BUSCA DEJAR UN MENSAJE ANTE LAS POCAS CHANCES DE EVITAR SU DESTITUCIÓN

Dilma hace su alegato de defensa ante el Senado con tono político

Llegará al Congreso junto al ex presidente Lula da Silva y rodeada de sus seguidores. Hablará media hora y luego responderá preguntas de los legisladores

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, suspendida desde mayo, apelará hoy a dejar un mensaje político ante el Senado, durante su alegato de defensa, frente a las escasas posibilidades de revertir la mayoría favorable a su destitución, que se definirá en la votación que el plenario realizará entre el martes y el miércoles.
Dilma llegará al Parlamento, en la que será su única participación desde que se inició el juicio político en su contra, junto a su mentor, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, y arropada por seguidores en el trayecto desde el Palacio da Alvorada, la residencia oficial donde vive desde que fue apartada del cargo. Tendrá 30 minutos para realizar su discurso, en el que se prevé insistirá en su inocencia y en calificar al proceso como un "golpe de Estado".
Sus palabras darán el tono al debate posterior, en el que deberá responder a las preguntas de los senadores. Los representantes del nuevo oficialismo -el centrista PMDB de Temer, los socialdemócratas del PSDB y los derechistas del DEM- aseguraron el final de semana que concentrarán sus consultas en las cuestiones técnicas de la acusación, pero avisaron que serán beligerantes si las presidenta los "provoca". Los tensos cruces de las sesiones en las que se presentaron los testimonios de la acusación y la defensa hasta el sábado, auguran un clima que puede acalorarse. Los legisladores podrán intervenir durante cinco minutos y Rousseff no tendrá límite para responder.
Los focos apuntarán a Dilma pero también a los legisladores, en un proceso cuya legitimidad levantó muchos cuestionamientos, a pesar de haber seguido rigurosamente los pasos legales previstos por la Constitución.
Dilma está acusada de una serie de maniobras para maquillar las cuentas fiscales, que le habrían permitido esconder el déficit fiscal en 2015. Su defensa niega las irregularidades y argumenta que esas modalidades fueron practicadas por presidentes que la precedieron, además de gobernadores y alcaldes. Pero la cuestión técnica quedó desde hace meses en segundo lugar, y el debate se concentró en la debilidad política de su gobierno, en un escenario de fuerte recesión y escasa popularidad, que dificultó avanzar en medidas para superar la crisis. La ruptura con el PMDB, que la acompañó en su primer mandato, la puso al borde del precipicio. Como telón de fondo, el escándalo de corrupción en Petrobras. En las últimas semanas, el PT se concentró en prepararse para las elecciones municipales de octubre, frente a la debacle en la que quedó sumido por las acusaciones judiciales.
La suerte de la primera presidenta de Brasil está en manos de 81 senadores. Si dos tercios de la cámara Alta (54) votan a favor de destituirla, perderá el cargo. En ese caso, Temer quedará en el poder hasta 2018.
Otro argumento que puede sacar Dilma a relucir son las sospechas que pesan sobre gran cantidad de los congresales que quieren su salida, de estar involucrados en los sobornos de Petrobras. Ayer definió junto a líderes del PT el tono del que podrá ser su último discurso como presidenta.
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