Un oasis de sensatez antes de caer hacia el abismo del default

Como si las paredes porteñas fueran las de un museo de arte pop, ayer decoraban la ciudad cientos de coloridos carteles que contrastaban la consigna retro de 1945 (Braden o Perón) con la fantasía kirchnerista de estas horas: Griesa o Cristina. Pero la realidad siempre es caprichosa y transita un sendero muy diferente. Porque si terminan bien las negociaciones entre el ministro Axel Kicillof, los abogados de los fondos buitres y el delegado del juez de Nueva York, Daniel Pollack, a las que se sumaron anoche los banqueros argentinos de Adeba, la Argentina habrá evitado el default después de pagar el total de la sentencia en contra de 300 millones de dólares más los punitorios e intereses que podrían llevarla hasta unos 1660 millones de dólares.


En la lógica binaria del dogma kirchnerista, el resultado sería una derrota. Dólar más, dólar menos, el estigmatizado juez Griesa habrá logrado así que la Argentina pague la deuda con el fondo buitre NML según la letra de su fallo. La vestimenta que parece haber elegido el Gobierno es una suerte de bono anti default que corra por cuenta de los banqueros privados de mejor relación con el oficialismo. No es casualidad que la decisión de socorrer a la Presidenta se halla tomado en una reunión de los principales banqueros de Adeba liderada por el presidente del Banco Macro, Jorge Brito.


También conviene anotar en esta saga el papel del discreto presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega. No se le conocen declaraciones inflamadas ni adjetivos descalificadores para el juez Griesa como los que entusiasman a tantos kirchneristas ansiosos de figurar. Pero el bancario de cuatro décadas tuvo tres intervenciones clave en los últimos siete meses: el 23 de enero aconsejó devaluar el peso ante la crisis financiera que amenazaba pulverizar las reservas. En las vísperas del 20 de junio su opinión fue una de las que logró apagar el incendio y evitó el descarrilamiento público de Cristina cuando el kirchnerismo ya había preparado el acto del Día de la Bandera en Rosario como una declaración de guerra santa contra los fondos buitre.


Afortunadamente, su voz sensata parece haber sido escuchada una vez más. El gesto de auxilio de los banqueros privados argentinos cuenta con la bendición de un Fábrega que jamás hará un movimiento de más porque, como funcionario público, expondría al país a que se active la temida cláusula. Más allá de los desbordes épicos a los que ya nadie presta atención, escapar del abismo del default es un oasis fresco donde aliviar tantas expectativas dramáticas. Cristina deberá olvidar los carteles callejeros del tiempo del gran Discepolín pero, a cambio, evitará que su foto aparezca junto a la de Adolfo Rodríguez Saá como los responsables de haber despeñado al país adolescente por el túnel resbaloso y sin retorno de la cesación de pagos.

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