Francisco, comunicador 2.0 con la gracia del Espíritu Santo

A lo largo de estos ocho meses de Papado, Francisco ha marcado un punto de inflexión que invita a analizar su manera de comunicar y llegar a cada uno de nosotros.
Podríamos afirmar que el éxito de la comunicación del Papa radica en diversos factores que se complementan y retroalimentan.
En primer lugar, el ser consecuente con el decir y el hacer. En su persona se manifiesta lo que dicen sus palabras. Esto se acrecienta si se analiza su historia. La trillada frase nadie resiste un archivo (tan temida por el dirigente político) presenta la excepción a la regla. El camino recorrido del otrora Cardenal Jorge Bergoglio deja en evidencia que esta revolución que ha generado en el mundo con el impacto de sus gestos no es más que una continuidad de su vida.
En segundo lugar, podríamos inferir que entendió la lógica del lenguaje audiovisual. El título y la imagen como manera de llegar a todos sabiendo que es el centro de las miradas y que cada oportunidad es única para evangelizar (O como dicen los manuales para pasar el mensaje). Ya con la elección del nombre para su papado marcó la agenda de su peregrinar. Francisco, connota austeridad por encima de aquella suntuosidad tradicional, invita a servir para ganar terreno a esa Iglesia fría y lejos de los que más lo necesitan.
Desde Diosa coima (¡qué título!) hasta Hagan lío, desde balconear la vida hasta soñar con una Iglesia pobre y para los pobres. No sólo sintetiza un pensamiento de mucha profundidad y complejidad sino que es repetible (otro de los conceptos necesarios para que el mensaje llegue a buen puerto) con ejemplos de la vida cotidiana. Todo parece sacado de paper de mediatraininig para dirigentes políticos.
En tercer lugar, el tono. Una comunicación llana, simple y directa. Esta trinidad casi divina de la comunicación audiovisual tiene sus orígenes el best seller de todos los tiempos, en el libro más vendido de la historia de la humanidad: La Biblia. La carta de San Pablo a los cristianos de Corintios parece ser la antesala del modo con que el Papa Francisco escribe su historia: Yo doy gracias a Dios porque tengo el don de lenguas más que Ustedes. Sin embargo cuando estoy en la asamblea prefiero decir cinco palabras inteligibles, para instruir a los demás, que diez mil en un lenguaje incomprensible.
No nos habla desde el púlpito, su comunicación es sin intermediarios. Como la regla número uno en la era 2.0. Cara a cara, casi mirándonos a los ojos. Emerge como un liderazgo que poco tiene que ver con lo imperativo y el ser autoritario, todo lo contrario. Su fuerza radica en el obrar, en el poder ser consecuente con el Evangelio. Este punto no es menor, porque el vuelve a las sagradas escrituras dándole vida con su testimonio tomando como modelo a los voceros de Jesús (conocidos como los apóstoles).
Cuentan los curas que pudieron verlo una vez consagrado Papa que hubo un antes y después del nombramiento. Francisco, Bergoglio, el padre Jorge les confesó que en el momento de la designación sintió una fuerza interior que lo colmaba de felicidad, de alegría, de juventud (ahí radica el porque de su sonrisa constante). Dijo: sentí el Espíritu Santo. Con el diario del lunes podemos certificar que así fue y que esa Gracia es lo que lo hace distinto en la manera y forma de comunicar su mensaje.
Dirigentes políticos, empresariales, sociales, etc. cuando se preparan para enfrentar a los medios de comunicación en entrevistas o notas de calle recurren al nunca bien ponderado mediatraining. Francisco, sin embargo, reza la oración del Espíritu Santo que en su parte final dice: Dame acierto al empezar, dirección al progresar y perfección al acabar.

Noticias de tu interés