentes las tratativas con los ingenios, el contacto con el INTI de Buenos Aires para un testeo final y la supervisión de una incubadora de empresas sociales salteña, desde donde los ayudan a perfeccionar el plan y el modelo de negocio.

De la Torre y Robles lejos estaban de la esfera constructiva hace algunos años. De hecho, no se conocían. Se cruzaron en la búsqueda de hacer algo novedoso, casi por casualidad.

De la Torre se recibió de abogado en tanto que Robles trabajó desde chico en relación de dependencia. Tucuy les nació por tener una mirada social muy inquieta y por su espíritu emprendedor. Ambos dimensionaron que en la provincia sobraba materia prima para el concretar este proyecto low cost: Tucumán es el principal productor de azúcar de la Argentina.

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