La línea de pobreza

Es posible que, en promedio, el Noroeste argentino tenga, según el último informe del Indec, un nivel de indigencia de apenas el 1,3%? Este tipo de interrogante se plantea porque el organismo oficial calcula la indigencia comparando los ingresos de las familias contra el valor de la canasta básica y es altamente sensible a los índices de precios empleados.
Mas allá de los cuestionamientos resultantes de la construcción de dichos índices, resulta claro, como menciona Artemio López en un artículo reciente, que en Junio del año 2009, sin la Asignación Universal por Hijo y en medio de una situación económica muy distinta, el FpV obtuvo el 42 % de los votos en el segundo cordón del conurbano bonaerense, la zona más postergada del GBA, mientras que en las recientes elecciones primarias obtuvo el 62 %. La proporción de la población por debajo de la línea de pobreza debe haber disminuido, el previsible resultado de la próxima elección presidencial ratificará este hecho.
Por ello, es hora de centrar la atención, no tan sólo en el cálculo de dicha proporción, sino en el nivel de la línea de pobreza; es decir, en el nivel de ingreso mínimo necesario para sostener un adecuado estándar de vida. Al fin y al cabo, si definimos a una persona como alta si mide más de 1,70 m, la proporción de la población que cumpliría el criterio sería mucho mayor que si definimos una media de 1,82 m.
Es bien sabido que la línea oficial de pobreza tiene niveles considerablemente más altos en los países más desarrollados.
Según Artemio López, en la Argentina el 20,9% de la población se encontraría bajo la línea de pobreza, (8.400.000 habitantes). Por su parte, la Heritage Foundation, citando a la Oficina del Censo de los EE.UU., señala que uno de cada siete americanos son pobres; es decir, el 14% de la población (más de 30 millones de personas). ¿Son números comparables? No.
¿Qué significa ser pobre en los EE.UU.? Según una encuesta del propio gobierno con datos de 2005, citada por la Heritage Foundation, la familia promedio definida como pobre vivía en un departamento equipado con aire acondicionado y televisión por cable, tenía un coche, dos televisores color, un reproductor de DVD y un VCR e incluían una heladera, un microondas, un lavarropa, una secadora, ventiladores de techo, un teléfono inalámbrico, una cafetera y, eventualmente, una Play Station. La casa de una familia pobre promedio estaba en buenas condiciones y tenía más espacio para vivir que una familia media europea. Esta descripción no representa a cada familia pobre. Durante la recesión de 2009, una de cada 70 personas no tenía techo y una de cada cinco sufrió escasez temporal de alimentos.
Una política pública no puede fundarse en información errónea o mal entendida. Los debates sobre la pobreza se basan en el sensacionalismo y, actualmente, en la desinformación. Pero una eficaz política de lucha contra la pobreza debe basarse en una evaluación precisa de las condiciones de vida reales y aquellas deseables. El evaluar elevar el nivel de la línea de pobreza, acercándola a la de los países desarrollados, es un objetivo que el gobierno no debería desechar. La lucha contra la pobreza debe ser la meta de este, y de cualquier gobierno; sin dudas, la educación es el instrumento para dar esta batalla.
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