La dispersión en aumentos y las aspiraciones salariales de los sindicatos provocarán graves conflictos

Para un barco que no tiene destino todos los vientos son desfavorables, decía Séneca (Ignoranti, quem portum petat, nullus suus ventus est ). De hecho, lo que se había logrado en los diez años anteriores, fijando pautas, estableciendo criterios, y generando condiciones medianamente razonables y a la vez compatibles con un crecimiento del 8%, en solo 50 días se desmoronó. Desde componentes más o menos previsibles como los experimentados en el 2006 al 2009, hemos pasado a la imprevisibilidad y a la aleatoriedad en forma repentina. Se perdieron las balizas que sembraba el Poder Ejecutivo en tiempos del ex presidente Néstor Kirchner, y hoy existe solo una generalizada sensación de vacío e indefinición.
Vertiginosamente, del 18% en 3 cuotas de las inquietudes oficiales, pasamos a la banda de aumentos del 20 al 30% y rápidamente del 30 al 40%. Más del 44% de aumento a la policía de Córdoba, otro tanto en Entre Ríos y en Neuquén, que algunos están cumpliendo y otros desconocieron por extorsión. La dispersión de los ajustes que van del 18% al 44% hay que relacionarlos también con los niveles de ingresos, dado que en épocas de gran movilidad de la góndola como el actual, pasa a tener un papel central la canasta familiar de productos primarios.
En Tierra del Fuego por ejemplo se aumentó la escala salarial de la policía en un 20% y con ello se llegó a un salario inicial de $ 10.500, nivel mínimo para el alto costo de vida de la provincia. En cambio en Córdoba se incrementó el salario en forma escalonada en un 44% y apenas se llega a un inicial de $6.500. Un trabajador petrolero cobra no menos de $30.000 mensuales, los docentes de las provincias norteñas cobran $6200 por doble turno, un trabajador petroquímico tiene un piso de $16.000 y un empleado de comercio de $7000, un profesor universitario de tiempo parcial cobra $2.000.
Si recolectamos datos de mediciones en las universidades, en los institutos más reconocidos, y en las consultoras de primera línea, y promediando sus valoraciones, podemos hacer un resumen de salarios mínimos y de ingresos mínimos indispensables para la subsistencia en los distintos niveles y rangos.
La llamada canasta familiar, es decir el ingreso de bolsillo mínimo para atender necesidades básicas de una familia tipo (dos adultos, dos menores) es de $ 7.000 para 2013 y de $ 8.200 para 1er. trimestre 2014.
El límite de indigencia es $1.800 para 2013 y $2.200 para enero 2014, el de pobreza es de $3.300 para 2013 y $3.600 para enero 2014, el Salario Mínimo Vital y Móvil es de $3.600 desde enero 2014 y puede llegar hacia fin de año a $4.500, el de la canasta básica elemental $4.500 para 2013 y $5.500 para 2014, el de la canasta básica completa $6000 para 2013 y $ 7.500 respectivamente. En lo que hace a mandos medios y superiores, tomando los comparativos según niveles de ingreso y encuestas de salarios, para el 1er. cuatrimestre de 2014: la canasta del ejecutivo Junior es de $10.000 el del ejecutivo Semi-Senior es de $13.500, el del ejecutivo Senior $16.500, el de gerencia media $22.000, el de gerencia superior $32.000, y el de alta gerencia es de $42.000. Hemos tomado en todos los casos los mínimos de la banda salarial estimada, siempre en valores netos de bolsillo.
Los tiempos de las empresas no se compadecen con los de los sindicatos, y se ha evaluado como muy positivo que los empleadores traten de forjar su propia política salarial, utilizando todos los medios para compatibilizar dicha política con los eventuales ajustes de las retribuciones básicas de convenio y sus adicionales clásicos más los que se agregaron últimamente como son el bono por gremio, el bono por fin de año o por vacaciones, y los bonos de paz social o por dedicación exclusiva. En cualquier caso, con aumentos superiores a la inflación, tanto del Salario Mínimo Vital y Móvil como de los salarios de los Convenios Colectivos, en ambos casos con impulso y promoción del Poder Ejecutivo, han ido minando la libertad de acción de las empresas, al punto de que muchas se guían solo y exclusivamente por los ajustes dispuestos por las paritarias. A su vez, se ha producido una importante conmoción entre los mandos medios, la mayoría de los cuales no tienen representación sindical, dado que las empresas ajustaron las remuneraciones de los mismos en niveles inferiores a los de convenio, determinándose así una reducción de la brecha entre los convencionados y los fuera de convenio, al punto de producirse la superposición y el acople y el solapamiento entre ambos.
En lo que hace a los presupuestos de las empresas, la mayoría ha presupuestado aproximadamente un 25% de aumento de las retribuciones vigentes al 31 de enero de 2013, cuando finalice el 2014, con la consigna de que los ajustes se distribuirán en no menos de tres (3) cuotas, y que se hará lo posible por extender los plazos de vigencia. Muchos grupos, en sus acuerdos de empresa han pactado salarios por dieciocho (18), veinticuatro (24) y hasta treinta y seis (36) meses, y otras, lo han hecho sine die, o sea sin plazo y con una mecánica de evaluación periódica.
Con el panorama precitado, y una evolución de los precios de los productos de primera necesidad a razón del 1% semanal, es altamente probable que superen todas las vallas, y que la confusión reinante genere una muy amplia dispersión de las remuneraciones.
Las posibles salidas, nuevamente son tres y sus combinaciones. La primera es la del acuerdo marco al máximo nivel del Estado, las entidades empresarias y las sindicales, fijando las pautas de mínima y de máxima. La segunda importa la fragmentación de la negociación colectiva en tramos inferiores al año de vigencia empleados hasta ahora, como pueden ser por trimestre, o por semestre, con negociaciones diferidas a cada lapso, o con un subsistema automático basado en cláusulas gatillo, similar a lo utilizado ya por SMATA. El tercero es el menos popular, e implica que el Estado asuma la necesidad de operar los ajustes por decreto, y se lance a aumentos periódicos conforme a la evolución de la góndola.
Todo parece diferirse a marzo, salvo por el hecho de que habrá reclamos generalizados en todos los sectores por efecto del deterioro de la canasta y del valor de compra del peso, lo que impone la necesidad de definiciones concertadas en un mundo de incertidumbre y desconcierto.
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