Como Twitter, pero en fotos

Después un año y medio funcionando exclusivamente para el iOS del iPhone, desde el martes Instagram, la famosa aplicación para compartir fotos en redes sociales, ya puede instalarse en todos los móviles que funcionan bajo el sistema operativo Android (a partir de la versión 2.2) de Google.
Instagram se convirtió en un fenómeno a los pocos días de su aparición, el 6 de octubre de 2010. Fue creada por Kevin Systrom (un ex Google) y Mike Krieger en San Francisco y en diciembre de aquel año llegó al millón de usuarios. Semejante éxito le valió el premio de App de 2011 de Apple y varios otros galardones importantes. La app siguió escalando: actualmente hay unos 30 millones de personas pero se cree que ese número se multiplicará exponencialmente con el desembarco de los usuarios de Android.
¿En qué se basa su atractivo? En la combinación entre una aplicación para retocar fotos y otra para subirla al ciberespacio. Y todo de una manera bien simple. Y gratis.
Instagram se hizo conocida por agregarle filtros de luz a las fotos digitales para que luzcan con efecto retro. No era la primera en hacerlo, pero sí la que lo hacía más fácil. En apenas dos segundos, las fotos envejecen y quedan bien parecidas a las antiguas Polaroid con colores, texturas y luces muy típicas de décadas pasadas. Con el auge de las cámaras y fotos digitales de finales de los 90, las imágenes en general se transformaron en muy duras y frías, generando una incómoda distancia entre los momentos y sus protagonistas. Es evidente que millones de personas extrañaban la calidez típica de las antiguas fotos de rollo. Instagram detectó esa necesidad.
De inmediato, lo viejo digital se convirtió en algo cool y trendy. Hoy todas aquellas marcas que presumen crear tendencia tienen sus usuarios oficiales en Instagram.
Otra de las claves de su éxito resulta el más importante: su comunidad. El programa permite seguir y ser seguido, como ocurre en Twitter. Pero además, podemos ponerles me gusta a las fotos, comentarlas, geolocalizarlas, buscar fotos mediante un hashtag (#), ver las más populares del momento, buscar personas, etc. Por si fuera poco, se integra perfectamente con Twitter, Facebook y Foursquare. Es asombrosa la simpleza y la rapidez con que se generan grupos de personas con intereses en común. Ya existen sitios muy exitosos dedicados a ampliar las funciones que ofrece la aplicación, como Statigram e Instagramers.com
Tampoco es casual que Instagram haya crecido a la par de Twitter, ya que se estima que el 30 por ciento de las 5 millones de fotos tomadas a diario se comparten en esa red. De hecho, Jack Dorsey, uno de los fundadores de la red del pajarito azul, invirtió dinero en Instagram. En definitiva, la definición que más se ajusta para explicar bien qué es Instagram es como Twitter, pero con fotos.
Por último, la aplicación de fotos se subió al descomunal éxito del iPhone de Apple, que sobre todo a partir de su versión 4 y 4S, no para de venderse en todo el mundo. Hasta el martes, la aplicación sólo podía ser utilizada en los dispositivos de Apple, generando un sentido de pertenencia irrepetible en sus usuarios y gran envidia entre los que no podíamos (me incluyo) pertenecer. Porque en definitiva, Instagram es, por ahora, una red social exclusiva. Una especie de club VIP de 30 millones de socios que a partir del martes empezará a tomar otra forma y color. ¿Podrá Instagram soportar la enorme cantidad de nuevos usuarios que la usarán a partir de ahora? ¿Estará a la altura de las circunstancias?
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