Todavía debe $ 400 millones

A 12 años de su quiebra, Blockbuster tendrá el peor final para sus acreedores en la Argentina

Víctima de la devaluación, la piratería y Netflix, la historia de Blockbuster en la Argentina parecía una película de blanco y negro. Podría haber una secuela o, por lo menos, una escena poscréditos que no sería la más esperada por quienes esperaron más de una década para cobrar sus deudas

La llegada de Blockbuster a la Argentina -en 1995, apenas 10 años después de su nacimiento en los Estados Unidos- fue un estreno de alfombra roja. Otro sello en el pasaporte de un país que había volado hacia el Primer Mundo. Decenas, cientos, miles de videoclubes de barrio sucumbieron ante cada local que abrió -llegaron a ser 86 en el año 2000-, reconvirtiendo las costumbres de legiones de personas que hicieron de cada visita a alguna de sus megatiendas un auténtico ritual para llevar el cine a casa... Y, 24 o 48 horas después, también salir corriendo a depositar el DVD en un buzón para devolverlo.

Pero, en poco más de una década, la película pasó a ser de terror. A los cuatro años de recesión que detonaron en 2001, les siguió un negocio cada vez más difícil, con ingresos en pesos ya no convertibles uno a uno y costos -en particular, licencias- dolarizados. Luego, no pudo contra la explosión del cable y la televisión satelital. Más tarde, la asoló la piratería, abordada por corsarios como Ed Sullivan y sus esclavos camboyanos. La aparición de Netflix, y el inicio de la era del streaming, fue la estocada letal.

Quebrada en el país desde 2010, parecía que la historia de Blockbuster en la Argentina era un film de blanco y negro. En estos días, no obstante, tiene una secuela. O, al menos, una escena poscréditos. No sería un final feliz, sino el peor. En especial, para sus acreedores. Javier Cosentino, titular del Juzgado Comercial 8, Secretaría 16, ordenó hacer la "distribución final" de la quiebra. Es decir, cómo deberá repartirse el dinero con el que terminará de pagar deudas con sus más pacientes acreedores. Spoiler alert: los fondos no alcanzarán a cubrir todo lo que quedó debiendo la empresa.

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Blockbuster Argentina, de la que también dependía su filial de Uruguay, se declaró en quiebra el 10 de diciembre de 2010. Reportó pasivos por $ 26 millones -unos u$s 6,5 millones al cambio de la época- y activos de $ 17 millones (u$s 4,25 millones). En ese momento, tenía 24 sucursales -todas ya cerradas, con meses de alquileres impagos- y 300 empleados, que no cobraban sus sueldos desde octubre y, con los antecedentes frescos de las AFJP, los ferrocarriles metropolitanos y Aerolíneas Argentinas, reclamaban que el Estado se hiciera cargo de la empresa.

La mayoría de los locales, de hecho, estaban tomados. Ya no había quien tirara salvavidas desde afuera: la casa matriz, mayor cadena de videoclubes del mundo con 5000 tiendas en todo el planeta, se había acogido al célebre Chapter Eleven, la Ley de Bancarrotas de los Estados Unidos, en 2007. Su pasivo ascendía a u$s 1000 millones.

Blockbuster llegó a tener 86 locales en la Argentina; cuando quebró, eran 25 y estaban tomados.

La última escena de Blockbuster en la Argentina

En la Argentina, previo a su inevitable destino judicial, Blockbuster había hecho un último intento por cambiar su guion. Dueña del 40% del alquiler de películas del país, con una facturación anual de $ 80 millones (más de u$s 25 millones en ese entonces), en marzo de 2008, ya sufría los embates de Ed Sullivan, el afamado dealer de películas clandestinas en DVD, con más de 12.000 títulos en su catálogo

Blockbuster Argentina migró su negocio a la venta de películas. Además, reforzó la comercialización de otros productos, que apenas poco antes eran periféricos a su core: gaseosas, golosinas, comida rápida, lácteas, pizzas congeladas, helados -fueron el canal exclusivo de venta en el país de la codiciada marca Haagen-Dazs- y vino, además de artículos de electrónica y merchandising oficial de películas. El origen de la larga lista de proveedores que, en la secuela, se convertirían en acreedores.

Ya en quiebra, Blockbuster Argentina vendió los activos que le quedaron. En un reciente informe, el síndico -estudio Bernardi, Drzewko, Miracola y Asociados- consignó que la empresa juntó fondos con la venta de inmuebles, 13 vehículos y otros bienes, como mobiliario, heladeras, televisores, reproductores de DVD, computadoras y aires acondicionados. "Esta sindicatura ha recaudado, en total, $ 89,37 millones, menos los gastos del concurso", precisó el informe. "Queda un neto de $ 73,68 millones y deben distribuirse entre $ 397,71 millones, esto es, el 18,53%", advirtió. "No existen bienes muebles de la fallida pendientes de realización", apuntó.

A 12 años de su quiebra, Blockbuster debe pagar, actualizados por IPC, $ 177,18 millones de deudas con sentencias de verificación, más $ 220,53 millones pendientes de resolución judicial, entre ellos, $ 180 millones de demandas laborales todavía en trámite.

American Express. Andreani. Brink's Argentina. Arte Gráfico Editorial Argentino (AGEA, la editora del diario Clarín). Entes recaudadores, como ARBA (Buenos Aires) y de otras provincias y municipios. Obras sociales. Molinos Río de la Plata. Edenor. Edesur... Son algunos de los acreedores anotados para recuperar una mínima, ínfima, parte lo adeudado. También llegaron a anotarse, con acreencias posteriores que fueron declaradas admisibles por el juez, el Gobierno porteño y Jumbo Retail Argentina. Suerte distinta a la que corrieron el grupo Roggio y PepsiCo, algunos de los muchos otros a quienes no se les reconocieron sus reclamos en el expediente, ya sin chance alguna de rewind.

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