Brasil, un país en movimiento

Brasil es hoy un país en movimiento. La constatación puede ser realizada no sólo con las estadísticas económicas y los indicadores sociales. Desembarcar en Río de Janeiro, San Pablo o Brasília es ser testigo de obras -en muchos casos necesarias-para el Mundial de 2014 y las Olimpíadas de 2016. Hay atrasos en el calendario de construcciones, pero la sensación de un país en movimiento no disminuye para los brasileños, que con fidelidad casi bimestral llega a esas ciudades que forman el eje clásico del país.
Para citar algunos ejemplos, en Río avanza la construcción de la ruta Transoeste, que acercará las Zonas Oeste y Sur de la ciudad. La ruta, que hacía décadas no salía del papel, acercará igualmente destinos como Angra dos Reis y Parati. Restaurantes que eran emblema de clase alta de Río, como Antonios ahora llegaron a Brasilia. Shoppings que eran típicos de San Pablo, como Ibirapuera, también se movieron hacia la Capital Federal. Nuevos shoppings (¡los brasileños adoran los shopping!) están siendo construidos en varios puntos de Brasil -San Pablo, Río, Recife, entre otros. Consumir es una tradición brasileña.
La diferencia es que ahora hay treinta millones de nuevos consumidores, que quieren comprar pero también conocer el mundo. Muchos de ellos se encuentran en Buenos Aires, como una pareja de cearenses (Ceará, Nordeste) que me pregunto la dirección del Hard Rock Café, en Recoleta. Dijeron estar fascinados con la belleza de la capital argentina. Vestidos con zapatillas y jeans de marca americana (el brasileño también adora marca), estaban felices.
En los últimos tiempos he encontrado brasileños de estados que antes parecían tan distantes de Río o San Pablo e igualmente de Buenos Aires, como Piauí (Nordeste) y Roraima (norte).
Pero también fue divulgado el mapa de la violencia en Brasil. Un millón de homicidios en treinta años. Es la tierra de los contrastes. De la pasión por el consumo, de la sonrisa fácil, del carnaval, de la búsqueda del progreso. Pero falta mucho a recorrer.
La presidenta Dilma Rousseff terminó el primer año de gobierno con una popularidad superior a la de sus antecesores -Fernando Henrique Cardoso y Lula-. Siete ministros dejaron sus cargos, la economía ha desacelerado con variación nula en el tercer trimestre en comparación con el anterior, según el IBGE (Instituto Brasileño de Geografía y Estatisticas). El crecimiento económico en 2011 oscilaría entre 2,9% y 3,5% y entre 3,5% y 4% en 2012, según el Ministerio de Hacienda. Pero como dijo el ministro Guido Mantega, la economía mantuvo el dinamismo. Lo confirman los resultados de la baja desocupación y la fuerte inversión. En el año, el IED fue de u$s 60.055 millones, superando expectativas.
El dinamismo se observa en las grandes ciudades y en el interior de Brasil. Pasó también a ser más frecuente el retorno de muchos nordestinos a sus lugares de origen. El Nordeste abre esperanzas de ser el Eldorado. Fue la región que más vendió motocicletas en el país en el año pasado.
¿Falta mucho? Muchísimo. Por ejemplo profesionales calificados. Pero, como dijo Fernando Henrique Cardoso, con quien conversé en Buenos Aires, en Brasil hay un camino. Empezó con la apertura de la economía (1991), el Plan Real (1994) y ya no hay retorno. El progreso sigue, dijo. Según él, excepto en 2010, cuando Brasil creció 7,5%, la economía tiende a crecer bajo pero de forma constante y sin cambios de reglas.
En 2011, en Río, barrios pobres históricos, como Rocinha, fueron pacificados (la palabra favela es peyorativa en algunos sectores). La pacificación está lejos de llegar a todas las áreas y se estima que una población como la de Portugal (diez millones) vive en eses sitios. O sea, alrededor del 6% de la población. La pregunta que los cariocas hacen es: ¿adonde irán los criminales que se fugaron con la llegada de las UPPs (Unidades de Policía Pacificadora)? La respuesta del secretario de Seguridad, José Beltrame: es un trabajo de largo plazo.
Brasil es la sexta economía del mundo, según los ingleses (consecuencia o no de la crisis en Europa). Y si bien falta para se tener el bienestar de los ingleses, para el brasileño, (otra manía nacional) el futuro siempre va a ser mejor. Y hasta aquí parece tener razón.
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