Vaca Muerta en la mente viva de la población argentina

En el año que pasó una parte importante de la agenda política nacional giró entorno a la situación de los recursos energéticos del país. La caída de las reservas netas y de la producción de gas y petróleo, a la par del aumento de gastos y giros al exterior para cubrir la demanda local, fueron algunos de los temas más recurrentes. A estos se sumaron otros eventos surgidos como consecuencia de la nacionalización del paquete accionario de YPF: nuevos planes de inversión y exploración, acuerdos y desacuerdos entre el gobierno nacional y las empresas y, finalmente, una inusitada y riesgosa expectativa en torno a la potencialidad de Vaca Muerta.
Ahora bien, ¿cuánto de todo esto está en la mente de las personas? Con excepción de los cortes de energía, debemos seguir explorando aún más para saber cuánto y qué sabe la población en general con respecto a estos temas. No obstante, según hemos visto en un reciente estudio de opinión pública que realizamos sobre el sector energético en el país y el yacimiento Vaca Muerta, creemos que este yacimiento parece estar llamado a convertirse en un tema de fuerte atracción en la opinión pública nacional.
Efectivamente, este estudio nos reveló que, a solo dos años del anuncio público de reservas probadas realizado por la entonces Repsol-YPF, un 62% de los argentinos reconoce haber leído o escuchado algo sobre Vaca Muerta. Es un porcentaje importante si se tiene en cuenta que las industrias extractivas no suelen estar en el radar espontáneo de interés de la gente, incluso cuando se trata de la discusión de aspectos asociados a impactos sociales y ambientales. Según los resultados de la investigación, entre aquellos que reconocen haber leído o escuchado algo sobre Vaca Muerta, el 10% afirma que sabe mucho y el 38% señala que sabe bastante, mientras que la otra mitad acepta saber poco del tema (49%) y un 2% solo conocerlo de nombre. Nuevamente, en comparación con temas similares, se trata de un porcentaje no desdeñable de personas que aceptan saber algo sobre esta temática.
Probablemente no hay en la historia económica argentina contemporánea ningún ejemplo similar de depósito, yacimiento o formación que haya logrado tanta notoriedad en tan poco tiempo. Debe recordarse igualmente que entre los círculos de expertos, Vaca Muerta era un nombre ya presente en los años 90 o incluso mucho antes. En las dos últimas décadas, profesionales de empresas con capitales argentinos como Pluspetrol, Tecpetrol, PAE y PeCom presentaron estudios sobre Vaca Muerta en diversas reuniones y congresos organizados por universidades o institutos como el IAPG u otros centros relacionados con el sector.
Por otro lado, que dos de cada tres personas en el país reconozcan el nombre Vaca Muerta es una clara señal de las expectativas que ha generado, algo que debería ser tomado en cuenta a la hora de establecer estrategias de información y comunicación. Que Vaca Muerta esté en la cabeza de la gente (el top of mind) no significa que todos entiendan, conozcan y fundamentalmente acepten sin reparos ni conflictos su existencia como una alternativa para la generación de recursos energéticos en el futuro inmediato. El nivel de conocimiento actual de Vaca Muerta está mostrando además que en la era de la información y las tecnologías de la comunicación, no hay más posibilidades para el bajo perfil. Por el contrario, teniendo en cuenta las dudas, el desconocimiento y los reparos socio-ambientales que existen en general sobre los denominados recursos no convencionales, debemos estar preparados para ofrecer estrategias más innovadoras de información y comunicación.
Según se desprende del estudio, un 52% de los que reconocieron haber escuchado o leído sobre Vaca Muerta, cree que este yacimiento puede generar mucho (23%) o bastante (29%) daño al medio ambiente, mientras que un 30% cree que poco y un 5% nada. En este marco hay todavía un 13% que no tiene respuesta. ¿Cuánto de estos porcentajes cambiarán cuando se vayan sumando más voces de reparo sobre el uso excesivo y la contaminación del agua, sobre la utilización de sustancias químicas o sobre la posibilidad de que se produzcan movimientos sísmicos?
Al mismo tiempo, ¿cuánto de estos números cambiarán una vez que haya más y mejor información sobre los verdaderos y los falsos riesgos en los procesos de producción de recursos no convencionales? Sostenedores y detractores de Vaca Muerta tendrán que desarrollar estrategias efectivas para comunicar de manera inteligente y efectiva sobre los beneficios o los prejuicios potenciales de este recurso.
Al respecto, hay un dato interesante que vale la pena señalar en relación a uno de los reparos más significativos que tiene la gente con respecto a las industrias extractivas en general: el agua. Nuevamente, el 62% de los conocedores del yacimiento considera que requerirá mucha o bastante agua en su proceso productivo. Al mismo tiempo, hay un 15% que dice que Vaca Muerta requerirá poco o nada y, lo más significativo, hay un 23% que todavía no tiene opinión definida sobre la cantidad de agua que se requerirá para su operación.
A pesar del posible impacto ambiental que creen que los encuestados que puede generar la explotación de Vaca Muerta, hay un consenso generalizado de su impacto positivo sobre la economía del país: el 84% cree que tendrá un impacto muy o bastante significativo. Solamente un 10% cree que el impacto será escaso o que no tendrá impacto (un 6% aún no tienen una opinión definida).
Finalmente, un aspecto también importante que hay que tener en cuenta hoy es el de los eufemismos en la información a la hora de hablar sobre las industrias extractivas. Con Internet esto también se terminó desde hace unos años y Vaca Muerta no es la excepción. Al respecto, hoy en día la gente identifica la palabra fracking de la misma manera que la expresión estimulación hidráulica. Frente a la pregunta ¿Escuchó alguna vez hablar del fracking? y ¿Escuchó alguna vez hablar de estimulación hidráulica?, las respuestas no variaron demasiado. Un 37% de los conocedores del yacimiento escuchó hablar de estimulación y un 35% de fracking. Ambas formas de producción son conocidas por igual y probablemente generen el mismo rechazo.
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