Así en la tierra como en el cielo

Ahora la información está en el aire, va y viene a la nube. Miles de millones de archivos y datos viajando por el mundo gracias a los servidores virtuales. La virtualización para acceder a nuestra información desde cualquier momento y lugar sin tener un sólo archivo instalado en la computadora se llama nube y, gracias a servicios como DropBox, es una de las grandes tendencias actuales. Aunque en rigor, el origen de la nube no es nada nuevo. Para rastrearlo, hay que viajar hasta la década del 60 y buscar los nombres J.C.R. Licklider (del grupo creador de Arpanet) y John McCarthy, uno los que acuñó la palabra inteligencia artificial. El término nube, sin embargo, recién se hizo familiar dentro del ambiente de la computación ya bien entrados los 90.
Hay dos usos básicos para la nube: almacenamiento de archivos, donde los usuarios pueden guardar su información, compartirlas con otras personas, acceder remotamente, etc. Y por el otro, el uso y distribución de aplicaciones de software, llamado SaaS (Software As A Service), que puede ser gratuito o pago.
Hoy DropBox es el símbolo de las exitosas aplicaciones freemium (gratuitas inicialmente pero pagas al ampliarle prestaciones) y el gran modelo de éxito a seguir por los emprendedores tecnológicos. Su fundador, Drew Houston, creó el sistema cuando en 2007 se olvidó su pendrive con información valiosa y no pudo trabajar durante un viaje en tren. Hoy tiene apenas 30 años y su empresa está valorada en u$s 4 mil millones. No es para menos, ya que su compañía tiene una base de 175 millones de usuarios (de los cuales 75 se unieron en los últimos 8 meses) que suben más de mil millones de archivos al día.
Tanto Google como Apple intentaron comprar DropBox, pero Houston se negó. Hoy Google le compite fuerte con su Drive (antes llamado Docs, uno de los pioneros del trabajo en la nube) y Apple fideliza a sus fanáticos con iCloud.
Pero en concreto, la nube está bien lejos del cielo. Todo lo que subimos a la Web está alojado en gigantescos y pulcros Data Centers formados por filas eternas de máquinas de chapa, rodeadas de cables y dotadas de infinitas cantidades de memorias.
Una de las industrias más favorecidas con el gran crecimiento de la nube en los últimos años es la del almacenamiento. Y allí, en el negocio de las memorias DRAM y Flash, pisa fuerte la estadounidense Kingston que no para de crecer. En los últimos diez años, la empresa fundada en 1987 por John Tu y David Sun creció entre un 15 y un 20% cada año. Algunos de los grandes actores de la nube de hoy (Google, Facebook, etc) son clientes nuestros, me cuenta Jean Pierre Cecillón, director de marketing de América Latina. Colaboramos muy de cerca con ellos en la configuración de memoria de sus miles de servidores, que muchas veces tienen sus procesadores subutilizados y agregar memoria es un buen camino, fundamental en la virtualización, explica.
Para algunos el crecimiento exponencial de la nube representa un gran peligro porque expone nuestra información privada (o la de empresas), en bandeja para cualquier hacker. Por eso la vulnerabilidad de los sistemas y la seguridad es un tema clave para que la nube continúe con su expansión. Para atender este y otros temas vinculados a la virtualización de información se formó una alianza mundial conocida como Open Data Center Alliance (ODCA), una comunidad independiente de líderes mundiales de TI y más de 300 empresas. Lo que busca es establecer estándares más abiertos en la arquitectura necesaria para un crecimiento rápido y eficiente de los data centers.
Aunque el futuro llegará con más y mejores nubes, el pronóstico indica buen tiempo para la Web.
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