Historia de Garage - RANIERI

De Europa al fin del mundo, con los anteojos en las venas

Pedro Ranieri es un italiano que eligió la Argentina para construir la empresa de gafas más grande del país. Tras sufrir un incendio en su planta de San Martín busca reinventarse con mayor integración local.

Hace 40 años una serie de afortunadas casualidades denotaron la pasión por los anteojos en Pedro Ranieri. Italiano de nacimiento, argentino por adopción, este industrial produce 400.000 pares de anteojos por año, como el mayor fabricante de la Argentina y fijó alianzas con marcas del calibre de Reef, Wanama y Valeria Mazza, entre otras. Ranieri es también el nombre de la empresa con más de 140 empleados y una facturación en el orden de los $160 millones cada 12 meses. "Desde un principio miré al que tenía arriba para saber lo que estaba bien, pero también al de abajo, para no equivocarme. A su vez, siempre pensé que puedo avanzar pero al ponerme al frente entre los productores, solo queda el precipicio", reflexiona Ranieri.

El modelo de negocio que se consolidó en la empresa después de la crisis de 2001 está puesto en la producción con un perfil de trascendencia regional. "Tenemos las licencias de nueve marcas de las cuales nos hacemos cargo no solo de la producción sino también del diseño y la distribución", asegura el fundador. "Después de la crisis con el nuevo tipo de cambio sabía que al menos por unos años producir localmente era el camino, porque los productos importados no iban a ser competitivos. A los empleados les aseguré, prepárense porque vamos a volver a crecer", recuerda. Hasta entonces, el 51% de la empresa estaba en manos del tercer fabricante mundial, al cual le había cedido esa participación en 1997.

"Cuando decidí vender fue una situación difícil, pero interpreté que una alianza con un grupo de peso internacional era la única manera de salir de la Argentina y llegar a toda América latina", señala Ranieri. Sin embargo, la crisis ahuyentó a los italianos, que tenían la intención de cerrar. "Para mi hubiese sido conveniente cerrar como ellos pretendían, pero privilegié recomprar la empresa y no despedir a ningún trabajador, alguno de los cuales tenían 20 años en la empresa", asegura. Ranieri tenía 58 empleados y su negocio pasaba por las licencias internacionales, situación que se revertiría a partir de la decisión de producir localmente, a tal punto que incluso llegó a exportar el 50% de su producción hasta 2011.

 Italia, el golpe de la moda

Los comienzos de Ranieri en la industria tuvieron algo de azaroso cuando sin una explicación precisa decide vender su auto y viajar a Italia en los '70. "Fue una de las decisiones más acertadas de mi vida porque participé de tres de las ferias más importantes del sector en Italia, Alemania y Francia y traje la moda a la Argentina", resume ese primer gran golpe de gracia. En esos años, la Argentina no estaba acostumbrada a los colores y Ranieri los impuso a fuerza de repetición. "Era difícil convencer a los talleres locales que agreguemos color a los anteojos, pero después de unos meses de insistir pude hacerlo y fue un éxito", asegura. Otro paso importante de este empresario fue quedarse con la licencia de Mango en la Argentina a fines de la década del '80. "Nadie tenía registrada la marca en el país y después de dedicarle un tiempo logré quedármela", añade otra anécdota a su primera alianza con una marca de moda.

"Es fundamental tener este tipo de sociedades porque instalar una marca sería muy costoso, incluso nosotros nos quedamos solo con la marca Ranieri para la oferta profesional", confiesa quien gracias a la concatenación de hechos fortuitos pero no menos casuales ingresó en esta industria. "Empecé a trabajar a los 12 años, cuando un compañero del colegio me invita a sumarme a participar de un taller de anteojos. En esos tiempos, frente a la casa de mis padres, se muda una persona que trabajaba en una fábrica de anteojos y estos nuevos vecinos me adoptaron a tal punto que un par de años después, ya siendo amigos, empecé a hacer algunos trabajos del rubro en su casa". Ocho años de experiencia y una discusión con su vecino, terminó con su trabajo, pero abrió la puerta a su propio negocio.
 

Ficha

Fundación: 1974
Inversión reciente: $10 millones
Facturación 2015 (proyectada): $160 millones
Empleados: 145

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