RECALCULANDO

La transformación energética de Alemania para pasar el invierno sin el gas de Rusia

Mientras las olas de calor arrasan en Europa, Bruselas se está preparando para un eventual corte total del gas ruso en el invierno. Para Alemania, la mayor economía de la Unión Europea, este nuevo contexto implica una reconfiguración de su matriz energética: desde el GNL y el carbón, hasta la energía nuclear y las fuentes renovables.

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A cinco meses de que Vladímir Putin lanzara su invasión sobre Ucrania, los efectos colaterales cada vez se sienten más en Europa que está reconfigurando su rol como actor geopolítico, al tiempo que se prepara para otra eventual crisis energética.

En junio, la Agencia Internacional de Energía (AIE), un organismo que depende de la OCDE, le advirtió a la Unión Europea que debe prepararse para un corte total de las exportaciones de gas ruso en el invierno. El director de la AIE, Fatih Birol, incluso afirmó que los recortes de suministro "están orientados a evitar que Europa llene las reservas y a aumentar la influencia de Rusia en los meses de invierno".

Para balancear los aumentos de la energía, el gobierno alemán, por ejemplo, lanzó un plan de 30.000 millones de euros que incluye subsidios a las tarifas de electricidad, un bono único de 300 euros para los ciudadanos sumado a otro de 100 euros por niño, además del 9 euro ticket, un pase mensual que entre junio y agosto permite viajar a cualquier parte del país en casi todos los medios de transporte a sólo un 10% del precio habitual.

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La energía se ha convertido en una prioridad para el canciller Olaf Scholz, que asumió el gobierno con promesas modernizar la industria alemana. Según un informe reciente de la Asociación de la Industria de Baviera (que integran BMW y Deutsche Telekom, entre otros), si Rusia cortara por completo el suministro de gas a Alemania, se podrían perder hasta 193.000 millones de euros en producción de bienes y servicios.

El desánimo respecto a los próximos seis meses crece entre el empresariado alemán: el Indice de Clima de Negocios que elabora Ifo, un think tank con sede en Múnich, cayó a su nivel más bajo en los últimos dos años. Particularmente en el sector industrial, el pesimismo llegó a su punto más alto desde abril de 2020, en el auge de la pandemia. Por otra parte, una encuesta realizada por la Asociación de Cámaras Alemanas de Comercio e Industria (DIHK, por sus siglas en alemán) reveló que el 16% de las compañías manufactureras recortaría su producción o abandonarían algunas áreas de negocios en caso de un aumento de la energía.

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"Si se interrumpiera por completo el suministro de gas, sería inevitable una profunda recesión", le dijo Jörg Krämer, economista jefe del Commerzbank, al Financial Times. El Bundesbank advirtió meses atrás que un bloqueo total a las importaciones de gas ruso eliminaría cinco puntos del producto bruto interno alemán, mientras que el banco suizo UBS estimó que un corte total del suministro este invierno llevaría a una "recesión profunda" con una caída de hasta 6% del PBI hacia fines de 2023.

En 2021 el 55% del gas que importó Alemania provino de Rusia; ese número se redujo a 40% tras el inicio de la invasión rusa a Ucrania. El próximo año el país recibirá más gas a través de socios europeos como Noruega, Países Bajos y Dinamarca, pero el Gobierno no espera conseguir la independencia energética total del Kremlin antes de 2024. Además del gas, Alemania también depende en gran medida del petróleo ruso.

Claudia Kemfert, jefa del Departamento de Energía, Transporte y Medio Ambiente del Instituto Alemán de Economía (DIW, por sus siglas en alemán) dice que el país necesita cuatro cosas para reducir su dependencia del gas ruso: diversificar las importaciones de gas; aumentar las reservas tanto como sea posible; reducir la demanda; y disminuir los combustibles fósiles en general para acelerar la transición a las energías renovables.

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"Es realmente crucial que el gobierno de Alemania también ayude a las industrias no sólo a pagar sus facturas de energía, sino también a transformarse, a querer soluciones energéticas más sustentables. Los combustibles fósiles (...) son muy caros, por eso tenemos que ir a una transición más rápida y entonces se puede evitar el impacto tan negativo [en la economía alemana]", le dijo Kemfert a El Cronista.

Recientemente Gazprom anunció otra disminución de los envíos a través del gasoducto Nord Stream 1(NS1), la principal ruta de gas desde Rusia a Alemania. Varios analistas consideran que es una medida de retaliación por las sanciones económicas de Occidente y creen que Putin está restringiendo el suministro de gas para achicar las reservas europeas y provocar una crisis energética aún más grave este invierno.

Entre el 11 y el 21 de julio el NS1 había estado fuera de funcionamiento por una rutina de mantenimiento programada, y varios funcionarios alemanes temieron que Rusia no fuera a reanudar el servicio. Aunque el gasoducto volvió a funcionar, ahora sólo lo hará a un 20% de su capacidad.

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En junio, el Kremlin ya había recortado los envíos vía NS1 -predecesor del polémico Nord Stream 2, cuya aprobación fue suspendida en una de las primeras reacciones a la invasión de Ucrania- a sólo un 40% de su capacidad, amparándose en que necesitaba una turbina que estaba retenida en Canadá, como producto de las sanciones contra Rusia. Presionada por Europa, Canadá finalmente hizo una excepción para trasladar la turbina.

El mes pasado, Alemania entró en la Fase 2, de un plan de emergencia de tres etapas. Las ciudades están tomando diferentes medidas para reducir el consumo de energía: Múnich ha bajado la temperatura de las piletas públicas; Colonia está atenuando el alumbrado público; Hamburgo tiene previsto que el agua caliente sólo esté disponible en algunos momentos del día; y en Berlín apagó el alumbrado nocturno de unos 200 monumentos. Por otra parte, Vonovia, el mayor desarrollador inmobiliario del país, anunció que reducirá las temperaturas nocturnas a 17 °C para la mayoría de sus departamentos.

Pero el ahorro de energía es sólo una parte: Alemania -la economía más grande de la UE- está obligada a reconfigurar la mayor parte de su sistema energético

Del gas ruso al GNL

En Wilhelmshaven (Baja Sajonia) se está construyendo la primer terminal de gas natural licuado (GNL) de Alemania, frente a los recortes del gas natural ruso. El gobierno alemán ya cerró un contrato con Qatar, que podría comenzar a enviar GNL en 2024, y también está analizando otros proveedores como Canadá y los Estados Unidos.

El Gobierno tiene planes para otras tres unidades flotantes de almacenamiento y regasificación (FSRU, por sus siglas en inglés), pero la de Wilhelmshaven empezó a construirse en marzo y sería la que está más cerca de comenzar a operar. La construcción, que requirió una inversión de 65 millones de euros, está a cargo de Uniper que también gestionará la terminal. Un vocero de la empresa le dijo a El Cronista que Uniper no planea construir más terminales de GNL en el futuro cercano.

Se espera que eventualmente la terminal pueda cubrir hasta el 8,5% de la demanda de gas en el país. La empresa espera finalizar el proyecto en 2025, aunque la primera fase -una FSRU que convertirá el gas de líquido a gaseoso y lo reenviará al sistema de gasoductos- estaría terminada a fines de 2022 o comienzos de 2023.

En julio, Uniper recibió un rescate de 15 millones de euros por parte del gobierno alemán ante el temor de que el cierre de la empresa -la mayor importadora de gas ruso, está perdiendo millones de euros al día por los cortes de suministro- hiciera colapsar al sector energético del país. A cambio, el Estado consiguió una participación del 30% en la empresa y representación en el consejo de administración.

Pero el salvataje de Uniper no es necesariamente una buena noticia para los consumidores alemanes: bajo los términos del acuerdo, a partir de octubre la empresa podrá empezar a trasladar parte de los aumentos de la energía a sus clientes.

Carbón vs. transición energética

Los recortes de gas y los esfuerzos para terminar con la dependencia energética de Rusia dejan al gobierno alemán -que unió a los ministerios de Economía y Medio Ambiente bajo una sola cartera, liderada por Robert Habeck (partido Verde)- en una posición incómoda: para compensar la falta de gas, el país está aumentando su consumo de carbón.

Cuando asumió el año pasado, el Gobierno había prometido dejar el carbón "idealmente" para 2030. En julio pasado, sin embargo, permitió que las centrales eléctricas basadas en carbón y petróleo puedan volver a operar. Las plantas, que formaban parte de la reserva energética, sólo podrán funcionar hasta el fin del invierno.

Kemfert, del DIW, cree que es una solución temporal y no de largo plazo: "Desde el punto de vista de la sustentaibilidad y también del clima, no es un buen curso energético, pero es menos malo que la [energía] nuclear, por ejemplo. Pero deberíamos aumentar la cuota de renovables más rápidamente, cuanto más lo hagamos menos carbón necesitaremos", afirmó.

¿la vuelta de la energía nuclear?

La otra encrucijada del gobierno alemán es qué hacer con la energía nuclear, que todavía generan alrededor del 6% de la electricidad del país. En diciembre de 2021 el Gobierno cerró tres plantas nucleares (de un total de seis), en línea con el objetivo de abandonar completamente la energía nuclear este año. El plan surgió en 2011, tras el desastre de Fukushima en Japón.

Pero ahora el Gobierno está recalculando frente a la posibilidad de tener cortes de electricidad -además de los de gas- este invierno.

Actualmente hay tres plantas nucleares en funcionamiento (Isar 2, Emsland y Neckarwestheim 2) y, en este contexto de crisis, el ministro de Finanzas, Christian Lindner (liberal), está instando a que permanezcan abiertas hasta 2024. Sería una concesión particularmente amarga para sus compañeros del partido Verde, pero una persona cercana a la cúpula del partido le dijo al FT que "todas las opciones deberían estar sobre la mesa" en caso de una crisis energética.

Pero a diferencia de Lindner, los Verdes estarían dispuestos a extender la vida de las plantas nucleares sólo unos meses, y dependiendo de un test de estrés que medirá la resistencia de la red alemana en situaciones adversas. El canciller Scholz, también está esperando los resultados de la prueba para tomar una decisión.

Serán claves los resultados en Bavaria que, además de ser el epicentro de la industria alemana, tiene poco acceso a energías renovables y depende del gas y la energía nuclear para funcionar. 

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