Con el relato no se resuelven los problemas

Hace un par de semanas la ensayista Beatriz Sarlo publicó un artículo donde describía las influencias intelectuales sobre las cuales la presidenta y miembros de su gabinete se basan para armar el ya famoso relato K. Ella señala la fuerte influencia del politólogo argentino Ernesto Laclau y deja entrever que el concepto vamos por todo, por la concepción acerca del populismo que tiene este autor, que a su vez se la puede vincular con influencias maoístas y a la teoría clásica de Carl Schmitt, reduce la conceptualización del Estado a la de amigo-enemigo.
Si tratamos de utilizar estos conceptos para cotejar la realidad, podemos ver que los funcionarios K, cumplen al pie de la letra con la ejecución del relato. Durante el año pasado, se pudo ver innumerables veces episodios en donde no solamente estos funcionarios, sino también los medios oficiales y oficialistas, se alineaban para atacar al enemigo de turno. El Grupo Clarín, Mauricio Macri o José Manuel de la Sota e inclusive aliados como Daniel Scioli fueron víctimas de la ejecución del relato.
Los temas fueron disímiles, pero la estrategia y las formas las mismas. La confrontación sistemática con el objetivo de instalar a fuerza de repetición un mensaje casi nunca positivo. Así, encontramos que la gente recuerda mucho más las peleas y disputas en vez de las políticas públicas que trajeron beneficio para el ciudadano.
A un politólogo, estos temas, aunque parezca extraño le apasionan y forman parte de su día a día. En muchas ocasiones, se convierte en un microclima en donde se pierde de vista los verdaderos problemas. Por eso surge la pregunta si al resto de la población esto le importa o se toma el tiempo suficiente para hacer un análisis sobre estas cuestiones.
Un claro ejemplo de esta disociación, se encuentra el pasado 24 de diciembre, donde millones de argentinos vieron peligrar la cena de Navidad junto a sus familias y seres queridos. En ese momento, lo único que importaba era tener luz.
Más allá de que aún estamos esperando las explicaciones del Ministro De Vido, no se debe perder de vista que la mayoría de la gente no gasta su energía en analizar este tipo de acontecimientos, sino que sus preocupaciones son resolver los problemas que se le presentan en su cotidianidad. A la mayoría de la gente no le importan mucho las acusaciones chicaneras entre líderes políticos.
La realidad para la gente pasa por otro lado. Y con esto no me refiero a que las ideologías tengan que estar apartadas de la gestión, al contario. Tienen que ir de la mano. De la misma manera que interesa saber los valores y las influencias intelectuales de los políticos o de los partidos, también es importante conocer cuáles son las medidas tendientes a hacer más feliz la vida de la gente.
Los problemas de la gente son claros, quiere viajar mejor, en un transporte público seguro y eficiente, quiere ahorrar en una moneda que no se devalúe, quiere vivir sin miedo a que le pase algo a él o su familia, quieren que hagan las inversiones necesarias para tener servicios públicos decentes.
El año que viene se cumplen 10 años de la gestión Kirchner. En muchos aspectos vemos que las cosas se modificaron para bien, en muchas otras, vemos que se modificaron para mal. Las demandas siguen siendo muchas, pero mientras el gobierno insista en radicalizar este relato y amplificarlo a través del abuso del aparato comunicacional, los problemas de la gente se van a seguir profundizando y con ello, el malestar de no poder ser felices.
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