Fideicomisos productivos: una herramienta para sentirse dueño

Las crecientes alternativas de inversión productiva a las que se puede acceder a través de los fideicomisos también alientan a potenciales nuevos inversores.

En cada invierno, se abre una nueva oportunidad para recorrer los campos de Espartillar, localidad situada a escasos 27 kilómetros de Pigüé, donde los perros entrenados se encargan de olfatear los hongos cargados de trufas. Un ritual con acento europeo al que se puede acceder a partir de los u$s 22.000 que cuesta una cuota-parte del fideicomiso Trufas del Nuevo Mundo. "Los fideicomisos son un instrumento muy noble, cuando de armar la típica vaquita para reunir inversores se trata, porque tienen un fin específico, son flexibles y tienen un plazo determinado", señala Eduardo de Bonis, socio de First Corporate Finance Advisors. ADBlick Agro, a través de sus diversos proyectos, y Alma Export, firma enfocada en la multiplicación de semillas, son otras alternativas productivas a las que se puede acceder gracias a que están constituidas bajo el ala de un fideicomiso.
"Por tradición y capacidad de generación, el grueso de las emisiones se lo llevan los fideicomisos destinados a créditos personales y de consumo, pero cada vez más son utilizados con fines productivos. En una primera medida, fueron los bancos y las cadenas de retail los que usaron este instrumento para financiar las compras de clientes. Pero, a partir de 2008, surgieron algunos vinculados a infraestructura y luego, en el agro, saliendo de lo estrictamente financiero", repasa Bonis. Una plataforma agrícola José Demicheli reconoció una franja de empresarios y ejecutivos que estaban interesados en diversificar sus inversiones vinculadas al agro y no tenían demasiadas alternativas. Entonces, empezó a armar fideicomisos agrícolas para escalar proyectos como la exportación de mieles orgánicas y producción de olivos. De esa prueba piloto pasaron casi 10 años y, ahora, su compañía, ADBlick Agro, tiene cinco proyectos activos para atender los intereses de empresarios y ejecutivos. "ADBlick Granos, donde somos operadores, produjo sobre 32.000 hectáreas en la campaña que cerró en junio", señala Juan Pablo Carrera, de la dirección de Negocios de la compañía, que también tiene los proyectos Ganaderos, Pecán, y Olivos I y II. "Este año fue difícil conseguir negocios que sean rentables, teniendo en cuenta el valor de los alquileres. Por eso, estimando los rindes lote por lote, si la rentabilidad preliminar no ronda, al menos, el 14%, no se avanza", precisa el ejecutivo. ADBlick Granos sembrará unas 18.500 hectáreas en la presente campaña con una inversión de alrededor de u$s 8 millones.
"El inversor ingresa en pesos al tipo de cambio oficial por un monto equivalente a u$s 10.000. Al cerrar la campaña, se reintegra el capital más la rentabilidad en pesos al tipo de cambio oficial de ese momento", precisa Carrera y agrega: "Volvimos a cerrar un contrato con Dow para producir girasol alto oleico y otro con Molinos para producir trigo candeal, que garantizan la venta de casi la totalidad de la producción a un valor predeterminado". La multiplicación de los panes "La Argentina está destinada a ser un gran proveedor de alimentos porque tiene las condiciones territoriales y climáticas para producirlos, incluso más allá de los granos tradicionales como la soja y el trigo", asegura Gérard Saint-Hubert, presidente de Alma Export, que, con pasaporte uruguayo, observa lo que sucedió de su lado del Río de la Plata, donde el know how argentino generó una revolución en el agro, como una antesala de lo que sucederá de este lado, dice.
Saint-Hubert, con el argentino Gerardo Discépolo, su socio, montó una plataforma para multiplicar semillas en Mendoza previendo esta tendencia. El trabajo comenzó en 2010 con semilleras instaladas localmente y con capital propio. "Hicimos un negocio chico para probar el modelo y, de ser exitoso, hacerlo escalar con inversores. Las semilleras son dueñas de la semilla madre (las patentes), que, por cuestiones estratégicas, tercerizan en productores como nosotros la multiplicación, para que de un kilo hagamos mil", asegura el empresario, que asienta sus proyectos en la base de tres aspectos: agropecuario, industrial y exportador.
La primera campaña de Alma Export insumió u$s 100.000 sobre cinco hectáreas alquiladas, todo con fondos propios. "El modelo es muy distinto a una hectárea agrícola convencional, ya que se pueden facturar hasta u$s 20.000 por hectárea, versus no más de u$s 1.200 en un campo extensivo", precisa Saint-Hubert, que ya reunió u$s 300.000 sobre un total de u$s 700.000, que insumirá el proyecto sobre 100 hectáreas en cinco años.
La participación mínima para los interesados en multiplicar semillas de cebollas, brócoli o zanahoria asciende a u$s 20.500 (oficiales) con un pago único o cuatro cuotas mensuales y consecutivas en pesos al valor oficial del dólar el día de cada pago. La rentabilidad es siempre medida en dólares oficiales y asciende al 5% el primer año, 10% el segundo, 15% el tercero, 18% el cuatro y la devolución del capital más el 30% por el último. Es decir, una tasa interna de retorno del 15% en dólares, según las cifras que proyecta Alma Export. "Elegir cómo financiar el crecimiento del proyecto representó un debate con mi socio porque había dos formas de hacerlo. Cedíamos participaciones societarias o creábamos un fideicomiso. Este último terminó siendo el más apto para aislar el patrimonio y darle seguridad al inversor", asegura el empresario. "A su vez, le podemos ofrecer un norte temporal a la inversión en este caso, de cinco años de plazo, donde además se le paga una renta anual con la devolución del capital más un plus al final para que pueda medir su inversión y no esté atado a una sociedad de por vida", completa. Un tour canino Agustín Lagos, Juan Carlos La Grotteria, Alejandra García, Gladys Rodríguez y Cristian Panizzi son los cinco socios fundadores y dueños de un cuarto de Trufas del Nuevo Mundo, a través de acciones clase A, mientras que el resto del capital está consolidado en el fideicomiso que ya sumó alrededor de 80 inversores. Rafael Clark es uno de ellos y también asesor Comercial del emprendimiento con 20.400 plantas sobre una superficie de 50 hectáreas. "La inversión total ascenderá hasta los u$s 3 millones y ya reunimos el 80%", asegura. "Entre las ventajas de este modelo se cuenta la garantía que los fondos siempre salen del fideicomiso. Como contrapartida, el mayor riesgo pasa por el posible retraso en el pago de dividendos, por eso se hace una promesa conservadora de los mismos", explica.
Trufas del Nuevo Mundo espera concretar la primera cosecha el año próximo para abastecer hoteles cinco estrellas y restaurantes de alta gama. "La mayoría de los inversores ingresan en búsqueda de rentabilidad sin intenciones de salir", afirma Clark, que concretará el primer pago de dividendos en 2017, con una tasa de rentabilidad en torno al 12,8% en los primeros cinco años.
Para Saint-Hubert, estos emprendimientos forman parte de una estrategia de inversión dentro de un plan diversificado. "Los inversores tienen la oportunidad de salir, pero nosotros o aquel inversor saliente puede buscar un sustituto en calidad de fiduciario", dice.
En ADBlick Agro, el perfil de inversores son ejecutivos que buscan diversificar sus inversiones. "Recientemente lanzamos el primer fideicomiso ganadero, para aprovechar las buenas perspectivas que tene el sector a mediano plazo. Si bien el planteo del primer módulo es por un ciclo de 15 meses, la visión es que los inversores se queden. Compramos terneros y los enviamos a la firma local Coagro para engorde, luego de la etapa de recría, se los lleva a un feedlot, donde alcanzan los 500 kilos por cabeza", repasa Carrera. "No tenemos definido a qué frigorífico irá la producción, pero buscaremos uno con perfil exportador", agrega, y completa: "A los interesados se les envía el plan de negocios en detalle, incluido el proceso productivo, y luego se hacen reuniones para evacuar dudas".
En el fideicomiso ganadero, que ya sumó 50 inversores, la inversión mínima asciende a $ 150.000. "En ningún proyecto prometemos una rentabilidad mínima, pero en este caso la estimamos en 35% a 15 meses acompañando la evolución del tipo de cambio y la inflación", señala el directivo de ADBlick Agro.
Por otro lado, la firma tiene 800 hectáreas de olivos en dos proyectos radicados en Mendoza. El primero insumió una inversión de u$s 4 millones y el segundo de u$s 10 millones. "El inversor es dueño de la tierra. A su vez, aquí no hay entrada y salida anual, sino que ante el interés de algún inversor por salir nosotros buscamos a un posible comprador para ocupar ese espacio. Y el valor de ingreso depende de lo que se acuerde entre las partes", explica Carrera y cierra: "Proponemos un abanico con distintos niveles de riesgo y rentabilidad. También tenemos un proyecto de nueces pecan en Entre Ríos, con una modalidad similar a los de olivos".
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